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El reino de María está Próximo¡¡

San Agustín cree que, entre la muerte del Anticristo y el fin del mundo, mediará un tiempo, al cual se refiere también San Tomás, otros santos también creen que entre la muerte del anticristo y el fin del mundo vendrá el Reino de María.

¿Acaso no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?

¿No sabéis que hemos de juzgar aun a los ángeles? Pues mucho más las naderías de esta vida. 1 Corintios 6, 2-3, San Pablo enseña que los santos con Cristo juzgarán al mundo y a los ángeles. Sabiduría 3, 8; Daniel 7, 22; Mateo 19, 22; Lucas 22, 30; I Corintios 15, 23; I Tesalonicenses 4, 13 ss.; Judas 14 y notas.

San Ireneo de Lyon (siglo II)

San Ireneo es una de las fuentes más antiguas y claras sobre una expectativa de un «reino» después de la caída de los enemigos de Dios:

“Entonces los justos reinarán sobre la tierra, creciendo y multiplicándose… Los que fueron salvados serán multiplicados sobre la tierra y disfrutarán de un tiempo de paz y prosperidad antes de la resurrección final” (Adversus haereses, V, 33).

Un reinado visible y corporal de Cristo con los santos, no como una alegoría, y lo vincula con la restauración de la creación.

San Justino Mártir (siglo II)

También defendió la idea de un “reino” literal, basado en una interpretación directa del Apocalipsis 20:

“Y un hombre entre nosotros, por nombre Juan, uno de los apóstoles de Cristo, profetizó que los que creen en nuestro Cristo pasarán al “reino”, y después vendrá la resurrección universal” (Diálogo con Trifón, 81).

Lactancio (siglo IV)

Discípulo de San Arnobio, desarrolla extensamente la idea del “reinado” como una etapa previa al Juicio Final:

“Habrá un período en el que la justicia reinará en la tierra, y los justos vivirán entre los hombres… antes de que el mundo sea destruido por el fuego” (Instituciones divinas, Libro VII).

San Jerónimo (siglo IV-V)

Menciona que muchos santos y teólogos sostenían esa idea basándose en la autoridad de San Ireneo y Papías. Denuncia los excesos de los milenaristas carnales, pero reconoce una corriente respetable que esperaba un reinado espiritual.

San Bernardo de Claraval (siglo XII)

Si bien no habla explícitamente del “Reino”, San Bernardo interpreta el “tercer adviento” de Cristo como una venida intermedia, espiritual, para purificar y restaurar la Iglesia antes del juicio final. Es una visión cercana a un «reino de paz» entre el Anticristo y el fin del mundo.

Santo Tomás de Aquino (siglo XIII)

Interpreta ciertas profecías veterotestamentarias (Isaías, Jeremías, Ezequiel) como referentes a una época de paz y conversión de los judíos luego de la muerte del Anticristo, antes del fin del mundo:

“Después de la muerte del Anticristo… habrá una cierta consolación: la conversión de los judíos y una paz temporal más grande para la Iglesia” (Catena Aurea sobre Isaías y Jeremías).

Un período de restauración y fe antes del fin.

Beato Bartolomé Holzhauser (siglo XVII)

Sacerdote alemán, fundador de una congregación clerical, escribió una interpretación profética de las siete Iglesias del Apocalipsis, en la cual prevé un quinto período de la Iglesia, posterior al reinado del Anticristo, en el que:

“Habrá un gran restablecimiento de la disciplina, la paz y la fe. Los herejes se convertirán, y se restaurará la unidad de la Iglesia.” Lo describe como un reinado espiritual universal de Cristo en sus fieles, previo al sexto período (decadencia final) y el séptimo (fin del mundo).

San Luis María Grignion de Montfort (siglo XVIII)

En sus escritos proféticos y marianos, habla de una era de María o reinado de los apóstoles de los últimos tiempos, en que se renovará la Iglesia y se extenderá el Reino de Cristo. Esto ocurriría después de una gran purificación del mundo.

El concepto del “Reino de María”, habla de una era futura de santidad, cuando María triunfará y Cristo reinará por medio de sus apóstoles de los últimos tiempos.

