En la árida colina de Muqattam, en el extremo sureste de El Cairo, varios miles de persones acuden cada jueves a la iglesia de San Simeón con la esperanza de que el poder de Jesucristo les cure o les libere del Demonio, a ellos o a sus seres queridos.
Y la mayoría de los que acuden allí al poder de Jesús son musulmanes. En Egipto, la población cristiana apenas llega al 10%, casi todos coptos.
La ruta hacia la iglesia atraviesa los peores barrios de la megaciudad egipcia, los barrios de basureros, de polvo, calles oscuras, ratas y toneladas de desechos apilados.
Pero San Simeón es un oasis espiritual que levantó el sacerdote copto Samaan en los años 90. Él lleva practicando exorcismos y oraciones pidiendo curación desde los años 70 y su fama en Egipto es enorme.
«La ceremonia semanal es una sucesión de cánticos y plegarias interrumpidos a menudo por los espeluznantes alaridos de los hechizados que pueblan los primeros bancos», explica Francisco Carrión en un artículo en ElMundo.es, desde El Cairo, del que extractamos algunos párrafos.
»»Estoy enferma. He acudido a muchos médicos sin sentir el más mínimo alivio. Mis amigos me aconsejaron que viniera porque me han hecho magia negra», relata Manal Adl Falil, una musulmana de 35 años llegada desde la provincia de Menufiya, en el fértil Delta del Nilo.
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| El padre Samaan bendice a quien se lo pide |
»La brujería también ´habita´ el cuerpo de la musulmana Azza, una madre de 28 años y habitante de la mediterránea Alejandría. «Está endemoniada desde hace 6 años. Grita constantemente y cuando escucha recitar el Corán se queja de que le duele el corazón y se desploma», asegura su progenitora Zeinab. «Es la primera vez que entramos en una iglesia porque en la mezquita no pudieron curarla».

