El 20 de julio de 1936 los milicianos asaltaron, saquearon e incendiaron el Seminario Salesiano de Carabanchel, e hicieron prisioneros a los profesores y alumnos encerrándoles en el Ayuntamiento de Carabanchel, luego fueron fusilados.
El 21 de julio los milicianos asaltaron y destruyeron la iglesia y el convento de las Clarisas, la iglesia de San Sebastián Mártir fue incendiada y la Escuela de Reforma Santa Rita fue saqueada y cinco de sus religiosos fusilados.
En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30, España fue envuelta en la niebla diabólica de la ideologia comunista, que mató a millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos, escuelas católicas y destruyendo.
Los mártires no fueron caídos de la Guerra Civil, fueron víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia, no eran provocadores sino personas pacíficas.
El proceso mental que conduce al anticlericalismo es sencillo. Se parte de la creencia de que la religión católica como tal es buena, bella y verdadera: pero los que la sirven son malos, mentirosos y de fea conducta.
La inmoralidad, la falta de conducta, se atribuyen entonces a defectos de la misma organización de la Iglesia, son ya los dogmas los que se atacan.
Fueron asesinados: 6.832 religiosos de las cuales 13 eran obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos y 283 religiosas.

