
«Os advertimos que el que no quiere trabajar no coma. Porque hemos oído que algunos viven entre vosotros en la ociosidad» 2 Tesalonisenses 3 10
San José Obrero, Patrono contra el comunismo, 1 de Mayo.
Francisco, en su homilía del domingo 11 de abril, del año 2021 comentó los Hechos de los Apóstoles donde relatan que «nadie consideraba su propiedad lo que le pertenecía, sino que entre ellos todo era común» y dijo: esto «no es comunismo, es cristianismo en estado puro». Era el domingo de la Divina Misericordia.
«Por ti será maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; Con el sudor de tu rostro ganarás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás. Genesis 3,17-19
Francisco, ha sido criticado por haber puesto en discusión la intocabilidad del derecho a la propiedad privada y sus palabras han sido asociadas al marxismo y al comunismo.
“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Ef. 4:28).
El 30 de octubre del 2020, en un mensaje con motivo de la apertura de los trabajos de la Conferencia Internacional de los jueces miembros de los Comités para los derechos sociales de África y América, Francisco dijo: “Construimos la justicia social sobre la base de que la tradición cristiana nunca ha reconocido como absoluto e intocable el derecho a la propiedad privada, y siempre ha subrayado la función social de cualquiera de sus formas. El derecho a la propiedad es un derecho natural secundario derivado del destino universal de los bienes creados. No hay justicia social capaz de hacer frente a la inequidad que presuponga la concentración de la riqueza”.
“No hurtarás” (Rom. 13:9) es una declaración que afirma el derecho a la propiedad privada.
Francisco en la encíclica Fratelli tutti, publicada el 4 de octubre de 2020, en el número 120 dice: «Vuelvo a hacer mías y a proponer a todos unas palabras de san Juan Pablo II cuya contundencia quizás no ha sido advertida: «Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno»[94]. En esta línea recuerdo que «la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada».[95] El principio del uso común de los bienes creados para todos es el «primer principio de todo el ordenamiento ético-social»[96], es un derecho natural, originario y prioritario[97].
Al hijo, ni a la mujer, ni al hermano, ni al amigo, jamás en tu vida les des potestad sobre ti, ni cedas a otro lo que posees, para que no suceda que arrepentido hayas de pedirle rogando que te lo devuelva. Eclesiastico 33,20
Todos los demás derechos sobre los bienes necesarios para la realización integral de las personas, incluidos el de la propiedad privada y cualquier otro, «no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización», como afirmaba san Pablo VI[98]. El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica».
“La mano negligente empobrece, más la mano de los diligentes enriquece”, Prov. 10:4
En el párrafo 93 de la encíclica Laudato si’. Alabada Seas, escribió: “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada”.
La responsabilidad de cada persona es maximizar el rendimiento de la inversión del Propietario, utilizándolo para servir a otros (Mat. 25:14–30)”
El 30 nov 2020, Francisco ratificó que el derecho de propiedad privada es “un derecho natural secundario derivado del que tienen todos”
Sólo en una sociedad que permite la propiedad privada, el individuo podrá utilizar su propiedad para servir a otros (1 Tes. 4:11-12; Ef. 4:28).
San Juan Pablo II Con toda claridad explicó que ‘la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les ha dado’.
Eclesiastico, 7:16 No aborrezcas el trabajo aunque sea penoso, ni la labranza del campo instituida por el Altísimo.
Por lo tanto afirmó que ‘no es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos’. Esto cuestiona seriamente los hábitos injustos de una parte de la humanidad”.
Si el Señor quiere y vivimos, haremos esto o aquello. Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y pasaremos allí el año, y negociaremos, lograremos buenas ganancias, Stg 4, 13-14
Pío XII, en la carta Sertum laetitiae dirigida en noviembre de 1939 a los obispos americanos, y luego en el Radiomensaje del 1 de junio de 1941 con motivo del 50º aniversario de la encíclica Rerum novarum, se había detenido en el uso de los bienes materiales, y había afirmado que era “una exigencia ineludible que los bienes creados por Dios para todos los hombres fluyan igualmente hacia todos, según los principios de justicia y caridad”.
Jesús describió a un mercader de perlas quien habiendo buscado y hallado “una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró” (Mat. 13:45-46). Un claro ejemplo de economía de libre mercado.
La Constitución Apostólica Exsul familia (1952), recuerda el principio del destino universal de los bienes en el contexto de las migraciones. El Papa Pacelli, de hecho, escribió que los movimientos migratorios permiten “la distribución más favorable de los hombres en la superficie de la tierra; una superficie que Dios creó y preparó para el uso de todos”.
1Ti 5:8 Pues si alguien no cuida de los suyos, y sobre todo de los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que un infiel.
En 1961, Juan XXIII conmemoró la enseñanza social de sus predecesores con la encíclica Mater et Magistra, y a propósito de la propiedad privada y de su finalidad social escribió: La razón de ser de la función social de la propiedad privada no ha desaparecido, como algunos tienden erróneamente a pensar; ya que brota de la naturaleza misma del derecho de propiedad. Además, siempre existe un amplio abanico de situaciones dolorosas y de necesidades delicadas y al mismo tiempo agudas, a las que las formas oficiales de acción pública no pueden recurrir y que, en cualquier caso, son incapaces de satisfacer. De ahí que siempre quede un vasto campo abierto a la sensibilidad humana y a la caridad cristiana de los individuos».
