La nave y las tempestades volumen 3 pag 55 en adelante el islam visto por los santos,
Para el Islam Jesús no es Dios encarnado, ni mucho menos «el Hijo de Dios». Nuestro Señor es visto como un profeta, pero al fin y al cabo sólo un profeta, un hombre como los demás. En el siglo Vl, San Juan Damasceno mantuvo una controversia con los «sarracenos’, que por aquel entonces ocupaban Damasco, ciudad en la que aquél vivía. Digamos, si bien de paso, algunas palabras sobre este personaje tan interesante, que sería el último de los Padres de la Iglesia. Nació en Siria, en razón de lo cual pudo conocer muy de cerca el mundo islámico. Integraba una familia de altos funcionarios, ya que su abuelo había sido encargado por el emperador de Bizancio de cobrar los impuestos en aquella región. Cuando los musulmanes ocuparon su patria, como eran poco numerosos y carecían de funcionarios idóneos, le rogaron que siguiese percibiendo los impuestos para el nuevo señor. Su hijo, es decir, el padre de Juan, le sucedió en dichas funciones, volviéndose íntimo amigo del Califa, sin abdicar por ello de su fe católica. Luego de su muerte, Juan recibió también, al parecer, el encargo de recaudar los impuestos debidos por los cristianos de la provincia de Damasco poco después, resolvió retirarse al monasterio de San Sabas, en las cercanías de Jerusalén, que era un centro intelectual a la vez que espiritual. Allí redactó tres esplendidos discursos contra el iconoclasmo, herejía que por aquel entonces encontraba apoyo en el emperador de Bizancio. Actitud valiente, por cierto, dado que también los musulmanes se oponían a toda representación figurativa.
Fue asimismo en dicho monasterio donde el Damasceno pergeñó dos breves escritos polémicos contra el islam. Su larga convivencia con los musulmanes en Damasco, la ciudad de su juventud, que era por aquel entonces el centro político y religioso del Imperio musulmán, y el perfecto conocimiento del árabe, le habían permitido conocer bien su religión, así como los principales puntos del dogma cristiano especialmente vulnerados por quienes intentaban elaborar una teología musulmana y exponer de manera sistemática el contenido de la revelación coránica. El primero de eses opúsculos se contiene en su Libro de las herejías, que constituye, a su vez, una parte de su obra principal llamada La fuente del conocimiento. Dicho libro, donde expone y refuta nada menos que cien herejías, no es sino una compilación de informaciones tomadas de obras más antiguas y se presenta bajo la forma de un catálogo. Sólo la «herejía última, el islam, constituye un aporte personal del Damasceno Era la primera vez que un teólogo que vivía en tierras dominadas por los secuaces de Mahoma, se interesaba por la nueva religión. En dicha obrita Juan denuncia las creencias y las costumbres de los musulmanes en cuanto se oponen a la ortodoxia y la moral cristianas. Especialmente destaca su rechazo del carácter divino de Jesús. «Estos sarracenos nos llaman hetairistas -afirma-, es decir, asocíadores, porque asociamos el Verbo y el Espíritu al Padre, en la divinidad. La verdad es que ellos son mutiladores de Dios ‘, les retruca ásperamente. Como luego lo haría Belloc. llama «‘herejía» al islam, sólo que en el sentido amplio de secta o de escuela filosófica errónea. Una calificación semejante se podrá encontrar siglos después en Pedro el Venerable, abad de Cluny. Luego de que éste hizo traducir el Corán en Toledo, lo envió a San Bernardo pidiéndole que rebatiese «la funesta herejía de Mahoma». Sin embargo, en su propia refutación, Pedro confiesa no saber si llamar así al islam, ya que no se trata de una secta brotada del cristianismo. Con todo la considera «una forma de arrianismo” La otra confutación que nos dejó el Damasceno es “MI Controversia entre un musulmán y un cristiano”, donde expone una enseñanza complementaria, no ya simplemente descriptiva, sino de orden doctrinal, poniendo así a disposición de los cristianos los argumentos teológicos a los que podrán recurrir en sus discusiones con los musulmanes: el musulmán formula sus criticas, y el cristiano le responde justificando su fe.