“Dios quiere que su santa Madre sea ahora más conocida, más amada y más honrada que nunca… para establecer el reino de Jesucristo en el mundo” (n. 49). “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen”

“Este reino de Jesucristo llegará necesariamente, pero llegará como consecuencia del conocimiento y del reinado de la Santísima Virgen” (n. 50).

“Con María, comenzará el reinado de Jesucristo… cuando venga el tiempo de su reinado glorioso en el mundo.” (n. 217)

A menudo se vincula este “reino de María” con el período intermedio entre la caída del mal (el Anticristo) y el fin del mundo.

San Agustín – “La Ciudad de Dios” (Libro XX, cap. 19)

“Después de ese juicio del último combate, de ese juicio con fuego, vendrá el juicio final… pero antes de esto puede haber una purificación de la Iglesia, y un breve tiempo de paz antes del fin.”

Catecismo de la Iglesia Católica

“El Anticristo aparecerá en el mundo en una última tentativa de suplantar a Cristo… La Iglesia entrará en la gloria del Reino sólo a través de esta última Pascua” (n. 675-677).

“La esperanza mesiánica no puede realizarse sino más allá del tiempo histórico, mediante el juicio último de Dios” (n. 676).

Esto rechaza un milenarismo político o temporal pagano del nazismo o el comunismo. Pero no condena la idea de un reinado espiritual previo al fin del mundo, siempre que no implique una interrupción en la historia de la salvación.

“No puede enseñarse con seguridad la doctrina de un reino temporal de Cristo sobre la tierra antes del juicio final. El milenarismo mitigado tampoco puede enseñarse sin riesgo.”

(Congregación para la Doctrina de la Fe – “Carta sobre el milenarismo”, 21 de julio de 1944)

Esta advertencia, sin embargo, no condena la enseñanza de un período de paz espiritual y renovación, como el “reino de María”, si se entiende en continuidad con la Iglesia.

El milenarismo carnal (esperar un reino político de Cristo sobre la tierra con placeres materiales) fue condenado por la Iglesia, por San Agustín y en el magisterio posterior).

Sin embargo, existe un “Reino” simbólico que fue defendido por santos y considerado compatible con la fe.

No fue María una mujer que llegó a ser Reina. No. Nació Reina. Su realeza y su existencia se compenetran. No una realeza adquirida o episódica, sino natural, contemporánea y consustancial con su maternidad divina y función corredentora.

Con atuendo real, vestida del sol, calzada de la luna y coronada de doce estrellas, fue vista por San Juan en el capítulo 12 del Apocalipsis, asociada a su Hijo en la lucha y en la victoria sobre la serpiente, según que ya se había profetizado en el Génesis.

La Iglesia la reconoce y saluda, Señora y Reina de los ángeles y de los hombres.

Reina de todo lo creado en el orden de la naturaleza y de la gracia.

Reina de los reyes y de los vasallos.

Reina de los cielos y de la tierra.

Reina de la Iglesia triunfante y militante.

Reina de la fe y de las misiones.

Reina de la misericordia.

Los que son de Cristo reinarán con El y la Virgen María es Indudablemente de Cristo.

Romanos 5:17

          «En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!»

II Timoteo 2:12

         «si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará»

María Santísima es Reina:

1- Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16). 

Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita de la que es «Madre de mi Señor» (Lc 1:43).  Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno» (Lc 1:42).

El ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría.  Ella es entonces la Reina Madre.

Su reino no es otro que el de Jesús, por el que rezamos «Venga tu Reino».   Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino.

En 1 Reyes 2,19 vemos que la madre del Rey se sienta a su derecha.

2- Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10  En María se cumplen las palabras: » el que se humilla será ensalzado».   Ella dijo «He aquí la esclava del Señor».

3- Por ser la corredentora. El papa JPII, en la audiencia del 23-7-97 dijo que «María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (…) cooperó en la obra de la redención del género humano. (…). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo».

Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25) 

María Santísima, reinando con su hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo.

4- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad.

La misión de María Santísima es única pues solo ella es madre del Salvador.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» -Génesis 3:15 

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De #bottegadivina

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