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Entró la Muerte al Mundo

La antigua serpiente que nos quiere controlar, “Este género o especie solo se puede combatir a fuerza de oración y de ayuno”. Mateo 17:21 y Marcos 9:29.

Gén 2:16  “dió este mandato: “De todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

El árbol de la vida, contrarrestaba la natural caducidad del cuerpo, Adán tenía que comer de él siempre, Pero había otro, No sabemos cuál era el fruto de ese árbol, que estaba justo en el centro del Jardín, al lado del árbol de la vida,  pero sabemos los efectos de sus frutos. La muerte.

Los primeros padres, rompen el ayuno, “algo” impulsó a Eva a romper la orden de Dios y lo consumen, es su sentencia de muerte.  

Hablar de demonios y de exorcismos es preguntarse: ¿qué especie invisible nos habita y, en ocasiones, nos hace actuar en contra de nuestra propia voluntad e interés?

Desde la serpiente del Génesis que susurra tentaciones hasta los relatos de posesión, siempre ha existido la intuición de que hay algo más que nuestra conciencia impiliendonos al mal.

Tracemos una línea entre la biblia y la ciencia, que nos revela una verdad inquietante: algunos de los «espíritus» que nos habitan son, pequeñas serpientes, parásitos.

La serpiente que tienta a Eva, es una fuerza externa que insinúa una idea que lleva a una acción que no conviene. No es un control físico, sino una persuasión que corrompe desde adentro.

Esta misma idea de una fuerza interna maligna reaparece en el relato del endemoniado de Gerasa. La historia describe a un hombre con un comportamiento errático y violento, habitado por una «legión» de espíritus. Lo más intrigante es el final: estos espíritus piden ser enviados a una piara de cerdos, que se precipita al agua. De donde podemos inferir que en este animalito hay muchas de esas legiones.

La ciencia nos ofrece un eco inquietante: la neurocisticercosis, una infección cerebral causada por larvas de la tenia del cerdo, es una de las principales causas de epilepsia en el mundo, el paralelismo entre un parásito cerebral y una «legión» que habita en endemoniados y se asocia con cerdos es asombroso. La Taenia solium (solitaria), causa la enfermedad llamada cisticercosis o, neurocisticercosis. Los humanos se infectan al ingerir huevos del parásito, que pueden estar presentes en alimentos, agua o por contacto fecal-oral, formando quistes en el cerebro que provocan convulsiones como de poseso y es mortal.

El conocimiento de que los males físicos y mentales vienen de adentro no se limita a la biblia. Desde los egipcios hasta los griegos, romanos y culturas indígenas, han practicado la desparasitación como práctica común.

    Los Egipcios usaban el ajenjo, que también produce alucinaciones.

    Los Griegos y Romanos usaban la granada.

    Los pueblos chinos y mesoamericanos utilizaban el epazote. Incluso el Yague o la ayahuasca, que producen primero alucinaciones y después diarrea y vómitos, lo que se ve como una limpieza mental y espiritual, asi sea otra forma de posesión.

Estas culturas observaron que la purga física llevaba a una sanación. Un «purgante» que expulsaba parásitos era visto como una «liberación» que restauraba la salud. Lo que no sabían es que los compuestos de estas plantas, como la tuyona, el ascaridol o la juglona, eran potentes antiparasitarios.

El «espíritu mudo» de la Biblia. Al expulsar al espíritu, el niño recupera el habla. Hoy, sabemos que infecciones fúngicas o bacterianas pueden causar afasia, ha habido casos en los cuales al expulsar una lombriz de 90 cm, las personas recuperan el habla.

El caso de la ivermectina es otro ejemplo: este medicamento cura la «ceguera de los ríos» causada por parásitos. Aquí, la liberación de un parásito se traduce directamente en la recuperación de otro sentido.

La  biología nos revela que la manipulación parasitaria es un hecho. Para ello veamos El caso de la hormiga zombi: El hongo Ophiocordyceps unilateralis invade el cuerpo de una hormiga carpintera, quien se topa con esporas del hongo en el suelo. Las esporas se adhieren a la cutícula de la hormiga e invaden su cuerpo, toma el control de sus músculos y la obliga a subir a una planta. La hormiga se aferra a una hoja con una mordida final, creando la posición perfecta para que el hongo brote de su cabeza y esparza esporas, que a su vez colonizaran otras hormigas. El libre albedrío de la hormiga es totalmente suprimido para el beneficio de otro organismo.

El gusano «zombie» del caracol (Leucochloridium paradoxum): Este es uno de los casos más visualmente impactantes. El gusano, que vive y se reproduce en las aves, necesita que sus larvas lleguen al intestino de un ave para completar su ciclo de vida. Para lograrlo, infecta a un caracol y toma el control de sus tentáculos oculares. El parásito hace que los tentáculos del caracol se hinchen y pulsen con colores brillantes y llamativos, imitando el aspecto de una oruga o una larva. El caracol, que normalmente evita la luz, es forzado a moverse hacia lugares abiertos y soleados, donde se convierte en un objetivo fácil para las aves. Una vez que un ave se come el tentáculo, el gusano puede reproducirse.

    El gusano que fuerza a los grillos a ahogarse (Spinochordodes tellinii): Este es un tipo de gusano nematomorfo. La larva de este parásito se desarrolla dentro del cuerpo de un insecto, como un grillo o un saltamontes. Cuando el gusano está listo para emerger, suelta neurotoxinas que alteran el comportamiento del grillo, haciéndole sentir una irresistible necesidad de buscar agua. El grillo, sin poder evitarlo, salta a un lago, un río o cualquier cuerpo de agua, donde se ahoga. El gusano adulto, que puede medir varias veces la longitud del insecto, emerge del cuerpo del grillo para encontrar pareja y reproducirse.