Sea lo que fuere de la precisión de esta censura teológica que los autores anteriormente citados atribuyen a la doctrina del islam, la cierto es que con su categórico rechazo de la Encarnación del Verbo, dicha doctrina se aparta sideralmente de la enseñanza cristiana. La negación a que acabamos de aludir involucra la impugnación del dogma de la Santísima Trinidad, así como de toda la estructura sacramental. Mahoma negó la Eucaristía, la Misa, el Orden sagrado, el matrimonio como sacramento. Es decir, hizo como todos los herejes, eligiendo algunas verdades, rechazando otras, «mutilando» la doctrina, con lo que la cosmovisión cristiana quedaba radicalmente simplificada. La doctrina de la Iglesia es verdadera -parecía decir- pero se ha llenado de excrecencias, se ha vuelto complicada por agregados arbitrarios de hechura humana. como por ejemplo la idea de que el fundador era divino, así como de que fuese imprescindible un estamento de sacerdotes e imaginarios sacramentos que conferían la gracia. A este respecto señala Belloc un paralelismo ente el entusiasmo con que Mahoma atacaba al clero, la Misa y los sacramentos y el fervor que. siglos después, exhibiría el calvinismo por enterrar esas mismas enseñanzas. Sigue pg 58



San Juan Damasceno (m.754), funcionario en la Corte de los Omeya en Damasco, ciudad de la que recibe su nombre. Retirado en 725 al monasterio de San Sabas, entre Jerusalén y Jericó, inicia una amplia obra religiosa, en la cual destaca el tratado “Sobre las herejías” (“De Haeresibus”), cuyo capítulo 101 se dedica al islam, el cual es analizado y combatido como si de una desviación más del cristianismo se tratara”.
“Está también la superstición de los ismailitas, que ha llegadoa nuestros días y mantiene a la gente en el error, siendo un precursor del Anticristo. Descienden de Ismael, nacido de Abraham y de Agar, y por esta razón son llamados agarenos e ismailitas. También son llamados “sarracenos” que deriva de Sarras kenoi, o desamparados de Sara, por lo que Agar dijo al ángel: “Voy huyendo de mi señora Saray”. En tiempos, éstos eran idólatras y adoraban la estrella de la mañana y a Afrodita, a la que en su idioma llaman Khabar, que significa “grande”. Y así, hasta los tiempos de Heraclio fueron grandes idólatras. Pero desde ese tiempo y hasta el presente, un falso profeta llamado Mahoma apareció entre ellos. Este hombre, tras tropezarse con el Antiguo Testamento y con el Nuevo y otros, según parece, habiéndose convertido por un monje ario, creó su propia herejía. Y entonces, habiéndose congraciado con la gente mediante su aparente piedad, les hizo creer que un cierto libro le había sido enviado desde el cielo. En él estableció algunas composiciones ridículas en este libro suyo y se lo entregó a ellos como objeto de veneración.
El sostiene que hay un solo Dios, creador de todas las cosas, que no había sido ni engendrado ni engendrador. Sostiene que Cristo es la palabra de Dios y su espíritu, pero una criatura y un siervo, y que fue engendrado, sin semen, de María, la hermana de Moisés y Aarón. Pues, dice él, la palabra y Dios y el espíritu entraron en María y ella dio a luz a Jesús, que era profeta y siervo de Dios. Y dice que los judíos quisieron crucificarlo en violación de la ley, y que ellos atraparon a su sombra y la crucificaron. Pero que Cristo mismo no fue crucificado, dice, ni murió, pues Dios por su amor hacia él, lo tomó a sí mismo hacia el Cielo. Y dice que cuando cristo fue ascendido al cielo preguntó Dios: “O Jesús, dijiste tú “Yo soy el Hijo de Dios y Dios?” Y Jesús, dice él, respondió: “Ten piedad de mi, Señor. Tú sabes que yo no he dicho eso, y que yo no desprecio de ser tu siervo. Pero los hombres pecadores han escrito que yo hice esa afirmación, que han mentido sobre mi y que han caído en el error”. Hay muchas otras cosas extraordinarias y ridículas en ese libro que él presume de haber descendido a él desde Dios. Pero cuando preguntamos “¿y quién puede testificar que Dios te dio el libro? Y cuál de los profetas predijo que tal profeta advendría?” se quedan perdidos. Y nosotros remarcamos que Moisés recibió la Ley en el Monte Sinaí, con Dios apareciendo a la vista de todos en las nubes, y el fuego, y la oscuridad, y la tormenta. Y nosotros decimos que los profetas desde Moisés en adelante predijeron la venida de Cristo y cómo Cristo (encarnado hijo de Dios) tenía que venir y ser crucificado y morir y levantarse de nuevo, y cómo