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Calenda fin de los tiempos

Las Seis Edades (según san Agustín y la tradición cristiana):

  1. Primera Edad: Desde la creación de Adán hasta Noé
  2. Segunda Edad: De Noé a Abraham
  3. Tercera Edad: De Abraham a David
  4. Cuarta Edad: De David al exilio babilónico
  5. Quinta Edad: Desde el exilio hasta el nacimiento de Jesús
  6. Sexta Edad: Desde el nacimiento de Jesucristo hasta su Segunda Venida

Escatología y cambio de paradigma

La profecía fundada en calendas religiosas, tradiciones patrísticas y fenómenos contemporáneos

La tradición escatológica cristiana —en particular la doctrina de las seis edades del mundo propuesta por san Agustín y desarrollada por la escolástica y los Padres de la Iglesia— comparada con fenómenos históricos y culturales contemporáneos, son un marco para comprender y enfrentar el actual cambio de paradigma civilizatorio.

En la ciudad de Dios, san Agustín estructura la historia humana en seis edades, paralelas a los seis días de la Creación. La Sexta Edad, inaugurada con la Encarnación de Cristo, se extiende hasta la Parusía. No posee una duración cuantificable: es una edad de espera, tensión y discernimiento. Nadie sabe el día ni la hora. En  el Apocalipsis, os sellos, trompetas y copas no se distribuyen como eventos futuros aislados, sino como procesos históricos acumulativos que se intensifican al aproximarse el final de la Sexta Edad.

Hay signos desde las revoluciones anticatólicas y advertencias a papas como Leon XIII, que el fin se acerca y el enemigo ha sido liberado.

La patrística y la escolástica (Isidoro de Sevilla, Beda el Venerable, Tomás de Aquino) consolidaron esta visión no cronológica sino cualitativa del tiempo histórico.

El mundo se aproxima al año 6.000 desde la Creación, cifra simbólicamente vinculada al final del sexto día y a la entrada en un tiempo escatológico. El año 2026 se asocia al año 5.996 de la cuenta desde la creación del hombre, se presenta, como un umbral conceptual.

En la tradición bíblica (Levítico 25), el jubileo es un ciclo de 49 años (7×7), coronado por el año 50, que no añade tiempo, sino que lo recapitula: restitución, liberación, regreso al origen.

Desde la creación de Adán hasta Cristo transcurren 4.000 años, es decir, 80 jubileos (80 × 50 = 4.000).

80 jubileos representan la preparación: la historia como gestación del Mesías.

Desde Cristo hasta nuestros días transcurren 40 jubileos (40 × 50 = 2.000)

El número 40 no es accidental:

40 días del diluvio

40 años en el desierto

40 días de ayuno de Cristo

Sumando ambos periodos:

De Adán a Cristo: 80 jubileos

De Cristo nuestros días: 40 jubileos

Total: 120 jubileos

“Dijo entonces Dios: No permanecerá mi espíritu en el hombre para siempre, porque es muy carnal; y sus días serán ciento veinte años. (Génesis 6,3)

Culminación simbólica del tiempo concedido al hombre.

Los Padres de la Iglesia y la escolástica desde la edad media entendieron la apostasía final no solo como abandono individual de la fe, sino como regreso colectivo al paganismo, reinterpretado hoy como tecnocracia, relativismo y desacralización.

El katechón (2 Tes 2,6–7) ha sido interpretado como la fuerza que retrasa la plena manifestación del caos escatológico. El catejón se identifica con:

  • El orden jurídico de la civilización Cristiana que hoy desaparece.
  • La liturgia como eje civilizatorio
  • La autoridad moral institucional

El debilitamiento de estas instancias sugiere una fase de retirada del freno

San Pablo describe la figura del ánomos (el sin ley) como un principio de disolución espiritual y normativa, que no se reduce a una persona, sino que se manifiesta como estructura cultural: la erosión del fundamento metafísico del derecho, la moral y la verdad.

