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Predestinación?

A la luz de las enseñanzas de la Iglesia, no existe el pecado intergeneracional, afirmó el p. Czenczek, coordinador de exorcistas, a los participantes en la Conferencia Europea de la Asociación Internacional del Ministerio de la Liberación, que tuvo lugar en Jasna Góra.

Existe un modelo que nos permite ver la accion del mal en el hombre y sus consecuencias:

Dios advierte al pueblo las consecuencias de tener un rey como los demás pueblos, sin embargo, es desoído y entonces es investido Saul como primer rey. En él se exponen las advertencias de Dios y se ve como, el hombre cuando quiere ocupar ese lugar que es solo de Dios, se aferra a lo que Dios aborrece, cuando, luego de la victoria en la batalla contra los filisteos. 1º Samuel 15:3 “Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, No perdones: mata a hombres, mujeres y niños, aun los de pecho; bueyes y ovejas, camellos y asnos.»

Saúl desobedeció a Dios al no cumplir Su mandato de destruir a los amalecitas y todos sus animales, tomando para si botín, dejaron con vida al rey Agag y las mejores ovejas y los mejores bueyes, los más gordos y cebados, y los corderos, que representan los pecados que Dios quiere que erradiquemos de nuestras vidas

Saúl se convierte en el prototipo del humanista, siempre dispuesto a preferir las opiniones humanas a las divinas, y los bienes humanos a la amistad de Dios.

Ya habia advertido Dios las consecuencias de la infidelidad, los pecados que no tienen perdon que son contra si mismo, contra el Espiritu santo y los pecados que cargan quienes pecan contra el primer mandamiento, es decir contra Él.

Yo soy Yahvé, tu Dios; un Dios celoso, que castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian,» y hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos. Éxo 20: 5, 6.

Dios misericordioso y clemente, tardo a la ira, rico en misericordia y fiel,»
que mantiene su gracia por mil generaciones, y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero no los deja impunes, y castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación.”Éxo 34:6

Núm 14:18 Yahvé, tardo a la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebeldía, aunque no lo deja impune, y visita la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación.

Ahora veamos su gran misericordia en estos tiempos que Dios permite que pasen, como observacion de las generaciones, las cuales le diran a Dios si requintados en el pecado, merecen castigo o si merecen el perdon divino por no haberse enquistado en el pecado.

Pasando, vio a un hombre ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron diciendo: Rabí, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?
Contestó Jesús: Ni pecó éste ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Jua 9:1

Aqui Dios nos muestra que los vicios del antiguo testamento son falsas concepciones de la sinagoga y probablemente herencia de los falsos Dioses que Salomon permitió.

Jesus aqui rompe con el mito intergeneracional, introducido probablemente por Salomon y sus falsos Dioses, justo despues de Saul, primero y 3 y ultimo rey de israel, que se divide a causa de sus reyes.

La patrística dice que estas palabras se refieren a los hijos que imitan los pecados de sus padres. Los caminos del Señor son distintos de los nuestros, pues siempre obra con justicia y no castiga sin motivo.

Lutero y sus seguidores sostienen que el hombre no es limpiado con el bautismo del pecado original, no puede entender que la naturaleza humana, aunque afectada, no ha quedado corrompida por el pecado; por el contrario, para él está co­rrompida. La teología de Lutero al respecto está contenida básicamente en su Comentario a la Carta a los Romanos. Para Lutero no tiene sentido contemplar al hombre «en sí mismo», sino que hay que hacerlo siempre en su referencia a Dios. Si su relación con él está rota, toda la persona humana se halla en situación negativa. “El pecado original es no solo la privación de una cualidad en la voluntad, ni siquiera de la luz en el entendimiento, del vigor en la memoria, sino más bien la privación de toda rectitud y de todas las facultades, tanto del cuerpo como del alma. […] Además es proclividad al mal, náusea del bien, resistencia a la luz y a la sabiduría. […] Es como un enfermo, cuya enfermedad no es la privación de la salud de un miembro, sino el deterioro de todos los sentidos y facultades”. Asi que los pecados de los padres son heredados por los hijos, Maniqueismo puro, el conflicto entre un mundo de Luz bueno y espiritual, y un mundo de Oscuridad malévolo y material, de manera que no podemos hacer nada contra el pecado que nos posee.

El concilio de Trento responde y Afirma que la gracia del bautismo elimina de raíz todo cuanto es propia y verdaderamente pecado en el bautizado. No se trata solo de una no imputación extrínseca. Dios nada odia en los renacidos. La concupiscencia permanece en los bautizados pero solo permanece ad agonem, para el combate y no puede dañar a quienes no consienten apoyados en la gracia.