 El  Toxoplasma gondii manipula el comportamiento humano: Este parásito solo puede reproducirse en el intestino de los gatos. Para llegar allí, infecta ratones, eliminando su miedo a los gatos, haciendo que la orina de gato les resulte atractiva. Para que de este modo el gato los pueda cazar fácilmente y asi pasar al cuerpo del gato. ¿Y en humanos?  Produce que el olor a orina de gato sea sexualmente agradable al portador, lo que impulsa a sus portadores a tener mas gatos.

Estudios correlacionan la infección por Toxoplasma con una mayor propensión a los accidentes de tráfico, la impulsividad y, en algunos casos, cambios en el comportamiento. No es que el parásito nos controle, pero influye sutilmente en nuestra toma de decisiones, reduciendo la aversión al riesgo.

Este estudio del Dr Robert Salposky derivó en que lo contactaran las fuerzas militares para que desarrollara un producto que hiciera que los soldados vayan a la guerra sin miedo, lo que lo obligó, por ética, a exiliarse de USA, ahora esta en África,  porque esto seria contaminar personas con una enfermedad que quita el miedo pero que los lleva a la muerte.

Hoy sabemos que nuestro intestino tiene su propio sistema nervioso, el sistema nervioso entérico, con millones de neuronas. La microbiota intestinal se comunica directamente con nuestro cerebro principal a través de neurotransmisores y el nervio vago. Lo que comemos, y los microorganismos que prosperan con ello, pueden influir en nuestro estado de ánimo y en nuestra cognición. Los alimentos fermentados, como el Kefir por ejemplo, pueden tener un efecto positivo en la salud mental.

«Pueblos enteros pueden estar parasitados» como los habitantes de la pentápolis destruida por Dios y compartían un pecado colectivo. En el pasado, y aún en el presente, las infecciones endémicas han impactado la salud colectiva, afectando la energía, la productividad y el desarrollo de sociedades enteras.

Si nuestros comportamientos están influenciados por los microorganismos que nos habitan, ¿cuánto control tenemos realmente?

La manipulación existe, una estrategia silenciosa de parásitos, hongos y bacterias que han ingresado de alguna manera en el hombre al ser asimiladas en el cuerpo y que parecieran susurrar peca, come, fornica…

Estamos habitados, desde la serpiente antigua hasta la microbiota moderna. San Pablo la llamaba en 2Co 12:7  “Una espina en la carne, un emisario de Satanás, que me abofetea, para que no me engría, y completa en Rom 7:19  Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.

La sanación, sea vista como una expulsión de un demonio o de un parásito, es un acto de recuperación de la autonomía. Y la gran lección es que la «lucha» por la mente no es solo una batalla espiritual moral y filosófica; es una batalla biológica, donde las fuerzas microscópicas que nos habitan juegan un papel mucho más grande de lo que podríamos haber imaginado,  investigaciones recientes se centran en cómo estos microorganismos, junto con la microbiota y las micotoxinas, pueden influir sutilmente en nuestro comportamiento y salud mental.

Se ha investigado la posible conexión entre la toxoplasmosis y enfermedades mentales como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión. No hay evidencia de que el parásito induzca tendencias suicidas directamente, aunque la asociación con trastornos de salud mental podría influir en el riesgo.

La serpiente que tienta a Eva en el relato bíblico del Génesis puede ser interpretada como una fuerza que corrompe desde dentro, sembrando el deseo de conocimiento prohibido y el alejamiento de la inocencia. La idea de que «la serpiente antigua» se refiere a parásitos que habitan en nosotros es una interpretación simbólica y no literal, aunque tampoco demasiado alejada de la realidad, porque la biblia claramente dice que fue arrojada a la tierra, y maldita, condenada a arrastrarse.

El cornezuelo de centeno (Claviceps purpurea) es un hongo parásito de cereales que produce toxinas, de donde se extrae el LSD (alcaloides del ergot) que causa una enfermedad llamada ergotismo. Que produce crisis epilépticas, alucinaciones, espasmos. El hongo contiene alcaloides vasoconstrictores (ergotamina, ergotoxina). Estos contraen los vasos sanguíneos hasta cortar el riego sanguíneo, que produce necrosis (muerte de tejidos), gangrena seca. Los dedos de manos y pies empiezan a ennegrecerse, momificarse y desprenderse. Extendiéndose por los demás miembros en medio de alucinaciones

En la Edad Media, esta enfermedad se conocía como el «fuego del infierno» debido a los síntomas que incluían alucinaciones, convulsiones, y un ardor intenso, que a menudo llevaba a la gangrena y la pérdida de miembros. Esto es un caso bien documentado de un parásito que causa alucinaciones y muerte, por los efectos bioquímicos de sus toxinas.

Los efectos alucinógenos del yopo, el yagé (ayahuasca) y varios tipos de hongos no se deben a la manipulación parasitaria, sino a los compuestos psicoactivos inherentes a estas plantas y hongos.

Estas sustancias contienen alcaloides que alteran la conciencia y producen visiones o estados alterados de la mente, similares a posesiones.

Los parásitos que viven en el intestino, como las lombrices intestinales, se alimentan de los nutrientes que consume el huésped. Se ha teorizado que la microbiota intestinal, que incluye estos parásitos, puede influir en los antojos alimentarios a través de la producción de ciertos neurotransmisores. Es importante aclarar que los parásitos se alimentan de productos como azúcar, lácteos o alcohol que es rico en azúcar, algunos microorganismos pueden alterar los mecanismos neurológicos para su propio beneficio reproductivo o de supervivencia.

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De #bottegadivina

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