San León IV, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, san León IV, papa, protector de la ciudad y defensor del primado de Pedro.
León era romano de nacimiento, pero probablemente de origen lombardo. Recibió su educación en el monasterio benedictino de San Martín, cerca de San Pedro. Las cualidades del joven llamaron la atención de Gregorio IV, quien le nombró subdiácono de la basílica de Letrán y más tarde cardenal-presbítero, titular de «Quatuor Coronati». A la muerte de Sergio II, el año 847, León fue elegido para sucederle en el pontificado. El nuevo Papa fue consagrado sin consultar al emperador, ya que los romanos, aterrados ante la perspectiva de una invasión sarracena, querían ver la cátedra de San Pedro ocupada por un hombre decidido y bueno, por más que la idea no sonreía a san León. Lo primero que hizo fue prepararse para el ataque de los sarracenos, y mandó reparar y reforzar las murallas de la ciudad, pues en los años precedentes, los sarracenos habían penetrado por el Tíber y se habían entregado al saqueo. La lista de las donaciones de san León a las diversas iglesias ocupa veinte páginas del Liber Pontificalis. Además, hizo llevar a Roma las reliquias de numerosos santos, entre las que se contaban las de los Cuatro Coronados, que el Papa mandó depositar en la basílica que había reconstruido en su honor. Pero, por grandes que hayan sido estas realizaciones, quedaron eclipsadas por la magna empresa de la construcción de una muralla alrededor de la colina Vaticana. Tal fue el origen del predio que desde entonces se conoce con el nombre de «la ciudad Leonina».
Sin embargo, san León sabía que las más poderosas murallas son incapaces de defender a un pueblo contra la cólera divina y que un clero negligente o rebelde corrompe a los fieles y provoca esa cólera. Así pues, el año 853 reunió en Roma un sínodo, cuyos cuarenta y dos cánones se referían, en gran parte, a la disciplina y los estudios del clero. El sínodo hubo de tomar también ciertas medidas contra el cardenal Anastasio, quien intrigaba con el emperador Lotario I para obtener la sucesión del pontificado. San León hizo también frente al violento y rebelde arzobispo Juan de Ravena y a su hermano, el duque de Emilia, que habían asesinado a un legado pontificio. El Papa se trasladó a Ravena, donde juzgó y condenó a muerte al duque y a dos de sus cómplices; pero como la sentencia fue dictada en el tiempo pascual, en que no se podía ejecutar a nadie, los asesinos escaparon con vida. San León tuvo también ciertas dificultades con el duque de la Gran Bretaña, Nemonos, quien se arrogó el poder de establecer una sede metropolitana en su territorio; con san Ignacio, patriarca de Constantinopla, el cual depuso al obispo de Siracusa; y con un soldado llamado Daniel, quien acusó falsamente al Pontífice ante el emperador de tramar una conspiración con los griegos y los francos. Por último, san León tuvo que defenderse también de Hincmar, arzobispo de Reims, el cual le había acusado de impedir que los clérigos depuestos apelasen a la Santa Sede. El enérgico Pontífice falleció en medio de esas pruebas, el 17 de julio del 855.
San León IV fue un hombre que supo combinar la liberalidad y la justicia con la paciencia y la humildad. Cierto que sus principales realizaciones fueron de orden político y temporal; pero ello se debió a los tiempos en que vivió y al hecho de que la historia olvida muy fácilmente la grandeza espiritual, o se preocupa muy poco por ella. San León fue un buen predicador, por lo que se le ha atribuido, aunque probablemente sin razón, una homilía sobre el «Cuidado pastoral». Por su entusiasmo por el canto en las iglesias romanas, san León fue un precursor de san Pío X. Todavía se conserva una carta que escribió sobre ese tema a un abad: «Ha llegado a nuestros oídos un rumor increíble … Se dice que tenéis tal aversión por el armonioso canto gregoriano … , que no sólo disentís de su práctica en esta diócesis tan próxima, sino en toda la Iglesia occidental y de todos aquéllos que emplean la lengua latina en las alabanzas al Rey del cielo …» En seguida, el Papa amenazaba con la excomunión al abad, en caso de obstinarse contra «el supremo jefe religioso» en la cuestión del culto.