Decir que el Señor es un Dios «celoso» significa que su amor por el pueblo de Israel no tolera la «rivalidad» de otros dioses.

«Por el bautismo —dice san Pablo— somos sepultados con Jesucristo en muerte» (Rom 6. 5). «Dios nos hizo sentar en los cielos con Jesucristo, para mostrar a los siglos venideros las riquezas de su gracia» (Efe 2, 6, 7). Por el bautismo  «Ya no sois extranjeros o advenedizos, sino que sois ciudadanos de los santos y domésticos de Dios» (Efe 2, 19). Os hizo revivir con Él, perdonándonos todos los pecados, cancelando la escritura condenatoria que pesaba sobre nosotros, y la quitó de en medio, clavándola en la Cruz; y despojando los principados y las potestades, los sacó victoriosamente, triunfando en público de ellos en Sí mismo» (Col 2, 10, 12, 15) para haceros santos y sin mancilla, e irreprensibles delante de Él (Col 1, 22).

Jesús, humilló hasta la infamia a los espíritus infernales (1, 16 y nota), arrebatándoles la escritura donde constaban nuestras culpas y dejándolos así en descubierto al despojarlos de la prueba en que se fundaban para acusarnos como enemigos nuestros. Manera tan sublime como audaz de presentar todo cuanto debemos a nuestro divino Abogado. (I Juan 2, 1 s.). Cf. 3, 4; Lucas 21, 28; Juan 14, 31 y notas; Romanos 8, 23; Apocalipsis 12, 10, etc

Rom 6:4  Con El, pues, hemos sido sepultados por el bautismo en su muerte, para que como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de vida. Espiritualmente la sepultura del bautismo causa la muerte del pecado, porque los sacramentos de la nueva ley realizan lo que significan. Si hemos sido injertados en la semejanza de su muerte, lo seamos también en su resurrección, o sea, injertados en su semejanza, para que en lo presente vivamos con inocencia, y en lo futuro alcancemos una gloria semejante. El cual transformará nuestro vil cuerpo, y le hará conforme al suyo glorioso (Fil 3,21). Si hemos muerto con él, también con él viviremos (2 Tim 2,2). De modo que estamos muertos al pecado.

Un Dios celoso, para su esposa mística, la iglesia, que somos los fieles, y así como castiga severamente su infidelidad, la defiende también contra todos a los enemigos. Hasta mil generaciones mientras castiga solo Hasta la tercera y cuarta generación: Cf. Deuteronomio 5, 9-10; Jeremías 32, 18 ss.

Es éste uno de los pasajes más difíciles del Antiguo Testamento. Aunque nos hace ver que la misericordia de Dios es infinita —esto quiere decir el término “hasta mil generaciones”— aborda el tema del castigo colectivo, el cual resulta demasiado duro a la inteligencia humana, si bien la historia conoce muchos casos en que los hombres lo han practicado, especialmente después de haber ganado una guerra. Tenemos en la Sagrada Escritura varios ejemplos de culpa y castigo colectivos (cf. Josué 22, 16 ss.; Jueces capítulos 19-21; 11 Reyes 21, 1-14), pero muchos más casos de castigo individual (Números 12, 1 y 9-10; 16, 35; II Reyes 12, 14, etc.) y la promesa de Dios en Ezequiel 18, 20: “No pagará el hijo la maldad de su padre, ni el padre la maldad de su hijo”.

Esta es la regla que Dios, en su infinita bondad, observa para con nosotros, y que arranca a Santa Teresa las palabras: “Bendita sea tanta misericordia y con razón serán malditos los que no quisieren aprovecharse de ella” (Moradas, I, 4, 9). Sin embargo no podemos negar que todos formamos un cuerpo y sufrimos juntos las consecuencias del pecado de Adán y de muchos pecados de nuestros antepasados y contemporáneos.

San Gregorio y otros Padres aplican este pasaje a los hijos que heredan la iniquidad de sus padres; así entienden las palabras “los que me odian”. Pero siempre que lo permita la justicia usa Dios de misericordia, hasta mil generaciones, o, como traducen algunos, hasta la milésima generación (cf. 34, 6 s.). Por lo cual dice el Catecismo Romano: “Luego recordará el Párroco cuánto sobrepuja la bondad y misericordia de Dios a la justicia, pues airándose hasta la tercera y cuarta generación, extiende hasta millares su misericordia” (III, cap. 2. n. 36).