tenía que juzgar a los vivos y a los muertos. Entonces, cuando decimos “¿cómo es que este profeta vuestro no vino de la misma manera, con otros dando testimonio de él? ¿Y cómo es que dios no presentó a este hombre en vuestra presencia con el libro al que os referís, aun cuando él le dio la Ley a Moisés, con la gente presenciándolo, y la montaña humeando, para que vosotros pudierais tener certeza?” ellos responden que Dios hace como le place. “Eso –respondemos nosotros- ya lo sabemos pero nosotros os estamos preguntando cómo llegó el libro a vuestro profeta”. Entonces replican que el libro bajó a él mientras dormía. Entonces chistosamente les decimos que mientras él reciba su libro en sueños y de hecho no sienta la operación, el mismo adagio le sea aplicado (lo que quiere decir: me estás dando la vuelta al sueño).
Entonces les preguntamos de nuevo: “¿Cómo es que cuando se nos presentó con este libro vuestro sin hacer nada ni recibir nada ante testigos no le preguntasteis “antes de nada muéstranos con testigos que tú eres un profeta y que vienes de Dios, y muéstranos qué escrituras testifican sobre ti”?”. Y ellos se avergüenzan y premanecen en silencio. Entonces nosotros proseguimos: “Aunque tú no puedas esposar una mujer sin testigos, o comprar, o adquirir una propiedad, aunque no puedas recibir un asno ni poseer una bestia de carga sin testigos, y aunque tú puedas poseer tanto mujeres como propiedad y demás cosas gracias a los testigos, aún así nada menos que tuy fe y tus escrituras las aceptas sin aval de testigos. Pues el que te trajo esto no tiene el aval de ninguna fuente, ni existe nadie conocido que atestigüe sobre él antes de que viniera. Y por el contrario, lo recibe mientras está durmiendo”.
Más aún, ellos nos llaman herejes y asociadores porque, dicen, introdujimos un asociado con Dios declarando a Cristo Hijo de Dios y Dios. Nosotros les decimos como contestación: “Profetas y escrituras nos han traído esto, y vosotros, según mantenéis persistentemente aceptáis los profetas. Pero si nosotros erróneamente declaramos a Cristo hijo de Dios, es porque eso es lo que nos enseñaron y lo que nos trajeron”. Pero algunos de ellos dicen que eso es una malinterpretación que nos lleva a representar a los profetas diciendo tales cosas, mientras otros dicen que los hebreos nos odiaban y nos engañaron escribiendo en nombre de los profetas, para perdernos. Y entonces aún les decimos: “En tanto que vosotros afirméis que Cristo es la palabra de Dios y el espíritu, ¿por qué nos acusáis de ser herejes? Pues la palabra y el espíritu es inseparable de todo aquello que tiene existencia de un modo natural. Por lo tanto si la palabra de Dios está en Dios, entonces es obvio que Él es Dios. Si en cambio, Él está fuera de Dios, entonces según vosotros, Dios no tiene ni palabra ni espíritu. En consecuencia, para evitar un asociado a Dios, lo mutiláis. Sería mucho mejor para vosotros aceptar que tiene un asociado que mutilarlo, como si estuvierais tratando con una piedra o con un trozo de madera o cualquier objeto inanimado. Así que mientras torticeramente nos llamáis herejes, nosotros replicamos llamándoos mutiladores de Dios”
Ellos nos acusan además de ser idólatras, porque veneramos la cruz, que ellos abominan. Y nosotros les respondemos: “¿Cómo es que entonces os frotáis contra una piedra en vuestra Kaaba, y la besáis y la abrazáis?”. Algunos de ellos dicen que Abraham tuvo relaciones con Agar sobre ella, pero otros dicen que ató el camello a ella cuando iba a sacrificar a Isaac. Y nosotros les contestamos: “Pues la escritura dice que había bosques en la montaña y había árboles de los cuales Abraham cortó madera para el holocausto y puso encima a Isaac, y entonces dejó los asnos detrás con dos jóvenes, ¿por qué decir tonterías? Pues en ese lugar ni hay árboles ni un pasillo para asnos”. Y se quedan sin palabras, pero aún afirman que la piedra es de Abraham. Entonces les decimos: “Aceptemos que es de Abraham, como decís con toda locura. Entonces, sólo porque Abraham tuvo relaciones con una mujer o porque ató el camello a ella, no os avergüenza besarla y todavía nos culpáis por venerar la cruz de cristo por la cual el poder de los demonios y el engaño del Diablo fueron destruidos”. Esta piedra de la que ellos hablan es la cabeza de aquella Afrodita a la cual veneraban y a la que ellos llamaban Khabar. Incluso hoy día restos de la escultura son visibles para el observador cuidadoso.
