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La que lleva mas almas al infierno

La Tradición, la biblia y el catecismo de manera breve como en el caso de Ripalda, Astete, Mazo o cualquiera de los catecismos de la doctrina cristiana,  y documentos y encíclicas también, e incluso parábolas, nos identifican tres enemigos principales del alma: el Mundo, el Demonio y la Carne.

El mundo = atractivos y bienes creados que desvían;

El demonio = tentador;

La carne = el cuerpo con sus pasiones e inclinaciones desordenadas.

La Escritura distingue frecuentemente entre lo que viene del mundo, las pasiones de la carne y la obra del diablo. Ejemplos:

1 Juan 2,15-17: “No améis al mundo… porque todo lo que hay en el mundo: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida… pasa.”

Gálatas 5,16-17: “Andad según el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne… la carne desea contra el Espíritu…” — fundamento para entender la oposición interior entre carne y Espíritu.

2 Corintios 12,7-10: Pablo habla del “aguijón en la carne” y la respuesta de Cristo: “Mi gracia te basta.” Ese pasaje ha sido interpretado en la tradición como ejemplo de la debilidad humana y de la lucha ascética, y como razón para la desposesión y la confianza en la gracia.

En el lenguaje teológico-catequético, la “carne” no es simplemente el cuerpo como creación buena, sino la dimensión inclinada hacia el desorden (pasiones desordenadas, concupiscencia). La Iglesia subraya la dignidad del cuerpo, pero también la necesidad de castidad y dominio de las pasiones. El Catecismo de la Iglesia Católica desarrolla la vocación a la castidad y la moral sexual en el catecismo:

 # 1852 Las obras de la carne -se oponen- al fruto del Espíritu: “Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios” (5,19-21; cf Rm 1, 28-32; 1 Co 6, 9-10; Ef 5, 3-5; Col 3, 5-8; 1 Tm 1, 9-10; 2 Tm 3, 2-5).

El catecismo del padre Mazo lo explica claramente:

“La carne, no precisamente ésta que llamamos cuerpo humano, sino sus pasiones y apetitos

Desordenados, lleva a la condenación.

Criado el hombre en el orden más perfecto, perdió por el pecado original este maravilloso orden. Antes de este inmenso pecado, el alma estaba gozosamente sumisa y obediente á Dios, el cuerpo al alma, la carne al espíritu, las pasiones la razón, y los apetitos a la voluntad; (Las tres potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad) pero en el momento que el hombre, pecando, se rebeló contra Dios, todo se rebeló contra el hombre.

El cuerpo desconoció el dominio del alma, la carne resistió al espíritu, las pasiones á la razón, y los apetitos á la voluntad. Pues este cuerpo, esta carne rebelde, á la que llama San Pablo aguijón de Satanás, esta voluntad indócil, esta razón soberbia, esta imaginación inquieta, estas pasiones desordenadas, estos apetitos antojadizos é impetuosos, son enemigos del alma”. La quieren llevar al infierno

La patrística (Padres del desierto — Evagrio, Juan Climaco, Juan Cassiano y la tradición monástica occidental) promueve la mortificación de las pasiones (askesis, apatheia) para purificar el corazón y alcanzar la unión con Dios. La Imitación de Cristo recoge ese espíritu: la mortificación y el desprecio de las vanidades del mundo y de las concupiscencias como camino hacia la santidad. Estas fuentes distinguen entre desprecio del pecado/vanidad y desprecio del cuerpo como obra de Dios; la práctica ascética busca libertad interior.

¿ha cambiado la Iglesia su juicio sobre los “pecados de la cintura para abajo”?

No: el Magisterio y el Catecismo mantienen la enseñanza sobre la castidad, hay actos considerados intrínsecamente desordenados según la doctrina moral católica.

Las discusiones culturales que sostienen que “ya no son pecados” proceden de cambios sociales y filosóficos, inspirados por el enemigo del alma, no de un cambio doctrinal magisterial.