Las llamadas profecías de los papas terminan con la coincidencia simbólica de la muerte de Benedicto XVI un 31 de diciembre y se interpreta como cierre de ciclo. Justo el día de la fiesta de san Silvestre, el papa que construye la catedral de san Pedro en el vaticano. El ultimo papa en san Malaquias es la Gloria del olivo, hasta la gran persecución.  El verdadero Pastor de la Iglesia es siempre Cristo. Quien será el pastor en la persecución extrema de la Santa Iglesia Romana

“Yo soy el Buen Pastor” (Jn 10,11)

Hildegarda de Bingen y san Francisco de Asís profetizan crisis internas de la Iglesia y una purificación dolorosa. El llamado Destructor aparece como metáfora de una descomposición espiritual interna, previa a toda renovación. Y el diablo, como León Rugiente buscando a quien devorar, (1 Pedro 5:8) adquiere un nuevo significado.

Los mensajes marianos, por ejemplo, el Padre Gobbi, y otros, son leídos como advertencias de ansiedad escatológica, la virgen multiplica sus apariciones y mensajes desde 1830, advirtiendo lo que se avecina, (LaSalette, etc)

La apertura de los sellos (Ap 6) se relee como procesos históricos:

  • Guerra y rumores de guerra
  • Crisis económica («un denario por el aceite»)
  • Inseguridad estructural

Los registros modernos de sonidos de trompetas atmosféricas y fenómenos inusuales en el sol con pulsos solares y las lunas de sangre, que no se repetían desde hace 2 mil años, son señales de advertencia, que se integran como elementos simbólicos que, en la tradición bíblica, acompañan momentos de transición histórica.

La mundanización es central: cuando la liturgia se adapta plenamente al espíritu del tiempo, pierde su función de catejón. Esta advertencia ya estaba presente en autores medievales y se actualiza en el marco de este periodo en particular.

Pensadores actuales, desde esferas tecnológicas y financieras (como Peter Thiel, Palantir, Paypal, Facebook), advierten un agotamiento del Tiempo. Llegando a prevenir abiertamente sobre el anticristo, en continuidad con figuras del mundo académico como:

Oswald Spengler (La decadencia de Occidente): concibe las civilizaciones como organismos históricos con nacimiento, madurez y decadencia. Su diagnóstico de una fase de civilización tardía, dominada por la técnica y el dinero, converge con la idea escatológica de una Sexta Edad exhausta.

Eric Voegelin: analiza la modernidad como resultado de una pérdida del orden trascendente, sustituido por sistemas inmanentistas y gnósticos,  dicha pérdida se identifica con una forma estructural de apostasía cultural.

René Girard: su teoría de la crisis mimética y la violencia sacrificial, permite releer los conflictos globales como síntomas de un mundo que ha perdido el freno simbólico del sacrificio cristiano, reforzando la noción de retirada del katechón.

Romano Guardini (El fin de la edad moderna): describe el colapso de las categorías que sostuvieron la modernidad. Su obra anticipa la entrada en una fase histórica, compatible con un cambio de paradigma propio del final de la Sexta Edad.

Junto a estos pensadores, grandes teólogos contemporáneos advierten de la decadencia y fin de lo que alguna vez fue la civilización católica, como:

Padre José Antonio Sayés (La esencia del cristianismo): denuncia la reducción del cristianismo a ética humanitaria o ideología sociopolítica, señalando que tal proceso implica una autodestrucción interna de la fe, más peligrosa que la persecución abierta. el mayor peligro no es la persecución externa, sino su disolución interna, “El cristianismo deja de ser cristianismo cuando pierde su núcleo sobrenatural

Henri de Lubac: alertó tempranamente contra el humanismo ateo y la disolución de lo sobrenatural, anticipando una Iglesia tentada de diluirse en el mundo.

Joseph Ratzinger / Benedicto XVI: insistió en la imagen de una Iglesia más pequeña pero más fiel, y en el riesgo de una dictadura del relativismo como signo de los últimos tiempos culturales.

Cornelio Fabro: interpretó el secularismo moderno como una apostasía metafísica, vinculada al abandono del ser y de la verdad objetiva, sustituidos por la subjetividad o relativismo.

Hans Urs von Balthasar: aun desde una teología de la esperanza, reconoció la posibilidad de una noche profunda de la fe, previa a la renovación.

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De #bottegadivina

Bottega Divina es un Canal dedicado a aplicar la tradición moral Cristiana a situaciones críticas en la política y la sociedad. Abogamos y velamos por la aplicación de los principios fundamentales de la sociedad, como el derecho natural, en los ámbitos políticos y sociales.

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