Como se ha relatado, este Mahoma escribió muchos libros ridículos, a cada uno de los cuales dio título. Por ejemplo, hay un libro “Sobre las mujeres” en el cual permite para tomar cuatro mujeres y, si fuera posible, mil concubinas, tantas como uno pueda mantener además de las cuatro mujeres. También hizo legal echar a cualquier mujer que a uno se le antoje, y de la misma manera, tomar otra. Mahoma tenía un amigo llamado Zeid. Este hombre tenía una bella esposa de la que Mahoma cayó enamorado. Una vez, cuando estaban sentados juntos, Mahoma dijo: “A propósito, Dios me ha mandado tomar a tu esposa”. El otro contestó: “Tú eres un apóstol. Haz como Dios te ha dicho y toma a mi esposa”. Más bien, para contar la historia como fue desde el principio, le había dicho: “Dios me ha dado la orden de que dejes a tu esposa”. Y él la echó: Y luego, varios días más tarde. “Ahora, dijo él, Dios me ha mandado tomarla”. Entonces, una vez que la hubo tomado y cometido adulterio con ella, hizo esta ley: “Deja a quien echó a su mujer. Y si, después de haberla echado, el volviera con ella, deja a otro casarse con ella. Pues no es legal tomarla a menos que ella se haya casado con otro. Más aún, si un hermano echa a su esposa, deja a su hermano casarse con ella, si él así lo desea”. En el mismo libro da preceptos como: “Trabaja la tierra que Dios te ha dado y embellécela. Y haz esto y hazlo en modo tal para no repetir las cosas obscenas que él hizo”
Luego viene el Libro del camello de Dios [desconozco a qué libro se refiere, pero no es el Corán]. Sobre éste camello dice que era un camello de Dios y que se bebía un río entero y que no podía pasar a través de dos montañas, porque no había espacio. Había gente en ese lugar, dice, y ellos bebían el agua un día, mientras la camella se la bebía al siguiente. Más aún, al beberse el agua les proporcionaba alimento, pues la camella les daba leche en vez de agua. Pero como estos hombres eran malvados, se levantaron, dice, y mataron a la camella. Sin embargo, tuvo un vástago, un camello pequeño, que, según dice, cuando la madre murió, llamó a Dios y Dios lo llevó consigo. Y nosotros les decimos: “¿De dónde venía el camello?” Y ellos dicen que de Dios. Y nosotros decimos: “¿Se emparejó la camella con alguno?”. Y ellos dicen: “No”. Y entonces, decimos nosotros, ¿cómo fue engendrado?”. Pues nosotros vemos que vuestro camello no tiene ni padre ni madre ni genealogía, y que el que lo engendró sufrió el mal. Ni siquiera está claro quién la crió. Y sin embargo, este pequeño camello fue alzado. Así que ¿por qué vuestro profeta quien, de acuerdo con lo que decís, Dios habló, no averiguó sobre el camello, dónde pastaba, y de donde obtuvo leche para criarlo? O puede que ella, como su madre, se reuniera con gente malvada y fuera destruída? O entró en el paraíso antes que tú, para que vosotros podáis tener el río de leche del que tan neciamente habláis? Pues vosotros decís que hay tres ríos en el paraíso, uno de agua, uno de vino y uno de leche. Si vuestro precursor la camella está fuera del paraíso, es obvio que ella se ha secado de hambre y de sed, y que otros tienen el beneficio de su leche, y así, vuestro profeta se jacta idiotamente de haber conversado con Dios porque Dios no le reveló el misterio del camello. Pero si ella está en el paraíso, y bebiendo agua todavía, y vosotros por falta de agua, os secáis en medio del paraíso de delicia. Y si no habiendo agua porque el camello se la ha bebido toda, y tu te sacias de vino del río del vino que fluye, te