El Reino de Maria

Reina de los Cielos es un título dado a la Virgen María, la madre de Jesucristo, por la Iglesia católica, en el Concilio de Éfeso, del siglo v, donde la Virgen María fue proclamada «Theotokos», es decir, «Madre de Dios». Aunque algunos no lo aceptan, y niegan el dogma de la inmaculada concepción, como son todas las denominaciones declaradas herejes y excomulgadas.

«Así como por Eva, desobedediente, devino causa de muerte para ella misma y para todo el género humano, por lo mismo María, devino, por obediencia, causa de salvación para ella misma y para todo el género humano (…) El nudo de la desobediencia de Eva ha sido desanudado por la obediencia de María, lo que Eva había atado por su incredulidad, la Virgen María lo

ha desatado por su fe.»

El reino de Dios son los cielos y la tierra, pero en la tierra se le ha dado autoridad a uno que se hace llamar príncipe, desde que engañó a la mujer. Jesús vino a restaurarlo todo, pero fue asesinado por la sinagoga de Satanás, así que el tiempo de la restauración se pospone hasta que se dé la conversión voluntaria de un numero de elegidos que reemplace a los ángeles caídos.

Antes de ese momento se dará la iluminación de las almas o aviso, ultima oportunidad de conversión, vendrán los últimos tiempos y la purificación, porque nada impuro llega a Dios y a continuación el reino de María que en la biblia se conoce como milenio, un periodo de paz en el que se restaura en la tierra el jardín del edén, pero que al final del cual -descrito en la biblia como la sexta iglesia o Filadelfia- la naturaleza pecadora del hombre o concupiscencia, suscitará el anticristo, lo que provocará la segunda venida de cristo y el juicio final.

Concentrémonos en el reino de María, del cual estamos a las puertas, si consideramos que la tribulación empezó con la herejía protestante hace 500 años.

Este reino se distinguirá por las virtudes de quienes vivan en él, que son las mismas de María y que son:

Amor de María a Dios, Dice san Anselmo: Donde hay mayor pureza, allí hay más amor.

Amor de María al Prójimo: «Este mandato hemos recibido del Señor: que quien ame a Dios ame también a su hermano» (1Jn 4,21).

Fe de María; Así como la santísima Virgen es madre del amor y de la esperanza, así también es madre de la fe. «Yo soy la madre del amor hermoso y del temor, del conocimiento y de la santa esperanza» (Ecclo 24,24).

Esperanza de María; De la fe nace la esperanza. «Mas para mí, mi bien es estar junto a Dios. He puesto mi cobijo en el Señor» (Sal 72,28).

Castidad de María; «Toda espléndida la hija del rey, va dentro con vestidos de oro recamados…; vírgenes con ella, compañeras suyas, donde él (Dios) son introducidas» (Sal 44,14-15).

Pobreza de María; «Por vosotros se hizo pobre siendo rico, y con su pobreza todos hemos sido enriquecidos» (2Co 8,9).

Obediencia de María; «He aquí la esclava del Señor». Le dijo al ángel y luego recitó  «Miró la humildad de su esclava» (Lc 1,48)

Paciencia de María: «Mediante vuestra paciencia salvaréis vuestras almas» (Lc 21,19).

Oración de María; «Hay que rezar siempre y no cansarse de rezar» (Lc 18,1).

Vano seria pretender que pecadores contumaces ingresen en este reino de perfección de María si no tienen estas virtudes y menos si no han cauterizado sus vicios, es por eso que el primer mundo murió en un diluvio de agua y el segundo morirá en una lluvia de fuego, que cauterice estos pecados, pero será el fuego del espíritu santo, que da la oportunidad de la conversión o de lo contrario no se salvaría nadie.

San Luis de Montfort, cuando anunciaba la venidera era del reino de María, enseñaba que los hombres respirarán a María, que los hombres, conociéndola, admirándola y amándola querrán ser reflejos perfectos de Ella, hija del padre, madre del hijo y esposa del espíritu santo, es decir, la imitación de Cristo, es la imitación de Maria.