El pueblo atribuyó a san León varios milagros, entre otros el de haber detenido un gran incendio en el «borgo» romano con la señal de la cruz. A pesar de las objeciones de los historiadores, parece cierto que Alfredo el Grande, que no tenía entonces sino cuatro años, recibió en Roma, de manos de san León, el título honorario de «Cónsul Romano» (que no equivalía a la consagración regia). Algunos historiadores atribuyeron erróneamente a san León la institución del rito del «Asperges» antes de la misa dominical.
Durante el siglo IX hobo varios papas martires entre ellos:
Esteban VI o VII (Roma + 897) fue el 113.er papa de la Iglesia católica, de 896 a 897.
Al igual que su predecesor, Bonifacio VI, fue elegido papa con el apoyo del rey de Italia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Lamberto de Spoleto, quien tras ser expulsado de Roma por Arnulfo pudo retomar la ciudad tras la marcha de este debido a su estado de salud y a los problemas internos que surgían en su propio reino.
Al ser elegido ocupaba como obispo la diócesis de Anagni por nombramiento del papa Formoso, y tras su elección ordenó exhumar el cadáver de este para someterlo a juicio en un concilio que reunió a tal fin y que ha pasado a la historia como el “Concilio cadavérico” o “Sínodo del terror”.
En un principio demostró este papa que aprobaba la conducta seguida por Formoso al coronar a Arnulfo de Alemania, pues también él le reconoció emperador en una bula que cita Muratori. Aun sin ánimo de discutir este documento suyo, hay que tener en cuenta que Esteban VI dependía de su partido y que al mismo había de obedecer ciega y fatalmente. El poderío de Lamberto, que volvió a entrar en Pavía, y las artimañas de la furiosa Ageltruda le llevaron a reconocer como único emperador al hijo de ésta, Lamberto de Spoleto, y la orden del juicio contra la memoria de Formoso, aunque éste le había consagrado obispo.

En dicho concilio, celebrado en febrero o marzo de 897 bajo su presidencia en la Basílica Constantiniana se procedió a revestir el cadáver de Formoso de los ornamentos papales y se le sentó en un trono para que escuchara las acusaciones. La principal de las cuales fue que siendo obispo de una diócesis, la de Porto, la había dejado para ocupar como Papa la diócesis de Roma.
Encontrado culpable se declaró inválida su elección como Papa y se anularon todas los actos y ordenaciones de su papado, lo que le permitió a Esteban VI no poder ser acusado del mismo cargo que Formoso ya que, al declararse nula su ordenación como obispo, no infringió la norma que le impedía ocupar la diócesis de Roma. Sin embargo, se decidió que cuantos hubiesen recibido las sagradas órdenes de manos de Formoso habían de ser ordenados de nuevo.
A continuación se despojó el cadáver de sus vestiduras, se le arrancaron de la mano los tres dedos con la que los latinos acostumbran a bendecir, luego fue arrastrado por las calles de Roma y entre los aullidos del populacho fue arrojado al río Tíber tras ser quemado.
Un terremoto que dañó Letrán fue interpretado como castigo divino y el pueblo romano indignado prendió a Esteban VI en dicho palacio para posteriormente estrangularlo el 14 de agosto de 897.
Sergio, amigo de Esteban e irreconciliable adversario de Formoso, al subir al pontificado le levantó un mausoleo en San Pedro, con una inscripción en la que se insulta todavía la memoria de Formoso y se narra el trágico fin de Esteban.
Vamos a entrar en un Periodo difícil de la historia de la iglesia debido a un personaje conocido como Pornocracia.