intoxicarás de beber vino puro y colapsarás bajo la influencia de la fuerte bebida y caerás dormido. Entonces sufrir la resaca y después de dormir y emborracharte de vino, te perderás los placeres del paraíso. ¿Cómo entonces no entró en la mente de vuestro profeta que esto podría pasar en el paraíso de las delicias? Nunca tuvo la menor idea de lo que el camello iba a producir hasta ahora, ni siquiera le preguntó, cuando os disertaba pomposamente con sus sueños a propósito de los tres ríos. Nosotros aseguramos que esta maravillosa camella vuestra os ha precedido en las almas de los asnos, donde vosotros, también, como las bestias, estáis destinados a ir. Y ahí será la oscuridad exterior y el castigo sempiterno, el fuego, los gusanos que no duermen, y los demonios infernales”
De nuevo en el libro de la mesa, Mahoma dice que Cristo pidió a Dios una mesa y que ésta le fue dada. Pues Dios, dice, le dijo: “Te he dado a ti y los tuyos una mesa incorruptible”
Y de nuevo, en el Libro de la Vaquilla dice otras estúpidos y ridículas cosas, por encima de las que por su gran número, prefiero pasar. Hizo una ley por la que debían ser circuncidados y las mujeres, también, y les ordenó no guardar el sabat y no ser bautizados.
Y mientras les ordenaba comer algunas cosas prohibidas por la Ley, les ordenó abstenerse de otras. Y prohibió absolutamente el consumo de vino.
Belloc, en la línea de san Juan Damasceno, afirma que el islam es una herejía cristiana, y además la más particular y formidable entre ellas, siendo completamente similar al docetismo y al arrianismo, al querer simplificar y racionalizar máximamente, según criterios humanos, el misterio insondable de la Encarnación (produciendo una degradación cada vez mayor de la naturaleza humana, que ya no está vinculada de ninguna manera con lo divino), y con el calvinismo, al dar un carácter predeterminado de Dios a las acciones humanas.
Sin embargo, si bien la “revelación” predicada por Mahoma comenzó como una herejía cristiana, su vitalidad y durabilidad inexplicables pronto le dieron la apariencia de una nueva religión, una especie de “post-herejía”.
La base fundamental de la enseñanza de Mahoma es, en el fondo, lo que el cristianismo y el judaísmo siempre han profesado: solo hay un Dios. Lo que hace sospechar que, siendo pagano no bautizado, recibio enseñanzas arrianas, nestorianas y en fin herejes.
El califato de los omeyas, animados por la convicción de que era su cometido divino extender su fe por todo el mundo, había protagonizado una de las mayores expansiones militares de la historia: la Persia sasánida había caído sin dificultad en sus manos, el Imperio Romano de Oriente resistía a duras penas el embate y en el norte de África habían salido victoriosos de una dura lucha contra los bizantinos y bereberes. Después de conquistar la península Ibérica en apenas quince años y atravesar los Pirineos, en el año 732 pusieron la mira en las tierras del Loira. La batalla de Poitiers fue el episodio que salvó la Cristiandad occidental: Carlos se ganó entonces el sobrenombre de Martel, “el martillo” y fue visto por los cronistas cristianos como el hombre que frenó la conquista islámica de Europa. Casi 70 años después de Poitiers el nieto de Carlos Martel, Carlomagno, era coronado emperador en Roma, poniendo las bases de un nuevo poder imperial en Europa. Las tierras al sur de los Pirineos se convirtieron en la Marca Hispánica, que sería a la vez frontera y punto de encuentro entre la cultura cristiana y la musulmana.
