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Osmogenesia

Osmogenesia es la liberación de aroma agradable y suave del cuerpo mortal de algunos santos o de los sepulcros donde yacen sus reliquias, como símbolo del «buen olor» de las virtudes heroicas que practicaron sus fieles servidores.

Los casos históricos más notables son los de Santa Ludwina, Santa Catalina de Ricci, San Felipe Neri, San Gerardo María Mayela, San Juan de la Cruz, San Francisco de Paula, Santa Rosa de Viterbo, Santa Gema Galgani, San José de Cupertino, y otros grandes santos.

Es unAroma que persiste mucho tiempo después que el santo se ha alejado. En el caso de San jose de cupertino, su habitación estaba impregnada; se adhería a los muebles y penetraba en los corredores del convento; de suerte que los que querían visitarle, sin conocer su celda, podían distinguirla fácilmente por este olor, que era de tal modo penetrante, que se comunicaba por mucho tiempo a los que le tocaban o aun a los que le visitaban. La celda del Santo conservó este buen olor durante décadas. Entre los santos cuyas reliquias o sepulcros han exhalado suaves olores se citan a San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás de Aquino, San Raimundo de Peñafort, Santa Rosa de Lima, Santo Tomás de Villanueva, Santa Teresa, Santa Francisca Romana, la Beata Catalina de Raconixio y muchos más.

Generalmente se trata de un aroma singular que no tiene nada de común ni parecido a los perfumes de la tierra. Los testigos que los experimentaron agotan todas las analogías y semejanzas para dar a entender la suavidad y fragancia de este perfume misterioso, y acaban por decir que se trata de un aroma inconfundible, de una emanación de la bienaventuranza eterna que no tiene nada comparable sobre la tierra. Al respecto. El perfumero de la corte de Saboya fué enviado al convento de la Bienaventurada María de los Angeles para intentar reconocer la naturaleza del olor que exhalaba la sierva de Dios. Quien declaró que no se parecía a ninguno de los perfumes conocidos. Las religiosas, sus compañeras, solían llamarle «olor de paraíso o de santidad»

El fenómeno de los aromas exhalados por los santos no puede explicarse naturalmente. El cuerpo humano en estado normal despide de sí un olor que varía según las razas, sexo, pigmentación cutánea y pilosa y clase de alimentación. Pero, en conjunto, todos estos olores son poco agradables, y por eso se trata de atenuarlos o encubrirlos con los cuidados de la higiene y el empleo de perfumes.

Benedicto XIV, escribe: «Que el cuerpo humano pueda naturalmente no oler mal, es muy posible; pero que huela bien está por encima de sus fuerzas naturales, como enseña la experiencia. Por consiguiente, si el cuerpo humano, corrompido o incorrupto, en putrefacción o sin ella…, exhala un olor suave, persistente, que no moleste a nadie, sino que parezca agradable a todos, hay que atribuirlo a una causa superior y hay que pensar en un milagro»

Si a esto añadimos los efectos sobrenaturales que suele producir el fenómeno en el alma de los que lo perciben—devoción, paz, impulsos de santificación, etc.—, habremos puesto fuera de duda la sobrenaturalidad del mismo.

Sin embargo, Entre las numerosas artimañas que el demonio utilizó para inspirar al Bienaventurado Jordán de Sajonia pensamientos de vanagloria, fué una la de provocar una emanación deliciosa que se escapaba de sus manos y embalsamaba todo el convento. Pero, habiendo rogado el santo religioso al Señor que le hiciera conocer de dónde venía aquel olor, supo por revelación que se trataba de un ardid de Satanás para tentarle de vanidad y complacencia en sí mismo. A partir de aquel momento, el olor desapareció completamente. Podríamos llamarlo olor a palo santo o sahumerio, que se usa para hacer brujeria mientras los aromas del cielo podemos asociarlos al lirio de la virgen y san José, el Nardo con que ungieron a jesus, la Mirra que le llevaron los reyes magos o el incienso litúrgico.

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De #bottegadivina

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