«No creáis que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra, y serán enemigos del hombre sus mismos domésticos». Mateo 10:34-36
La verdad es como una espada. No puede transigir con las conveniencias del mundo. Por eso los verdaderos discípulos de Jesucristo serán siempre perseguidos. El Señor no envía sus elegidos para las glorias del mundo sino para las persecuciones, tal como Él mismo ha sido enviado por su Padre. Aunque algunas veces también como espada de su palabra, existían unos anales épicos llamados las Guerras de Yahvé, que se han perdido, y relataban muchos hechos que explican el sentido de ser un pueblo elegido. A las ordenes de un Dios que no tranza con el pecado.
En la Biblia, la guerra se interpreta como una manifestación de la lucha entre el bien y el mal, donde Dios mismo es visto como el líder de su pueblo en batalla.
La palabra guerra en hebreo aparece 313 veces en el Antiguo Testamento y proviene de la raíz de la palabra, ‘luchar’.
De hecho, los nombres de Dios son;
Yahve-Nissi: «El Señor es mi estandarte» (Éxodo 17,15), relacionado con la guerra espiritual.
Yahvé Sebaot, o señor de los Ejércitos, es uno de los nombres de Dios más usados en el Antiguo Testamento. El nombre «Sebaot» proviene de la palabra hebrea que significa «ejércitos» o «huestes», y el título «Señor de Sebaot» indica que Dios es superior a cualquier ejército humano, angelical o demoníaco.
En 1 Samuel 17,45 , David cuando se enfrenta contra Goliat le dice:
“Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo vengo contra ti en el nombre de Yahveh de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado.”
A Dios se lo describe como “varón de guerra” (Ex.15:3; Is.42:13), y uno de sus títulos es Dios de los ejércitos, pudiéndose referir a ejércitos celestiales (1 R.22:19) o ejércitos israelitas (1S.17:45). Era Dios el que conducía los ejércitos de Israel a la batalla (Jue.4:14),
Juan 2,15 (Jesús expulsa a los mercaderes del Templo)
“Y haciendo un látigo de cuerdas, los echó a todos del templo, con las ovejas y los bueyes; esparció las monedas de los cambistas y volcó sus mesas.”
Lucas 22,36
“Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve, y también alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una.”
Mateo 11,12
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.”
Apocalipsis 19,11 (aunque escrito por Juan, se describe a Cristo en lucha escatológica):
“Entonces vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.”
Dios mandó exterminar a varios pueblos cananeos por sus graves pecados, según se relata en el Antiguo Testamento. Entre ellos están los amorreos, heteos, jebuseos, cananeos, ferezeos, heveos y guirgaseos (Deuteronomio 7:1-5).
1 Samuel 15,3: «Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene… no les perdones la vida.»
Muchas guerras fueron defensivas, con ayuda divina. 1 Samuel 17 (David y Goliat), 2 Samuel 5,17-25. Gedeón contra los madianitas (Jueces 7): un pequeño ejército de 300 hombres vence por intervención divina.
Estos pueblos practicaban idolatría, sacrificios humanos, inmoralidad sexual y actos considerados abominables. Dios ordenó a los israelitas eliminarlos para evitar que corrompieran su fe y costumbres. El exterminio era visto como un juicio divino y una forma de preservar la santidad del pueblo elegido. Este mandato se enmarca en la lógica de la alianza entre Dios e Israel, centrada en la obediencia y pureza religiosa.
«Así como no os debe retraer el miedo de la muerte, así tampoco os debe atraer el amor carnal».
El Libro de las Guerras de Yahvé es un texto antiguo mencionado en Números 21:14, que contiene canciones y poemas sobre las victorias militares, pero no se conserva. Se trata de una colección de canciones de guerra y poemas que celebran las victorias del pueblo de Israel bajo la dirección de Yahvé.
Miqueas (Miq 7), diciendo: «Serán enemigos del hombre sus mismos domésticos». Y así sucedió entre los judíos: porque había bandos en el pueblo y las casas estaban divididas, había profetas verdaderos y profetas falsos. dando a entender que no ha venido a los hombres para afirmarlos en sus deseos carnales, sino para cortarlos con la espada espiritual , se refiere a la lucha espiritual que debe emprender el cristiano para acercarse a Dios y alcanzar la santidad. Esta lucha implica vencer las propias inclinaciones pecaminosas y las tentaciones del mundo, tomando a Cristo como modelo y guía.
La vida cristiana es una lucha continua por superar el pecado y crecer en santidad, siguiendo el ejemplo de Cristo y confiando en su gracia para alcanzar la victoria.
El aspecto esencial del drama de la humanidad, en el que está en juego su salvación, es el combate espiritual entre Dios y Satán, el designio de Dios tiene por objetivo la paz; pero esta misma paz supone una victoria alcanzada a costa de combate, asi se gana el cielo el lugar de la verdadera paz, esto no es mas que un campo de batalla o un valle de lágrimas…
