Joseph Ratzinger, publicó una Instrucción SOBRE LAS ORACIONES PARA OBTENER DE DIOS LA CURACIÓN, en septiembre del año 2000 que, a norma del can. 34 del Código de Derecho Canónico, sirve para ayudar a los Ordinarios del lugar, de manera que puedan guiar mejor a los fieles en esta materia, corrigiendo lo que se debe evitar.
En el Antiguo Testamento, «Israel experimenta que la enfermedad, de una manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal». Entre los castigos con los cuales Dios amenazaba al pueblo por su infidelidad, encuentran un amplio espacio las enfermedades (cf. Dt 28, 21-22.27-29.35). El enfermo que implora de Dios la curación confiesa que ha sido justamente castigado por sus pecados (cf. Sal 37[38]; 40[41]; 106[107], 17-21).
En el Nuevo Testamento encontramos una respuesta plena a la pregunta de por qué la enfermedad hiere también al justo, «el mismo Cristo, que no cometió ningún pecado, sufrió en su pasión penas y tormentos de todo tipo, e hizo suyos los dolores de todos los hombres: cumpliendo así lo que de Él había escrito el profeta Isaías (cf. Is 53, 4-5)» hace milagros para demostrar que tiene el poder de perdonar los pecados (cf. Mc 2, 1-12), y signo de los bienes salvíficos, como la curación del paralítico de Bethesda (cf. Jn 5, 2-9.19.21) y del ciego de nacimiento (cf. Jn 9).
No solamente es loable la oración de los fieles individuales que piden la propia curación o la de otro, sino que la Iglesia en la liturgia, pide al Señor la curación de los enfermos. Ante todo, dispone de un sacramento «especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad: la Unción de los enfermos». Además, el Missale Romanum contiene una Misa pro infirmis y en ella, junto a las gracias espirituales, se pide la salud de los enfermos.
El Señor concede «poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 10, 1; cf. Lc 9, 1), y da la orden: «curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios» (Mt 10, 8).
«¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (St 5, 14-15).
Las curaciones ligadas a lugares de oración o santuarios, abundan desde la antigüedad, las peregrinaciones a algunos santuarios se hicieron famosos, como el de San Martín de Tours, la catedral de Santiago de Compostela o Lourdes.
Las celebraciones previstas en los libros litúrgicos, realizadas en el respeto de las normas litúrgicas, son lícitas, como en el caso de la Misa pro infirmis. Pero, Si no respetan las normas litúrgicas, carecen de legitimidad. Como es el caso de las oraciones por sanación intergeneracional que no figuran en ningún misal católico.
La exposición de Santísimo Sacramento con la bendición, no litúrgica, sino de piedad popular, animada por la Iglesia, o la recitación solemne del Rosario, son legítimas, siempre que no se altere su auténtico sentido. Por ejemplo, no se puede poner en primer plano el deseo de obtener la curación de los enfermos, haciendo perder a la exposición de la Santísima Eucaristía su propia finalidad; ésta, en efecto, «lleva a los fieles a reconocer en ella la presencia admirable de Cristo y los invita a la unión de espíritu con Él, unión que encuentra su culmen en la Comunión sacramental». Aun así pueden haber sanaciones, pero que no pierda su sentido original que es adorar a Dios.
En la celebración de la Santísima Eucaristía, de los Sacramentos y de la Liturgia de las Horas no se deben introducir oraciones de curación, litúrgicas o no litúrgicas. Las oraciones de exorcismo, contenidas en el Rituale Romanum, debe permanecer distintas de las oraciones usadas en las celebraciones de curación, litúrgicas o no litúrgicas. Y Queda absolutamente prohibido introducir tales oraciones en la celebración de la Santa Misa.
Juan Pablo II, ordenó la publicación de esta instrucción para prevenir abusos.
En las misas de sanacion intergeneracionales se introducen:
1. Oraciones de curación y liberación;
2. Cantos emotivos no siempre litúrgicos;
3. Homilías a veces desligadas de la liturgia de la Palabra del día;
4. Nuevos momentos en la acción litúrgica;
5. Exposición del Santísimo Sacramento en el ostensorio aun durante la misa, y;
6. Gestos ajenos a las prescripciones del misal romano.
La autoridad perenne e inequívoca del Papa fue ejercida por medio de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación en los siguientes términos:
Art. 2 – Las oraciones de curación son litúrgicas si aparecen en los libros litúrgicos aprobados por la autoridad competente de la Iglesia; de lo contrario no son litúrgicas.
Art. 3 – § 1. Las oraciones litúrgicas de curación deben ser celebradas de acuerdo con el rito prescrito y con las vestiduras sagradas indicadas en el Ordo benedictionis infirmorum del Rituale Romanum. (27)
Por tanto, cualquier oración de curación que no esté ya introducida en los textos litúrgicos o que no haya sido debidamente aprobada por el obispo diocesano, conforme al Can. 838 del CDC, no es litúrgica y no puede ser utilizada en la misa.
De la misma manera, cualquier misa que desee rogar a Dios por la curación de los enfermos debe seguir la prescripción canónica en su forma.
No son de tradición católica, y no fueron tratadas o autorizadas por Roma en ningún documento, oraciones de “liberación” a no ser las de los ritos del exorcismo.
No pudiéndose introducir oraciones en la misa ajenas a aquello que ordena la Santa Sede, nos quedaría cuestionar si al menos las de exorcismo pueden ser utilizadas para el fin de la liberación. Sobre eso dice el mismo documento:
Art. 8 – § 1. El ministerio del exorcizado debe ser ejercitado en estrecha dependencia del Obispo diocesano, y de acuerdo con el can. 1172, la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 29 de septiembre de 1985 (31) y el Rituale Romanum. (32)
- 2.Las oraciones de exorcismo, contenidas en el Rituale Romanum, deben permanecer distintas de las oraciones usadas en las celebraciones de curación, litúrgicas o no litúrgicas.
- 3.Queda absolutamente prohibido introducir tales oraciones en la celebración de la Santa Misa, de los Sacramentos o de la Liturgia de las Horas.
El derecho permite, sin embargo,
- 2. Durante las celebraciones, a las que hace referencia el § 1, se da la posibilidad de introducir intenciones especiales de oración por la curación de los enfermos en la oración común o «de los fieles», cuando esta sea prevista.
Por lo tanto, incluso en la Oración Universal la oración por la curación de los enfermos sólo se realiza cuando fuera canónicamente prevista.
En cuanto a los cantos emotivos y no litúrgicos
Ya se ha discutido en muchos documentos oficiales de la Iglesia, algunos infalibles, cuál es la naturaleza del canto litúrgico (Quirógrafo de Juan Pablo II Tra le sollecitudini, en el Documento de la 48ª Asamblea General de la CNBB, etc).
Sin embargo, la Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación aún dice:
Art. 9 – Quienes guían las celebraciones, litúrgicas o no, se deben esforzar por mantener un clima de serena devoción en la asamblea y usar la prudencia necesaria si se produce alguna curación entre los presentes; concluida la celebración, podrán recoger con simplicidad y precisión los eventuales testimonios y someter el hecho a la autoridad eclesiástica competente.
Para no estimular lloros exagerados o estridencias, el clima de la celebración debe mantenerse el mismo en todas la celebraciones litúrgicas, principalmente de la Eucaristía: silencioso, devocional, piadoso y amoroso.