Marozia (* 892 – † 955), noble romana también conocida como Mariozza, era hija de Teodora (hermana de Adalberto de Toscana) y del senador romano Teofilacto I, aunque otras fuentes afirman que su verdadero padre fue el papa Juan X.
Fue una de las mujeres más influyentes de su época desde que, en 907, con 15 años se convirtió en la amante del papa Sergio III y pasó a dominar la política papal durante un periodo de unos veinticinco años que ha pasado a la historia con el nombre de pornocracia. En dicho periodo influyó en la elección de hasta seis papas y ordenó la muerte de algunos de ellos.
Marozia contrajo matrimonio en tres ocasiones con altos personajes de la nobleza.
Su primer marido, Alberico I el Mayor, marqués de Camerino y duque de Spoleto, quien le llevaba 22 años, la desposó en el año 909 cuando estaba embarazada de la relación que mantenía con el papa Sergio III. El hijo que nacería en 910 fue legitimado por Alberico y se convertiría en el futuro papa Juan XI. Tras la muerte de Sergio III en el 911, de este primer matrimonio nacería, hacía el 912, Alberico II que jugará un papel protagonista en la futura caída de su madre y, posteriormente, cuando menos 3 hijos más. En el 914 su madre Teodora la Mayor hace papa a Juan X, un viejo amante, tras lo cual muere en el 916. Si bien en el 915, Juan X y Alberico I lucharon unidos en una Liga Cristiana para expulsar a los sarracenos de Italia en la Batalla de Garigliano, este rechazó las intrusiones de Marozia y Alberico I, los cuales en el 924, al intentar hacerse con el poder absoluto de Roma se enfrentaron al papa; pero al fracasar, Alberico fue expulsado a sus dominios en Orte desde donde pidió ayuda a los mercenarios húngaros, mas estos se cambiaron al bando de Juan X y lo asesinan.
Marozia se encontró entonces en una situación de debilidad que resolvió casándose con el marqués Guido de Toscana, de cuya unión nacería Berta de Lucca. En ese mismo año, el trono de Italia quedó vacante al fallecer Berengario I. La elección de su sucesor provocó un nuevo enfrentamiento entre Marozia y el papa Juan X, ya que mientras el papa apoyaba como candidato al trono a Hugo de Borgoña, Marozia prestó su apoyo a Hugo de Arlés, hermanastro de su segundo marido. Tras la muerte de Teofilacto I en 925, en el 926 con la entronización de Hugo de Arlés el enfrentamiento se resolvió esta vez a favor de Marozia y de su marido Guido, el cual se dirigió a Roma al frente de un ejército y tras deponer al papa lo encarceló hasta su muerte en el 928.

En 929 fallece Guido de Toscana y Marozia decide casarse con su cuñado, el hermanastro de su difunto marido y rey de Italia, Hugo de Arlés, para lo cual deben anular el matrimonio de Hugo ya que este se encontraba casado. La anulación matrimonial la consiguió fácilmente ya que el papa que entonces regía la Iglesia era Juan XI, el propio hijo de Marozia a quien había hecho elegir en el 931.
El nuevo matrimonio se celebra en 932 y provocó la rebelión del otro hijo de Marozia, Alberico II el Joven, el cual expulsó de Roma a su nuevo padrastro, tomó el poder y mandó encarcelar, en el castillo de Sant’Angelo, a su madre y a su hermanastro el papa Juan XI quien murió en el 935.
En dicha prisión permanecerá hasta la muerte, en 954, de Alberico II de donde fue trasladada a un convento en el cual falleció en 955 y fue enterrada en el monasterio de los Santos Ciriaco y Nicola en la Vía Latina.
- Esteban VII (939-942): mutilado.[cita requerida]
- Juan XII (955-964): asesinado por un martillazo.1617
- Benedicto VI (973-974): estrangulado.18
- Juan XIV (983-984): muerto de inanición, malos tratos o asesinato.19
- Gregorio V (996-999): envenenado.[cita requerida]

