Alegría

Beethoven escribió una oda a la alegría, inspirado en el poema del mismo nombre de Friedrich Schiller. Oor sugestión de la logia, describe el ideal de una sociedad igualitaria unida por el vínculo de la alegría y la amistad. De espaldas a la realidad del Dios encarnado que nos ofrece la salvación a través de los sacramentos. Empieza asi:

Alegría, hermosa chispa de los dioses, hija de Elisio, Entramos, borrachos del fuego Celestial.

En la mitología griega a la «isla de los benditos» o Eliseo, son arrebatados aquellos héroes que han sido amados por los dioses o a quienes se les ha dado la inmortalidad.

Evidentemente, el ideal pagano resucitado por las revoluciones, que pretenden reemplazar al verdadero Dios, por un ser a quien llaman la diosa razón, un demonio que tiene preferidos.

Ignorando la realidad del verdadero Dios, quien ha dicho que todos somos inmortales y lo ha demostrado resucitando, también, que la inmortalidad la viviremos en el cielo, que Él nos tiene preparados a todos los que, por la virtud en este mundo lo merezcamos, o el infierno, ganado por nuestro rechazo a esta promesa y sus mandamientos.

Es un cielo, dice santa teresa, quien se contenta con sólo contentar a Dios y no hace caso de contento suyo. ¡Queriendo algo más lo perderá todo¡.

No puede haber, lugar para la tristeza, cuando sabemos que ha nacido aquel que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa. Que nadie se considere excluido de esta alegría, nuestro Señor, vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la conversión. (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 1, en la Natividad del Señor).

No dijo San Pablo que el reino de Dios consistía en la alegría de una manera general y absoluta, sino que precisa y especifica, que se trata de una alegría o gozo en el Espíritu Santo. Él sabía de sobra que existe otra alegría, una alegría reprensible de la cual está escrito: El mundo se alegrará. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís, porque lloraréis! (Lc 6, 25; Jn 16, 20) (CASIANO, Colaciones, 1, 14).

Perdemos la alegría verdadera por el deleite de las cosas temporales (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

Nada hay más infeliz que la felicidad de los que pecan (SAN AGUSTIN, Catena Aurea, vol. 1, p. 325).

Una persona alegre obra el bien, gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En cambio, el triste siempre obra el mal (PASTOR DE HERMAS, Mand. 10, 1).

Los santos, mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si siempre estuvieran celebrando la Pascua (SAN ATANASIO, Carta 14).

Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres y se glorían de su pobreza más que los reyes de su diadema (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 38).

El comerciante no se entristece gastando en las ferias lo que tiene, para adquirir sus mercancías; pero tú te entristeces (hace referencia al joven rico) dando polvo a cambio de la vida eterna (SAN BASILIO, en Catena Aurea, val. VI, p. 313).

En la tierra hasta la alegría suele parar en tristeza; pero para quien vive según Cristo, incluso las penas se truecan en gozo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 18).

El gozo en el Señor debe ir creciendo continuamente, mientras que el gozo en el mundo debe ir disminuyendo hasta extinguirse. Esto no debe entenderse en el sentido de que no debamos alegrarnos mientras estemos en el mundo, sino que es una exhortación a que, aun viviendo en el mundo, nos alegremos ya en el Señor, Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en realidad (SAN AGUSTIN, Sermón 21).

Cada vez que nos reunimos en la Eucaristía somos fortalecidos en la santidad y renovados en la alegría, pues la alegria y la santidad son el resultado inevitable de estar más cerca de Dios. (JUAN PABLO Il, Hom. 2II1981).

La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos. Por esto el salmista invita a toda la creación a celebrar la resurrección de Cristo, al decir que hay que alegrarse y llenarse de gozo en este día en que resucitó el Señor (SAN MÁXIMO DE TURIN, Sermón 53).

Amas la justicia y aborreces la iniquidad; Yahvé, tu Dios, te unge con el óleo de la alegría Sal

45:8 

Servid a Yahvé con júbilo, venid gozosos a su presencia. Sal 100:2