En todo instituto y modo de vivir virtuosamente conviene perseverar, porque intentar aora una cosa, y luego, otra, es señal de ánimo liviano. Algunos passan del estado baxo al más alto, y no los lleva desseo de aprovechar, sino humor de novedad. Muchos mudan casa, no cansados del lugar, sino de sí mismos. Algunos, aviendo vivido bien (y es el peor género de inconstancia), dan en vicios y pecados. Si queremos salvarnos, mucho devemos procurar que, aviéndonos inspirado el Espíritu Santo algún buen propósito, y exercitádole algún tiempo, siempre insistamos en él, y con la misma promptitud | y gana que començamos le prosigamos, porque con tanto cuidado se deve procurar en el camino del Cielo el no bolver atrás como el ir adelante. Es la perseverança la túnica talar de Aarón, que llega de la cabeça a los pies. Es la cola del animal que mandava Dios se le ofreciesse. Es el calcañar que quebranta la cabeça de la serpiente, el demonio.
Sara, hija de Raguel, afligida con la muerte de siete maridos, y perseguida, dándoselo en rostro una criada suya, perseveró en oración y fue libre de semejante angustia, quedando casada y muy contenta con Tobías, varón santo. Es del Libro de Tobías, capítulo octavo.
David pecó, y limpió el pecado con la penitencia, viviendo en adelante con mayor cuidado de servir a Dios y ser humilde, por lo cual también fue después grato a Dios, como lo avía sido antes que pecasse. A cuya imitación, si interrumpiéremos el camino de la virtud con alguna culpa, bolvamos a él por la penitencia. Y porque antes de bolver al camino recto sucede venir la muerte, el apartarse dél es peligroso, el continuarle, seguro. Es del Segundo Libro de los Reyes, capítulo onze.
Fuenos, como en todo lo demás, espejo y dechado de perseverancia el Hijo de Dios, Jesucristo, Nuestro Señor, como parece en el processo del Evangelio. Predicava a los pueblos sin cansarse, curava enfermos de diversas enfermedades. En cuarenta días ni comió ni bevió, en un desierto, desvelándose en oración y sufriendo ser tentado del diablo. Amó a sus Apóstoles hasta la fin y padeció afrentas y tormentos, muriendo en una Cruz. Nunca en el exercicio de las virtudes hizo pausa, para enseñar que devemos caminar siempre por esse camino. Y assí dixo por San Mateo, en el capítulo dézimo: «No el que comiença, sino el que perseverare hasta la fin, ésse será salvo». Y en particular es bien que | consideremos que por tres vezes oró Cristo en el huerto; no desistió de la primera vez, sino que añadió segunda y tercera, como desiste el gusanillo cargado de pecados si luego de la primera instancia no es despachado a su voluntad. Si persevera el Hijo de Dios orando, ¿cómo no persevera el hombre? Si ora el médico, ¿cómo no ora el enfermo? Si persevera clamando el que es fuente de todos los bienes, ¿cómo no perseverará el que es abismo de todos los males?
Fructus Sanctorum y Quinta Parte del Flos Sanctorum (1594), de Alonso de Villegas

