Los tres secretos revelados por la hermana Lucía en 1942 son:
1) -La primera parte, la visión del infierno.
Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.
Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:
2) — Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.
3) -Tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima.
«Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.
Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!
Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios.»
Justo después – dice Sor Lucía –
“Sentí mi espíritu inundado por un misterio lleno de luz que es Dios y en Él he visto y oído: la punta de un lanza-llamas que se desprende, toca el eje de la tierra y [la tierra] se sacude: montañas, ciudades, pueblos y aldeas con sus habitantes están enterrados. El mar, los ríos y las nubes está fuera de sus límites, se desbordan, las inundaciones arrastran con ellas, en un remolino, casas y personas en un número que no puede ser contado; es la purificación del mundo del pecado en que está inmerso. El odio, la ambición, provocan guerras detructivas. Después sentí el aumento de latidos de mi corazón y en mi espíritu una voz tranquila, que dijo: ‘en el tiempo, una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia, Santa, Católica, Apostólica. El cielo en la eternidad’. Esta palabra, ‘cielo’, llenó mi corazón de paz y felicidad, tanto es así que, casi sin darme cuenta, seguí repitiendo por algún tiempo: el Cielo, el Cielo.”
El texto inédito que acabo de mencionar es un documento muy interesante, donde desde de adentro se confirma con facilidad la reconstrucción histórica de que el Tercer Secreto se compone de dos partes: una, la visión, que fue escrita y enviada antes, mientras que la otra – que en las palabras de la Virgen María es el “significado” de la propia visión -, fue escrita y enviado más tarde.
Es el famoso y misterioso “anexo” que dio a entender Capovilla. Este es el texto, que todavía no está publicado, que presumiblemente es la parte que más asustó a la hermana Lucía. La misma parte que asustó a Juan XXIII (pero también antes de él, al Papa Pío XII) y Roncalli decidió no revelarlo porque – a su juicio – podría ser sólo un pensamiento de la Hermana Lucía y no tienen origen sobrenatural.
Está luego la cita famosa del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal de cuatro papas, incluyendo a Juan Pablo II:
“En el Tercer Secreto se anticipa, entre otras cosas, que la gran apostasía en la Iglesia comienza por lo más alto”.
Los católicos tienen buenas razones para creer que hay aún una parte del Secreto –un segundo texto que aún no ha sido revelado- que tiene un “contenido explosivo” referente a una apostasía masiva en la Iglesia.


