San Benito,año 480 descendiente de Patricios Romanos.
Fundador de los Benedictinos. patrono de Europa.
Crux Sancti Patris Benedicti
Cruz del Santo Padre Benito
Crux Sacra Sit Mihi Lux
Mi luz sea la cruz santa,
Non Draco Sit Mihi Dux
No sea el demonio mi guía
Vade Retro Satana
¡Apártate, Satanás!
Numquam Suade Mihi Vana
No sugieras cosas vanas,
Sunt Mala Quae Libas
Pues maldad es lo que brindas
Ipse Venena Bibas
Bebe tú mismo el veneno.
Quisieron envenenarlo!! bendijo la copa y esta se quebró y salio el veneno en forma de serpiente.
La difusión de esta medalla comenzó a raíz de un proceso por brujería en Baviera, en 1647. En Nattenberg, unas mujeres fueron juzgadas por hechiceras, (preparaban veneno) y en el proceso declararon que no habían podido dañar a la abadía benedictina de Metten, porque estaba protegida por el signo de la Santa Cruz. Se buscó entonces en el monasterio y se encontraron pintadas antiguas representaciones de esta cruz, con la inscripción antes explicada, la que siempre acompaña a la medalla. La cruz-medalla de San Benito data de una época muy antigua y debe su origen a la gran devoción que el Santo profesaba al signo adorable de nuestra Redención y al uso frecuente que de él hacía y que recomendaba a sus discípulos para vencer las tentaciones, ahuyentar al demonio y obrar maravillas.
En un principio y durante muchos años , la devoción a esta Cruz-Medalla de San Benito, fué meramente local y exclusiva de los monasterios benedictinos; pero la curación milagrosa del joven Bruno (mas tarde el Papa León IX) en el siglo IX, y lo ocurrido con en Baviera en 1647 contribuyeron poderosamente a su propagación. La victoria sobre el demonio por la cruz de Jesucristo, que es luz y guia para el fiel, y que se opone al veneno y a la maldad del tentador, el cristiano que lleva la medalla no lo hace con una preocupacón supersticiosa por apartar a los malos espíritus, sino consiente que es por la presencia del Señor Jesucristo y una vida conforme a la gracia, como habrá de mantener alejado al diablo.
El demonio si bien ha sido derrotado, tiene sus asechanzas, y encuentra muchas veces en nosotros un oído que se deja seducir. San Benito nos exhorta a no atender a esa voz que nos sugiere cosas malas, y escuchar mas bien la que nos viene de Dios, en el Evangelio.