En Castilla la guerra contra el Islam, a lo largo de ocho siglos, proporcionó a los titulares del reino, destacarse como, máximos guardianes de la fe católica.
La reivindicación de la España visigoda, perdida tras la llegada de los musulmanes; la necesidad de recuperar la “sanctissima patria”, de acuerdo con la terminología utilizada por Lucas de Tuy; la exaltación del rey castellano guerrero, vencedor de los infieles y celador de la fe cristiana, o de determinadas batallas victoriosas, en especial las protagonizadas por Alfonso VIII y Fernando III.
La necesidad de conquistar y, posteriormente, de repoblar los territorios arrebatados por los musulmanes en el pasado concernía al conjunto de los castellanos.
“Ningún pueblo europeo ha llevado a cabo una campaña tan larga y tan monocorde como la que implicó la reconquista y la repoblación del solar nacional, desde Covadonga (722) hasta Granada (1492)”.
La guerra contra los musulmanes en la Península Ibérica se convirtió “en una exigencia a la que ineludiblemente tenían que hacer frente los monarcas hispanos, en una obligación histórica que derivaba del cargo, por cuyo cumplimiento o incumplimiento serían juzgados posteriormente”.
El “bien común” relacionado con el excepcional servicio que los castellanos prestaban al conjunto de la Cristiandad, por hacer la guerra al islam. Queda evidenciado En la Suma teológica, donde Santo Tomás introdue la idea del “bien común” como argumento reconocido de la guerra. Así, destruir al enemigo, acabar con los infieles, queda justificado, si de ello se deriva un bien mayor para la comunidad.
La participacion sobrenatural de los angeles y los santos en los reinos de Castilla y León, con Santiago y san Isidoro realizan un doble cometido: el de aconsejar y animar al gobernante, vaticinándole la victoria, y la participación activa en la luchay a proporcionar noticias de las
huestes musulmanas que permiten lanzar el ataque en el momento preciso.
Habitualmente, se realiza mediante una revelación en sueños a personas interpuestas que han de comunicarla al monarca. Sus destinatarios inmediatos son eclesiásticos o devotos. Por el contrario, la presencia de san Jorge en la Corona de Aragón se concentra exclusivamente en la actividad bélica. Santiago, aparece en los cielos durante la legendaria batalla de Clavijo, en tiempos de Ramiro I, del prodigio hace eco Jiménez de Rada. que relata como los musulmanes vieron a santiago en un caballo blanco flanqueado por unos caballeros vestidos de blanco que arrasaban los ejercitos moros, eran los angeles que asistian a los cristianos en la batalla contra el Moro.
El apóstol, va acompañado de una hueste celestial armada, que embiste a los musulmanes y anima a los cristianos a seguir su ejemplo, es sabido que fueron muchos los prelados que empuñaron las armas en tiempos de guerra, y que en Castilla, concretamente, prevaleció la idea alfonsí de las Partidas entre el común de la población de lo oportuno de su entrada en combate contra los “enemigos de la fe católica”. Como la conocida intervención militar del episcopado en la guerra contra los musulmanes que tuvo lugar en el reinado de Alfonso XI, (cf. Arranz Guzmán, Ana: “Lorigas y báculos: la intervención militar del episcopado castellano en las batallas de Alfonso XI”)
San Isidoro de sevilla, un sabio, educador de los reyes godos, participo en la reconquista. La Adbrevatio recalca también el protagonismo del obispo hispalense en la lucha contra el arrianismo y su condición de “martillo de herejes”. La Vita insiste, casi exclusivamente, en su combate contra las herejías y lo extiende al islam.
Uno de los relatos se ocupa de su legendario triunfo sobre Mahoma: a la vuelta de Roma, Isidoro se entera de que el profeta de los musulmanes está predicando cerca de Sevilla, apoyado por Satán. A pesar de contar con el sostén de las fuerzas del mal, el adversario del santo es derrotado y tiene que volver a África. Isidoro acude allí y ordena retroceder a un terrible dragón, que representa la religión musulmana.
