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Siglo IX

Gran Bretaña experimentó una gran afluencia de pueblos vikingos en el siglo IX, mientras la Era Vikinga continuaba desde el siglo anterior. Los reinos de la Heptarquía fueron conquistados gradualmente por los daneses, quienes establecieron gobernantes títeres anglosajones en cada reino. Esta invasión fue lograda por una enorme fuerza militar conocida como el Gran Ejército Pagano , que supuestamente estaba liderado por Ivar el Deshuesado , Halfdan Ragnarsson y Guthrum . Este ejército danés llegó por primera vez a Gran Bretaña en 865 en East Anglia . Después de conquistar ese reino, el ejército procedió a capturar la ciudad de York ( Jorvik ) y establecer el reino de Jorvik . Los daneses continuaron subyugando el reino de Northumbria y tomando todo menos la parte occidental de Mercia . El reino restante de Wessex era el único reino de la Heptarquía que quedaba. Alfredo el Grande logró mantener su reino de Wessex y hacer retroceder las incursiones vikingas, aliviando a los reinos vecinos de la amenaza de los daneses después de su famosa victoria sobre ellos en la batalla de Ethandun en 878. Alfredo restableció el gobierno anglosajón sobre la mitad occidental de Mercia , y se estableció el Danelaw que dividió Mercia en mitades, quedando la mitad oriental bajo el control de los daneses.

Irlanda también se vio afectada por la expansión vikinga a través del Mar del Norte . Se llevaron a cabo extensas incursiones a lo largo de la costa y, finalmente, se establecieron asentamientos permanentes, como el de Dublín en 841. Los objetivos particulares de estas incursiones fueron los monasterios en la costa occidental de Irlanda, ya que proporcionaban una rica fuente de botín. En tales incursiones, los vikingos establecieron campamentos temporales, que fueron llamados longphorts por los irlandeses; este período de incursiones vikingas en las costas de Irlanda ha sido llamado la fase longphort por este tipo de asentamientos. Irlanda en el siglo IX estaba organizada en una amalgama de pequeños reinos, llamados tuatha . Estos reinos a veces se agrupaban y eran gobernados por un solo gobernante provincial. Si dicho gobernante podía establecer y mantener la autoridad sobre una parte de estos tuatha, a veces se le otorgaba el título de Gran Rey .

Escocia también experimentó importantes incursiones vikingas durante el siglo IX. Los vikingos se establecieron en regiones costeras, generalmente en el norte de Escocia, y en las islas del norte como Orkney y Shetland . La invasión y el asentamiento vikingo en Escocia proporcionaron un factor que contribuyó al colapso de los reinos de los pictos , que habitaban la mayor parte de Escocia en ese momento. No solo los reinos pictos fueron destruidos o severamente debilitados, la invasión y los asentamientos vikingos pueden haber sido la razón del movimiento de Kenneth MacAlpin , el rey de Dál Riata en ese momento. El reino de Dál Riata estaba ubicado en la costa occidental de Escocia, y las incursiones vikingas lo destruyeron después de la muerte de su rey anterior, Áed mac Boanta en 839, según los Anales del Ulster . Esto puede haber causado que el nuevo rey, MacAlpin, se mudara al este y conquistara los restos de los reinos pictos. MacAlpin se convirtió en rey de los pictos en 843 y los reyes posteriores serían titulados como Rey de Alba o Rey de Escocia .

El arte del siglo IX se dedicó principalmente al Evangelio y se empleó como herramienta básica de la liturgia de la Iglesia Ortodoxa Romana. Se fabricaron miles de objetos de arte en oro: copas sagradas, vasos, relicarios, crucifijos, rosarios, retablos y estatuas de la Virgen y el Niño o de santos, todo ello impidió que la llama del arte occidental se apagara. La arquitectura comenzó a revivir en cierta medida en Occidente en el siglo IX, tomando la forma de instalaciones eclesiásticas de todo tipo, y las primeras fortificaciones de castillos desde la época romana comenzaron a tomar forma en simples castillos de «foso y patio», o simples estructuras de torres de «puntos fuertes», con poco refinamiento.

el «Siglo de los Normandos», aunque en Europa es el siglo de la unión política del cristianismo en torno a la figura de Carlomagno, el rey de los francos principal potencia de Europa.

El siglo ix destaca por ser Europa el foco de los ataques de los piratas normandos, también llamados vikingos, que asolaron las costas de Gran BretañaIrlanda y Francia. Conocido por luchar contra dichos ataques es el rey Alfredo el Grande, rey de Wessex, uno de los reinos que tiempo después formarían el Reino de Inglaterra. Alfredo detuvo a los vikingos en la batalla de Ethandun, restableciendo el orden en los territorios anglosajones.

