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Arte Sacro

San Cristobal

 

San Cristobal era un hombre muy apuesto de estatura colosal, con gran fuerza física, y tan orgulloso que no se conformaba con servir a amos que no fueran dignos de él.

Cristóbal era el primogénito y unigénito de un rey cananeo, y debió haber nacido en Tiro o Sidón. Su nombre era Relicto, Ofero o Réprobus (réprobo/‘gigante’)

Cristóbal sirvió primero a un rey, aparente señor de la tierra, a quién Cristóbal vio temblando un día cuando le mencionaron al demonio.

Cristóbal entonces decidió ponerse al servicio del diablo, verdadero príncipe de este mundo, y buscó a un brujo que se lo presentara,- cuenta la leyenda que el mismo diablo se disfrazo de brujo-  yendo por un camino el «brujo» pasó junto a una cruz, y temblando la evitó. Cristóbal le pregunto entonces si el le temía a las cruces, contestándole el brujo que le temía a quién había muerto en la cruz, Jesucristo. Cristóbal le pregunto entonces si el demonio temía también a Cristo, y el «brujo» le contestó que el diablo tiembla a la sola mención de una cruz donde murió él tal Jesucristo.

¿Quién podrá ser ese raro personaje tan poderoso, aun después de morir? Se lanza a los caminos en su búsqueda,  un ermitaño le dice: «Aquí al lado hay un río donde suelen morir muchos de los que intentan atravesarlo. Tienes una estatura y fuerza descomunal, perfectamente podrás pasarlos de orilla a orilla sobre tus hombros. Ahí encontrarás a la persona que te dará la respuesta correcta» Y efectivamente, comenzó a pasar viajeros apoyado en una vara gruesa y resistente: Ofero se convirtió en porteador.  Nadie le da razón del hombre muerto en la cruz que aterroriza al Diablo. Hasta que un día cruza la corriente cargado con un insignificante niño a quien no se molesta en preguntar; ¿qué va a saber aquella frágil criatura? A mitad del río su peso se hace insoportable y sólo a costa de enormes esfuerzos consigue llegar a la orilla: Cristóbal llevaba a hombros más que el universo entero, al mismo Dios que lo creó y redimió. Por fin había encontrado a Aquél a quien buscaba.

–¿Quién eres, niño, que me pesabas tanto que parecía que transportaba el mundo entero?–Tienes razón, le dijo el Niño. Peso más que el mundo entero, pues soy el creador del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde ahora te llamarás Cristóforo, Cristóbal, el portador de Cristo. A cualquiera que ayudes a pasar el río, me ayudas a mí.

Cristóbal fue bautizado en Antioquía. Se dirigió sin demora a predicar a Licia y a Samos. Allí fue encarcelado por el rey Dagón, que estaba a las órdenes del emperador Decio. Resistió a los halagos de Dagón para que se retractara. Dagón le envió dos cortesanas, Niceta y Aquilina, para seducirlo. Pero fueron evangelizadas  por Cristóbal y luego fueron martirizadas por su fe en Cristo.

Después de  torturarlo , ordenó Dagon degollarlo.

Fue flagelado con varillas de hierro, durante la cual no cesaba Cristóbal de cantar himnos a Dios,

Le fue colocado sobre la cabeza un casco de hierro al rojo vivo,

Fue tendido sobre una parrilla enorme para ser quemado a fuego lento, la cual se derritió, sin que él sufriera quemadura alguna,

Le fueron arrojadas innumerables flechas, atado a un árbol, sin que ni una sola diera en el blanco, pero sí una en un ojo del prefecto…

Y entonces, la voz del mártir resonó vibrante: «El Señor prepara ya mi corona… Cuando la espada separe mi cabeza de mi cuerpo, unge tu ojo con mi sangre, mezclada con el polvo, y al punto quedarás sano. Entonces reconocerás quién te creó y quién te ha curado».

Al día siguiente fue decapitado y Dagón hizo lo que indicara Cristóbal, recuperando la vista.

Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo.

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De #bottegadivina

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