La Pascua que Jesús fue asesinado había en Jerusalén unas 800.000 personas de todo el mundo.
Todos lo vieron llegar como mesías y celebraron su entrada, luego declaró ante el sanedrín “Os digo que un día veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo”. Entonces el pontífice rasgó sus vestiduras, diciendo: “Ha blasfemado”. Mat 26:64-65
Todo Jerusalén lo vio cargar una cruz y morir en ella, todos sufrieron el terremoto y testificaron el eclipse de sol en luna llena, (reportado por los Griegos y los Chinos) luego vieron las tumbas abiertas de los patriarcas que habían resucitado y les hablaban del mesías, luego Se apareció a los apóstoles, posteriormente a un grupo de más de 500 y luego 40 días después vieron al mismo Jesús resucitado, ascender a los cielos.
“Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y se apareció a Cefas, y después a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía y algunos ya han muerto”. 1Co 15:3-6
“Mientras ellos lo observaban, se elevó, y una nube lo ocultó a sus ojos. Hch 1:9
“Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, inútil es nuestra predicación, inútil es también vuestra Fe”. 1Co 15:13
«Es propio de los cristianos creer en la resurrección de los muertos. Cristo, nuestra cabeza, la mostró en Sí mismo y la ha dejado como ejemplo para nuestra fe» San Agustín.
La causa del asesinato de Cristo es Su declaración de la vida después de la muerte. Él testifica ser hijo de Dios y profetiza su propia resurrección a los 3 días.
“Los judíos le dijeron: ¿Qué señal das para obrar así? Jesús dijo: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”. Juan 2:18-19
«… y al final del mundo irán los que obraron el bien a la resurrección de la vida; y los que obraron el mal, a la resurrección de la condenación (Jn 5, 29; Mt 25, 46)»
Cuando Dios interviene en la historia, está juzgando. Y su intervención tiene siempre una doble vertiente: salvífica y condenatoria.
San Gregorio Magno en el año 580 decía;
«Pensad, hermanos carísimos, que os encontráis en la presencia de aquel Juez. ¡Qué terror en aquel día, en el que ya no habrá remedio para la pena! ¡Qué confusión y qué vergüenza cuando se tenga que dar cuenta de los pecados delante de todos los ángeles y de todos los hombres! ¡Qué pavor producirá ver irritado a Aquel, a quien la mente humana ni siquiera puede ver cuándo se encuentra pacífico! Contemplando este día, dijo con toda propiedad el profeta:
«Aquel día será día de ira, día de tribulación y angustia, día de calamidad y miseria, día de tinieblas y oscuridad, día de nubes y borrasca, día de trompetas y griterío» (Sof 1, 15).
La resurrección tendrá lugar en el último día, al final del mundo.
Es un evento universal, pues resucitarán todos los muertos, tanto los justos como los pecadores.
Este tipo de “eventos” ya ha sucedido otras veces:
Jesús resucitó al hijo de la viuda de Naín, a la hija de Jairo y a Lázaro.
“La tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos, y muchos cuerpos de santos, que habían muerto, resucitaron,» y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de El, vinieron a la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos”. Mat 27:52
“En Cristo serán todos vivificados. Pero cada uno a su tiempo: el primero Cristo; luego los de Cristo, cuando El venga.» Después será el fin, cuando entregue a Dios Padre el reino, cuando haya reducido a la nada todo principado, toda potestad y todo poder. Pues preciso es que El reine “hasta poner a todos sus enemigos bajo su pies.”
«El último enemigo reducido a la nada será la muerte” Co 15:22
La iglesia es el cuerpo Místico de Cristo, Jesús es “también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia; él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que él sea el primero en todo.” Col 1:18
La Virgen María, «asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial» también está viva.
Pero, cómo será?
“Hubo un agitarse y un acercarse huesos a huesos. Miré y vi que vinieron nervios sobre ellos, y creció la carne y los cubrió la piel, pero no había en ellos espíritu…y entró en ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie, un ejército grande en extremo…Así habla el Señor, Yahvé: Yo abriré vuestros sepulcros y os sacaré de vuestras sepulturas… y sabréis que yo soy Yahvé cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío”. Eze 37:7-13
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