En el Imperio carolingio tras la muerte de Carlomagno, hereda su vasto imperio Ludovico Pío, hijo suyo, pero el reinado de Ludovico fue muy caótico, sobre todo cuando sus hijos comenzaron a luchar por los territorios que heredarían, desembocando en abierta guerra civil, finalmente, con el Tratado de Verdún, los hijos de Ludovico: LotarioLuis y Carlos, heredaron su imperio que quedó dividido en tres reinos.

En el Mundo Islámico, se dio un importante avance en el campo de matemáticas y ciencias. El erudito Al-Juarismi fundó las bases de la álgebra y estableció el sistema de numeración arábiga que utilizamos en la actualidad, los árabes los llamaban a los Números indios porque era de donde realmente procedían reemplazando a la antigua numeración romana.

La noción de «Francia» como un único Estado no aparece más que muy progresivamente a lo largo de los siglos. Algunos consideran que no se puede hablar de Francia más que a partir del Tratado de Verdún (843). Durante la Edad Media, la primera unión política duradera (las anteriores fueron más bien efímeras) se realizó con Carlomagno, quien además conquistó otras tierras formando un Imperio, que luego sus nietos dividieron. En el periodo carolingio se produjo un notable desarrollo de las artes y las letras, que se conoce como el «Renacimiento carolingio».

El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador de los Romanos» en Roma, y a su hijo Carlos «el Joven» como rey de los francos. Se trataba de uno más de los gestos llevados a cabo por el papado para definir los papeles de autoridad papal y potestad imperial; así como para considerarle como sucesor de los emperadores romanos. Esto originó una serie de disputas con el Imperio Romano Oriental, cuyos habitantes, si bien de origen griego, nunca dejaron de referirse a sí mismos como romanos (Rhōmaîoi, del griego Ῥωμαῖοι). Los conflictos por la legitimidad del título terminaron en el año 812, cuando el emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (basileus), pero no como emperador de los romanos (Βασιλεύς των Ρωμαίων).

El reino de Carlomagno fue dividido en el Tratado de Verdún (843): los francos centrales a Lotario I, los francos orientales a Luis el Germánico y los francos del oeste a Carlos el Calvo. Carlomagno tuvo varios hijos, pero solo uno le sobrevivió, Luis el Piadoso, quien sucedió a su padre en 814 al frente del territorio del imperio. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840, y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún, en 843:

Lotario I, emperador desde el año 817, le correspondieron los francos centrales con las capitales imperiales de Aquisgrán y Roma; territorios que se subdividieron entre sus hijos en LotaringiaBorgoña e Italia septentrionalLuis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del este. Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste (actual Alemania), en lucha contra su sobrino Pipino, rey de Aquitania. Más tarde, mediante los tratados de Mersen (870) y Ribemont (880) se realizó una nueva división de los territorios, en detrimento de Lotaringia. El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos III el Gordo reunió la mayor parte del Imperio carolingio, aunque Bosón de Provenza resistía como rey en torno a Vienne.

A finales de 887, su sobrino, Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título de rey de los francos del este (actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco después, el 13 de enero de 888; la ausencia de una autoridad favoreció la fragmentación regional abandonando el linaje carolingio: Borgoña transjurana y cisjurana tuvieron reyes propios, y en la Francia occidental, Eudes, conde de París fue elegido rey, al igual que en Aquitania Ranulfo. Diez años más tarde, los carolingios recuperaron el poder en Francia occidental, donde gobernaron hasta 987, año de la muerte de Luis V.

La presión de los lombardos sobre el papa hizo que el rey de los francosPipino el Breve, realizará entre 756 y 758 repetidas campañas en el norte de Italia. El papa, en agradecimiento, le confirmó como rey de los francos (a pesar de haber usurpado el título) y concedió el rango de patricio a la familia real de Francia.

La situación se recrudeció a la muerte de Pipino. El reino franco fue dividido entre sus hijos, aumentando de nuevo la presión lombarda sobre el papado. Sin embargo la reunificación de los francos bajo Carlomagno llevó a una nueva intervención en Italia en el 774. Tras una breve batalla, Carlos se hizo con el reino de Lombardía, que, manteniendo su autonomía, se integró en el Imperio carolingio que con el tiempo uniría a la mayor parte de Europa Occidental. Carlomagno auspició un renacimiento cultural y una unidad política y religiosa, que cristalizó con su coronación como Emperador de Occidente por el papa León III en el año 800. Su nuevo imperio se consideraba heredero del Imperio romano de Occidente, siendo el emperador la máxima autoridad temporal de Europa y el encargado de velar por la Cristiandad.