La teología cristiana afirma: el cuerpo es creado bueno (Génesis), hereda el pecado original que se limpia en el bautismo, pero está sujeto a corrupción por el pecado. La muerte no es el término absoluto: la fe en Cristo anuncia la resurrección del cuerpo y la vida eterna; al cielo si esta en gracia de Dios o al lago eterno si no cumple los mandamientos. El doble dato bíblico: el mundo y sus deseos pasan (1 Jn 2,17), Cristo resucita el cuerpo para el juicio.

Rousseau (especialmente en Émile y El contrato social) puso mucho énfasis en la “libertad natural” y el libre desarrollo de la personalidad y; sus ideas ayudaron a que la modernidad ponga el individuo y la autonomía en el centro. Esa corriente filosófica, modernista, liberal y secular, explica la transformación antropológica que proone la autoexpresión y el “desarrollo personal” por encima de normas morales consideradas externas.

Por eso ya no se enseña ni religión ni historia, el modernismo, una herejia que infiltró la iglesia logró oscurecer este conocimiento, para que el individuo pierda su conexión con Dios y con la tradición de la iglesia, la biblia y el catecismo, que advierte las consecuencias del libertinaje.

1 Juan 2:15–17 — “No améis al mundo ni lo que hay en el mundo…”

Gálatas 5:16–24 — “Andad según el Espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne…”

2 Corintios 12:7–10 — “Me fue dado un aguijón en mi carne… Mi gracia te basta…”

Jerónimo de Ripalda, Catecismo — Doctrina sobre los enemigos del alma: mundo, demonio y carne.

Gaspar Astete, Catecismo — Preguntas y respuestas clásicas sobre pecado, gracia y enemigos del hombre.

Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2337–2359 — Enseñanza sobre la castidad y pecados contra ella.

Pablo VI, Humanae Vitae (1968) — Sobre el matrimonio y la transmisión de la vida.

Juan Pablo II, Veritatis Splendor (1993) — Sobre la doctrina moral y la verdad del bien.

Tomás de Kempis, Imitación de Cristo — Libro I, cap. 13: “Resistir las tentaciones” y otros sobre mortificación.

Apotegmas de los Padres del Desierto — Ejemplos de lucha contra las pasiones carnales y demoníacas.

Evagrio Póntico, Práctico — Sobre los ocho pensamientos malos y la lucha ascética.

Juan Casiano, Conferencias — Conferencia V: sobre los ocho vicios capitales.

San Juan Crisóstomo, Homilía sobre Mateo 5 — Comentarios a “todo el que mira a una mujer con lujuria…”

San Agustín, Confesiones, Libro VIII — Lucha contra la lujuria y la conversión.

San Agustín, De nuptiis et concupiscentia — Tratado sobre concupiscencia y pecado original.

Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica II-II, q. 151–153 — Cuestiones sobre la castidad y la lujuria.

Comentarios medievales a 2 Corintios 12 (Glossa Ordinaria) — Interpretaciones del “aguijón en la carne”.

Vita Antonii (San Atanasio) — Vida de San Antonio Abad, modelo de lucha ascética contra la carne.

Vida de Santa María Egipcíaca — Ejemplo de conversión radical tras vida de lujuria.

Pío XI, Casti Connubii (1930) — Encíclica sobre el matrimonio cristiano.

Juan Pablo II, Teología del cuerpo (1979–1984) — Catequesis sobre el amor humano en el plan divino.

Joseph Ratzinger, Introducción al Cristianismo (1968) — Reflexiones sobre fe, libertad y verdad.

Manuales de confesores (siglos XVII–XIX) — Casuística moral sobre pecados de la carne y su confesión.

Rousseau, Émile (1762) — Defensa del libre desarrollo natural del hombre.

Rousseau, El contrato social (1762) — Relación entre libertad y sociedad moderna.

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De #bottegadivina

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