«Porque mejor es que tus hijos y siervos hayan de recurrir a ti, que no el que tú hayas de esperar el auxilio de las manos de tus hijos. En todas tus cosas mantén tu superioridad», Eclesiastico 33 22-23
“No se debe concluir en modo alguno que ha desaparecido, como algunos erróneamente opinan, la función social de la propiedad privada, ya que esta función toma su fuerza del propio derecho de propiedad. Añádase a esto el hecho complementario de que hay siempre una amplia gama de situaciones angustiosas, de necesidades ocultas y al mismo tiempo graves, a las cuales no llegan las múltiples formas de la acción del Estado, y para cuyo remedio se halla ésta totalmente incapacitada. Por lo cual, siempre quedará abierto un vasto campo para el ejercicio de la misericordia y de la caridad cristiana por parte de los particulares”.
Gén 2, 15 «Tomó, pues, el Señor Dios al hombre, y le puso en el paraíso de delicias, para que le cultivase, trabajase y guardase».
La Constitución conciliar Gaudium et spes, publicada en 1965 del Concilio Vaticano II, formuló claramente el principio del destino universal de los bienes: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”.
“El alma del perezoso desea, y nada alcanza” (Prov. 13:4) en cambio el hombre diligente será recompensado (Prov. 12:24; Ef. 4:28).
En 1967, Pablo VI publicó la encíclica Populorum progressio, vinculando el Magisterio social a la gran tradición de los Padres de la Iglesia: “Si alguno tiene bienes de este mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo es posible que resida en él el amor de Dios? Sabido es con qué firmeza los Padres de la Iglesia han precisado cuál debe ser la actitud de los que poseen respecto a los que se encuentran en necesidad.
«Asimismo, todos aquellos que se refugiaren en el templo, quedarán inmunes, y gozarán libremente de todos los bienes que posean» 1 Macabeos 10.27
Es decir, que la propiedad privada constituye un derecho incondicional y absoluto.
“Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?” (Prov. 6:9). “Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama” (Prov. 26:14). “El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar” (Prov. 21:25).
El número 48 de la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI, dice: “El tema del desarrollo está también muy unido hoy a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad”.
El 19 de marzo de 1937, el Papa Pío XI, emitió Carta Encíclica Divini Redemptoris, en la que condenó al comunismo por su “criminal perversidad”.
Pío IX, dos años antes de la publicación del, “Manifiesto” de Marx y Engels, ya había calificado las doctrinas de estos últimos, como “contrarias al derecho natural” e Intrínsecamente Perversas (Encíclica Qui Pluribus, 1846).

En la parábola de los talentos (Mat. 25:14-30), el Señor Jesús describió a un inversionista que proporcionó diversas cantidades de dinero (talentos) a tres diferentes hombres en función de sus capacidades. Así, pues, el primer siervo recibió cinco talentos, el segundo recibió dos, y el tercero recibió un solo talento. Los dos primeros hombres incrementaron las ganancias del dinero recibido, “Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor” (Mat. 25:18). A su regreso, el inversionista elogió a los dos inteligentes siervos, pero condenó al tercero por su pereza. El siervo perezoso, por su inutilidad, perdió la oportunidad que el dinero le había significado y fue echado “en las tinieblas de afuera” en “el lloro y el crujir de dientes” (25:30).
Ananias y Zafira, para darselas de generosos mintieron acerca del porcentaje de dinero que habían ofrendado.Respecto a una propiedad que habian vendido. Ellos no estaban obligados a nada, si querian consagrarse al servicio del señor habia muchas formas, pero no engañando a Dios, promoviendo un igualitarismo falso. Pedro Dijo «Ananías, ¿cómo ha tentado Satanás tu corazón, para que mintieses al Espíritu Santo?
Si era tuyo ¿Quién te quitaba el conservarlo? Y aunque lo hubieses vendido, ¿no estaba su precio a tu disposición? ¿Pues a qué fin has urdido en tu corazón esta trampa? No mentiste a hombres, sino a Dios. (Hech. 5:4).
En el plan de Dios, el hombre debe trabajar “haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Ef. 4:28). Así es cómo se puede cumplir con el mandamiento del Señor, quien dijo “Al que te pida, dale” (Mat. 5:42). El buen samaritano ayudó de su bolsillo a la víctima de un cobarde ataque, y dijo al mesonero (posadero) “Cuídame este hombre; y todo lo que gastares de más yo te lo abonaré a mi vuelta.” (Luc. 10:35).
“Así que, mientras tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y sobre todo a aquellos que son, mediante la fe, de la misma familia del Señor que nosotros.” (Gal. 6:10).
El compartir es fruto de la caridad fraterna, mientras el comunismo tiene su origen del odio de clases. Inoculado por satanás. Así que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura, Mateo 6, 33, donde Jesús enseña el único modo de que se restablezca el orden económico, no ciertamente por obra del hombre, como lo pretende con incorregibles fracasos la suficiencia humana, robándole al que trabajó y negandole la posibilidad de ser generoso, sino por obra de la activa Providencia Divina.