Los Miraculi de Sancti Isidori, de Lucas de Tuy, no abandonan este
aspecto, pero ponen el acento igualmente en su relación con la dinastía y la
capital del reino. Es presentado como un santo cívico que, tras la llegada a
León de sus restos, logra que la ciudad sea más salubre y los campos circundantes más fértiles.
Por tanto, el conjunto formado por Santiago y san Isidoro reúne las dos vertientes de las tareas militares: la práctica de la fuerza bélica y la estrategia, basada en el conocimiento directo de los hechos.
En la narración hagiográfica de Berceo, San Millán presta ayuda en
una batalla contra Abderramán III, acaudillada por Ramiro II de León, el
conde Fernán González y el rey García de Navarra. Se aparece en el cielo
junto con Santiago.
SAN JORGE O SANT JORDI
El culto a este santo se constata en Cataluña en la primera mitad del
siglo XI, promovido, sobre todo, por el abad Oliva de Ripoll, el obispo Eribau, de la diócesis de Urgel, y el primer vizconde de Ager. Esta devoción se vio favorecida en 1201 con la creación por Pedro el Católico de la cofradía de san Jorge de Alfama, que más tarde se unió a la de Montesa. Responde al afán de promover una militia dei, anhelo que ya habían tenido Sancho Ramírez y su hijo, Alfonso el Batallador. San Jorge se hizo presente en multiples batallas, un dato interesante es que no entendia español y habia que hablarle en Latín.
Es casi del dominio público la noticia de que Felipe II propuso la
canonización del Cid.
Tomaba la información Fray Francisco de Berganza en un libro del
Padre Alfonso Chacón escrito en latín y titulado «El martirio de los
doscientos monjes» Allí constaba que Felipe II, admirando la figura
heroica y moral de Rodrigo Díaz, decidió promover su proceso de canonización a la vez que el de los doscientos mártires de Cardeña.
Tras la caída del reino visigodo, el bereber Otman ben Neza, conocido por los cristianos como Munuza, fue nombrado valí del tercio noroccidental de la península. Su autoridad fue desafiada por algunos dirigentes astures que, reunidos en Cangas de Onís en 718 encabezados por Pelayo, decidieron rebelarse negándose a pagar impuestos exigidos, el jaray y el yizia. Tras algunas acciones de castigo a cargo de tropas árabes locales, Munuza solicitó la intervención de refuerzos desde Córdoba. Aunque se restó importancia a lo que estaba sucediendo en el extremo ibérico, el valí Ambasa envió al mando de Al Qama un cuerpo expedicionario, acompañado por el obispo Oppas.3
Pelayo esperó a los musulmanes en un lugar estratégico, como el angosto valle de Cangas de los Picos de Europa cuyo fondo cierra el monte Auseva, donde un atacante ordenado no dispone de espacio para maniobrar y pierde la eficacia que el número y la organización podrían otorgarle. El enfrentamiento se produjo en la cueva de Covadonga, en el año 722 (718 para otros historiadores), y se saldó con la completa derrota de los sarracenos. Se desconocen las dimensiones exactas del ejército de Pelayo (aunque las crónicas hablan de 300 hombres6) o el de Al Qama, aunque los recientes descubrimientos arqueológicos hacen pensar que las fuerzas cristianas de la región eran de varios miles7 y que la rebelión de Pelayo y, consecuentemente, las tropas musulmanas de Al Qama, eran de una entidad tal que no cabría calificar al enfrentamiento de escaramuza. La cuestión es que las tropas sarracenas fueron diezmadas, obligando a Munuza a escapar de Gijón, donde se hallaba en ese momento. Al Qama halló la muerte en este lance, mientras que sus fuerzas sufrieron grandes pérdidas en su desordenada huida, al caer sobre ellos una ladera debido a un desprendimiento de tierras, probablemente provocado, cerca de Cosgaya en Cantabria.8
La Batalla de Covadonga supuso la primera victoria de un contingente contra las fuerzas musulmanas. Tuvo una amplia difusión en la historiografía posterior como detonante del establecimiento de una insurrección organizada que desembocaría en la fundación, en principio, del reino independiente de Asturias, y de otros reinos cristianos