Tras la conquistas de Carlomagno en Italia y la fundación de los Estados Pontificios, el norte de Italia formó parte de los territorios carolingios como Reino de Italia. Por su otra parte, el sur permanecería en constante conflicto entre bizantinos, musulmanes y normandos. La división norte-sur de Italia dejó una profunda huella en la historia italiana que aún es visible hasta nuestros días, con un norte industrializado y mucho más avanzado que el sur.

Ante la ocupación del territorio por los lombardos, la ayuda de Carlomagno y los francos a León III fue vital. Comenzó así el cesaropapismo, una estrecha vinculación papa-vasallo. Parte de las tierras arrebatadas a los lombardos fueron cedidas al papa, que creó entonces un estado en el centro de Italia, los Estados Pontificios, germen histórico de la actual Ciudad del Vaticano. Estos eran administrados directamente por él o mediante vasallos. La mayor parte de la Italia central quedó constituida en un estado independiente bajo el gobierno de los papas. En agradecimiento, el papa coronó a Carlomagno como emperador de Occidente en el año 800.

Los ducados lombardos del sur no llegaron a ser conquistados por Carlomagno, que tuvo que marchar al norte a combatir a los sajones y no formaron parte de su imperio. Los duques lombardos de Benevento mantuvieron su independencia, llegando a convertirse en el Principado de Benevento y a empujar hacia el sur a los bizantinos. Sin embargo, el asesinato del duque Sicardo de Benevento dividió el país entre su hermano Siconulfo de Salerno, que fue proclamado príncipe de Salerno, y su asesino Radelchis, que se hizo con el poder en Benevento. La división permitió ganar autonomía a nobles en GaetaCapua y Amalfi, que formaron condados y ducados propios. Al sur, Nápoles, Sicilia y la parte más meridional de la península itálica (Bari, Calabria, Apulia) seguían siendo una provincia bizantina.

El auge del islam azotó el sur, que fueron víctimas de razzias desde el norte de África. Cerdeña había sido ocupada por los árabes en el 710 tras ser abandonada por los bizantinos a su suerte, pero setenta años después, aprovechando la lejanía con las bases árabes, se produjo una revuelta local que estableció gobiernos locales conocidos como giudicatiCórcega sufrió también los ataques musulmanes, combinados con intervenciones francas, lombardas y del marqués de la Toscana, Bonifacio I, para asegurar la frontera.

En el 826, un desertor bizantino ofreció el territorio siciliano al emir musulmán de Ifriquiya, lo que llevaría a una serie de guerras. Para 965 la isla había sido convertida en el Emirato de Sicilia, desde el que se lanzaban ataques a los puertos de la península. Los bizantinos reformaron sus posesiones en la zona sur de la península tras repeler uno de los ataques musulmanes sobre Bari en el 876, creando el Catapanato de Italia, en guerra con musulmanes y lombardos.

Fue canonizado por el antipapa Pascual III —acto que posteriormente se consideró inválido— y algunos lo consideran beatificado (que es un paso en el camino hacia la santidad) en la Iglesia católica. Tradicionalmente, la Iglesia católica lo venera como beato el 28 de enero. La Iglesia ortodoxa no veía con tan buenos ojos a Carlomagno, debido a su apoyo a la clásula filioque y a la preferencia que mostró el Papa hacia él como emperador frente a la primera mujer monarca del Imperio bizantinoIrene de Atenas. Estas y otras disputas condujeron a la ruptura de Roma y Constantinopla en el Gran Cisma de 1054.

Combatió a los musulmanes que amenazaban sus posesiones en la península ibérica y trató de apoderarse del territorio, aunque tuvo que batirse en retirada y a causa de un ataque de los vascones, perdió a toda su retaguardia, así como a Roldán, en el desfiladero de Roncesvalles.3​ Luchó contra los pueblos eslavos. Tras una larga campaña logró someter a los sajones, obligándolos a convertirse al cristianismo e integrándolos en su reino; de este modo allanó el camino para el establecimiento del Sacro Imperio Romano Germánico bajo la dinastía sajona.

Expandió los distintos reinos francos hasta transformarlos en un imperio, al que incorporó gran parte de Europa Occidental y Central. Conquistó Italia y fue coronado Imperator Augustus por el papa León III el 25 de diciembre de 800 en Roma, gracias a la oportunidad ofrecida por la deposición de Constantino VI y lo que se consideraba la vacancia del trono imperial, ocupado por una mujer, Irene. Estos hechos provocaron la indignación de la corte imperial, que se negó a reconocer su pretendido título. Tras unos frustrados planes de boda entre Carlomagno e Irene, estalló la guerra. Finalmente, en 812 Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (aunque no «emperador de los romanos»).

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De #bottegadivina

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