 “No cabe la menor duda de que este pasaje es la declaración de “Yo Soy el que Soy”, y que, por consiguiente, el nombre divino de Yahvé, en su sentido histórico literal, significa la presencia de Dios en medio de su pueblo y su asistencia continua para ejercer la justicia si el pueblo obra mal, y la misericordia si se mantiene fiel a Dios. Si Santo Tomás dice que en las palabras de San Pablo: que recompensa a los que investigan, se halla encerrada toda la obra de la divina Providencia en orden a la salvación de los hombres, no menos podemos decir del nombre de Yahvé, interpretado en la forma en que aquí lo hace Dios mismo”. Cf. 34, 5 ss. y nota.

Esta amenaza va contra todas las transgresiones en general, pero sobre todo contra los que conculquen estos dos primeros preceptos fundamentales. Ese celo es como la defensa de la divinidad de sus intereses, y aparece en todos los dioses paganos; pero éstos toleraban, al lado de su culto, el de otras divinidades secundarias. En cambio, Yahvé no tolera rival. En el castigo y en la retribución, las generaciones son solidarias.

La justicia y la misericordia van implicadas en la idea de solidaridad en el pecado y en la virtud. En la Biblia, el individuo suele ser considerado -antes del exilio- como miembro de una colectividad, y por eso sus actos tienen una resonancia social.

Después del destierro babilónico — deshecha la comunidad nacional —, la teología israelita se orienta más hacia el individualismo y la responsabilidad personal. Con todo, hemos de notar cómo la misericordia prevalece en los planes divinos sobre la justicia: hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos (v.6). Es una invitación al cumplimiento de los mandamientos después de anunciar los castigos.

En Deu 24:16 se dice que no pagará el hijo por el padre, ni el padre por el hijo, y que cada uno morirá por su pecado. Conforme a esta norma, se dice que el rey Amasias, para vengar la muerte de su padre Joás, “castigó a los servidores que habían matado al rey su padre, pero no hizo morir a los hijos de los asesinos, según está escrito en la Ley de Moisés.” La observación del autor sagrado es un indicio de que aún entonces se seguía la norma contraria en la administración de la justicia. Prueba evidente de esto la tenemos en la historia de David, que entregó a los gabaonitas los descendientes de Saúl para que pagasen las injurias que les había inferido, quebrantando el juramento que Israel les hiciera en otro tiempo. Y conforme a este modo de obrar de la justicia humana (regida por el principio de la solidaridad) se concebía la justicia divina. Pero los juicios de Dios van siempre dirigidos por su sabiduría y templados por su misericordia, aunque, al hablar a los hombres, la Escritura se amolda a su lenguaje y mentalidad.

La solidaridad familiar dio origen a esta ley, que pagaran los hijos por los padres. Esta ley es, en parte, natural en una organización de tribus en las que tiene que privar la ley de la defensa. La ley de la sangre es la defensa de las organizaciones primarias, y, en virtud de ella, los miembros de una familia tienen que pagar por los crímenes de uno de ellos.

Jesus Perfecciona con el sacramento del Bautismo esta mala interpretacion o diriamos esta ley del Talion, que se habia enquilostado en los errores de la sinagoga, para ello sana en sabado y pregunta es licito hacer el bien en sabado? y cura en sabado, rompiendo el concepto de maldicion generacional. De hecho al resucitar en Domingo rompe la ley del sabado que pasa a ser la adhesion a la sinagoga de los 613 pecados. recrimina por no hacer el bien al projimo en sabado pero en cambio si permitirse salvar al asno que cae en el pozo, poniendo criaturas irracionales por encima de los hijos de Dios.

Las tradiciones animistas orientales practicamente adoran a sus antepasados, este orientalismo permeó a la comunidad protestante y ya en nuestros dias por ejemplo los mormones estan levantando una base de datos universal para bautizar a todos los ancestros hasta Adan, valiendose de las actas de Bautismo de las iglesias católicas, levantando arboles genealogicos mundiales, para romper ataduras, bautizar y sanar el arbol genialogico, lo que llaman sanacion intergeneracional, que ha permeado finalmente al catolicismo y llevado a sacerdotes a caer en este pentecostalismo, mientras por falta de un Indice o una doctrina de la Fe mas proactiva, este error es hoy comun en la iglesia católica.

«Dios nos hizo sentar en los cielos con Jesucristo, para mostrar a los siglos venideros las riquezas de su gracia» (Efe 2, 6, 7). Por el bautismo  «Ya no sois extranjeros o advenedizos, sino que sois ciudadanos de los santos y domésticos de Dios» (Efe 2, 19).

