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Arte Sacro

Con que Comulgas?

 

El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema*».

El dogma de la Transubstanciación fue decretado por el Papa Inocencio III, en el año 1215 .

Lc 22,19-20: «Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama».

 

Jn 6,35: «Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás».

 

1Cor 11,26: «Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga».

 

En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo entero.

 

Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

 

San Ambrosio dice respecto a esta conversión: “Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada… La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela”».

 

Dice Santo Tomás de Aquino: «En esta conversión hay más cosas difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada. Crear, sin embargo, es propio de la Causa Primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental (de la Eucaristía) no sólo es difícil que este todo (el pan y el vino) se transforme en este otro todo (el Cuerpo y la Sangre de Cristo), de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producir, sino que también queden los accidentes desaparecida la substancia…».

Ignacio de Antioquía escribe contra los que no creen que Cristo haya asumido la carne humana, por ello es que niegan asimismo la Eucaristía, pues no confiesan que la Eucaristía es la carne de nuestro salvador Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados, la que por su benignidad resucitó el Padre. «Los que contradicen el don de Dios, litigando, mueren. Más les convendría amar para que resucitaran» (Ad Smirniotas c.7, No. 1 PG 5,731).

 

Justino hablando de la Eucaristía dice: «Este alimento se llama entre nostros ´Eucaristía´, del cual a ningún otro es lícito participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera, ya que ha sido purificado por el bautismo para el perdón de los pecados y para la regeneración; y que vive como Cristo enseñó. Estas cosas no las tomamos como pan ordinario ni como bebida ordinaria, sino que así como por el Verbo de Dios, que se encarnó, tomó carne y sangre para nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que el alimento eucaristizado mediante la palabra de oración que procede de él (alimento con el que nuestra carne y nuestra sangre se nutren con arreglo a nuestra transformación) es la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó» (Apología 1,65,ss).

 

Ireneo dice: ¿Cómo, pues, les constará que este pan en el que han sido dadas las gracias, es el cuerpo del Señor y el cáliz de su sangre, si no dicen que él es el Hijo del hacedor del mundo, su Verbo, por el que el leño fructifica y las fuentes manan, y la tierra da primero tallo y despues espiga y finalmente trigo pleno en la espiga? (Adv. Haer 4,18; PG 7,1027). También contra los herejes se pregunta cómo ellos no admiten la resurrección de la carnes, siendo que en la Eucaristía nos alimentamos de la carne resucitada de Cristo (Adv. Haer 4,18; PG 7,1027).

 http://es.catholic.net/sectasapologeticayconversos/574/2546/articulo.php?id=24865

Anatema = Maldito, excomulgado, condenado a ser apartado o separado, cortado como se amputa un miembro, de una comunidad de creyentes.wikipedia

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De #bottegadivina

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