Rom 6:4  Con El, pues, hemos sido sepultados por el bautismo en su muerte, para que como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de vida. Espiritualmente la sepultura del bautismo causa la muerte del pecado, porque los sacramentos de la nueva ley realizan lo que significan. Si hemos sido injertados en la semejanza de su muerte, lo seamos también en su resurrección, o sea, injertados en su semejanza, para que en lo presente vivamos con inocencia, y en lo futuro alcancemos una gloria semejante. El cual transformará nuestro vil cuerpo, y le hará conforme al suyo glorioso (Fil 3,21). Si hemos muerto con él, también con él viviremos (2 Tim 2,2). De modo que estamos muertos al pecado.

Dice El catecismo #1999 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificación (cf Jn 4, 14; 7, 38-39):

«Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo» (2 Co 5, 17-18).

La teoría del pecado generacional y la curación intergeneracional del padre Robert DeGrandis, contenida en su libro Healing Intergenerational, se basa en gran medida en la psicología de Carl Gustav Jung y en la investigación del Dr. Kenneth McAll. El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso ya se ha pronunciado sobre este tema en un documento titulado: Jesucristo, dador del agua de vida: una reflexión cristiana sobre la nueva era (2003). Condena las tesis erróneas de Jung adoptadas por el P. De Grandis, como la naturaleza trascendental de la conciencia y la introducción de la idea del inconsciente colectivo como una especie de depósito de símbolos y recuerdos comunes a personas de diferentes edades y culturas. Según el Pontificio Consejo, Jung contribuyó a la «sacralización de la psicología» introduciendo en ella elementos de especulación esotérica.

La «reencarnación del pecado» o la «propagación» del pecado a las generaciones sucesivas, enseñada por los seguidores de la «curación intergeneracional», no tiene justificación ni en las Escrituras ni en la Tradición y enseñanza de la Iglesia. Este tipo de ideas infundadas son muy peligrosas para la vida espiritual de los fieles y la doctrina de la Iglesia misma. Promocionarlos conduce a una especie de «calmar» o «silenciar» las conciencias al transferir la responsabilidad de sus errores, pecados y maldades cometidos a las generaciones anteriores. Esto libera al creyente de la vigilancia, que se convierte en fuente de más pecados. Mientras tanto, un cristiano debe caracterizarse por la actitud de vigilancia constante, como lo enseña S. Piotr: “¡Sé sobrio! ¡Mantente despierto! Tu adversario el diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar. ¡Resístenle, firmes en la fe! » (1 Pe 5,8).

10. La práctica de la oración o Santa Misa. con una oración por la curación intergeneracional o por la liberación del pecado generacional, muestra claramente la falta de fe, o al menos la incredulidad en la eficacia de la gracia sacramental, en primer lugar del santo bautismo. En este sacramento somos libres de todo pecado. Sí, hay ciertas consecuencias temporales del pecado en la persona bautizada, como el sufrimiento, la enfermedad, la muerte o las discapacidades inherentes a la vida, como la debilidad de carácter y la tendencia al pecado. Sin embargo, todo pecado ha sido borrado. Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. ° 1262): “El bautismo perdona todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, así como todas las penas por el pecado. Por tanto, no queda nada en los que han renacido que les impida entrar en el Reino de Dios.

Conclusión: Teniendo en cuenta todos los comentarios hechos, se postula que la autoridad de la iglesia debe advertir inequívocamente contra el uso de los términos «pecado generacional» y «sanación intergeneracional» en la predicación. También debería prohibir oficialmente la celebración de las Santas Misas y los servicios con una oración por la curación de los pecados generacionales o por la curación entre generaciones.

En este contexto, conviene recordar a los pastores que las diversas formas de oración para la curación de los enfermos, practicadas durante siglos, también como parte de la liturgia de la Santa Misa, deben celebrarse de acuerdo con los libros litúrgicos y las instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe Ardens felicitatis desiderium.

La Renovación Católica Carismática no es el único movimiento mundial unificado. No tiene un fundador o grupo de fundadores así como muchos otros movimientos. El común denominador del movimiento es el “bautismo en el Espíritu Santo”.

La Renovación Católica Carismática no es el único movimiento mundial unificado. No tiene un fundador o grupo de fundadores así como muchos otros movimientos. El común denominador del movimiento es el “bautismo en el Espíritu Santo”.

Representantes destacados.

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De #bottegadivina

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