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Historia

Sagrado Corazón de Jesús

Imaculado Corazón de Maria

El 16 de junio de 1675, Jesús se le apareció a Santa Margarita María de Alacoque, ella los jueves de 9 a 12 de la noche los dedicaba a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní, de pronto, se le apareció en el sagrario Jesucristo, con el Sagrado Corazón rodeado de llamas, con una corona de espinas encima, y la herida, Jesús señalando su corazón con la mano le dijo: «He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme».
«Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen»

«Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí»

Mando a pedir al rey Luis XIV, que consagrase Francia al Sagrado Corazón y que pusiese en las armas de Francia el Corazón de Jesús.

Se prometía al rey que desde que él se resolviese a atacar a los enemigos de la Iglesia, el Corazón de Jesús lo ampararía, conduciría su reinado a una gran gloria, etc., etc. [cfr. Marguerite-Marie Alacoque, Vie et oeuvres, Saint Paul, Paris-Fribourg, 1990, t. II, pp. 335-337, 343-344, 435-436]

Lo que el Sagrado Corazón de Jesús estaba esperando de Luis XIV es que él hiciera o liderara la consagración del mundo pedida desde el año 1.675.

Como no se hizo, 100 años después, estallo la guerra mas pavorosa en Francia, que no solo le costo la vida al Rey, su esposa y 300.000 católicos mas, llamada la revolución Francesa, que fue el principio de otra guerra mayor, que le costo a Europa mas de 3 millones de muertos, las «guerras napoleónicas» que acabaron con el mundo conocido hasta entonces y de paso generaron otras guerras en toda América, con otros tantos millones de muertos.

En 1794 el papa Pío VI, en su bula Auctorem Fidei,  defendió, contra los herejes jansenistas, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Los sectarios jansenistas protestantes creían que para perfeccionar al hombre había que arrancarle el corazón, es decir los afectos y sentimientos, causa principal de su caída y de sus males. Por ello, al ver que el Corazón del Hombre-Dios, símbolo y órgano de su Amor, recibía la adoración de la Cristiandad, se apresuraron a negar el corazón en el hombre para de esta manera negarlo en Cristo mismo. “El amor aleja al temor” (perfecta charitas foras mittit timorem 1ª Juan. 4,18) había afirmado el discípulo amado, aquel que en la última Cena había reposado su cabeza en el Corazón del Salvador; el culto al Sagrado Corazón de Jesús aleja del horrible destino (la monstruosa idea de la predestinación), ídolo implacable con que la secta jansenista había sustituido la dulce imagen de Aquel que ama todas las obras de sus manos y quiere que todos los hombres se salven…

Pero fue en tiempo de León XIII; cuando la Beata María del Divino Corazón  (1863-1899) se dirigió al papa con la petición, en el nombre del propio Cristo, de que el mismo papa consagrara el mundo entero al Sagrado Corazón de Jesús, el pontífice designó comisiones de grupos de teólogos para examinar su petición sobre la base de la revelación mística y la tradición sagrada. Recibido ese estudio, la consagración al Sagrado Corazón de Jesús de todo el género humano fue realizada por el papa León XIII que, en su encíclica Annum Sacrum, del 25 de mayo de 1899, indicó que esta consagración se hiciese en la iglesia principal de todas las poblaciones, el 11 de junio de 1900. Posteriormente el papa Pío X pidió que se renovase en todas las parroquias en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, y Pío XI, en la encíclica Quas primas, del 11 de diciembre de 1925, ordenó que se renovase anualmente en la solemnidad de Cristo Rey.

Esta lección que recibio Francia parece no haber sido aprendida.

En 1917 la virgen también se apareció, dio pruebas divinas, como la danza del sol y sanaciones extraordinaria.
Esta ves, la virgen solo pidió consagrar Rusia, a su inmaculado corazón, por parte del papa en conjunto con todos los obispos del mundo, esta consagración no se ha hecho, como la virgen lo pidió, y la consecuencia de esta desobediencia es que los errores de rusia se han regado por el mundo.

Dios nos coja confesados y en su gracia…

Consagración

Me entrego, y al Sagrado Corazón de Nuestro Señor
Jesucristo consagro sin reservas, mi persona, mi vida,
mis obras, mis dolores y sufrimientos. Me comprometo a
no usar parte alguna de mi ser sino es para honrar, amar
y glorificar al Sagrado Corazón. Este es mi propósito
inmutable: ser enteramente suyo y hacer todas las cosas
por su amor. Al mismo tiempo renuncio de todo corazón a
todo aquello que le desagrade.

Sagrado Corazón de Jesús, quiero tenerte como único objeto de mi amor.

Se pues, mi protector en esta vida y garantía de la vida eterna. Se fortaleza en mi debilidad e inconstancia.
Se propiciación y desagravio por todos los pecados de mi vida.
Corazón lleno de bondad, se para mí el refugio en la hora de mi muerte y mi intercesor ante Dios Padre. Desvía de mí el castigo de Su justa ira. Corazón de amor, en Ti pongo toda mi confianza.

De mi maldad todo lo temo.

Pero de tu Amor todo lo espero.

Erradica de mí, Señor, todo lo que te disguste o me pueda apartar de Ti. Que tu amor se imprima tan profundamente en mi corazón que jamás te olvide yo y que jamás me separe de Ti.

Señor y Salvador mío, te ruego, por el amor que me tienes, que mi nombre esté profundamente grabado en tu sagrado Corazón; que mi felicidad y mi gloria sean vivir y morir en tu servicio.

Amén.

Dios lo crea todo por amor, el espíritu santo que revoloteaba sobre la tierra, es Amor del padre y del Hijo, así somos creados, esa es nuestra semejanza, podemos amar.

Gen 1 26 Después dijo Dios: “Hagamos al hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza; y domine sobre los peces del mar y las aves del cielo, sobre las bestias domésticas, y sobre toda la tierra y todo reptil que se mueve sobre la tierra”.

Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Los bendijo Dios; y les dijo Dios: “Sed fecundos y multiplicaos.»                                                                                        “La solemnidad de la fórmula indica claramente que se trata de la obra más importante. Dios entra en consejo consigo mismo, e invoca la plenitud de su ser, del cual es revelación la Trinidad” (Náca-Colunga). La creación del hombre difiere de las otras creaciones en tres puntos:

a)En vez de dar una orden a la materia prima, es el mismo Dios quien pone mano a la obra;                                                                             

b) Dios crea el hombre según Su imagen y semejanza;                        

c) el hombre es constituido señor de toda la creación visible.

“Al hombre”: en hebreo sin artículo, lo cual quiere decir que ha de entenderse en sentido colectivo. Imagen y semejanza: San Basilio, San Jerónimo y otros Padres distinguen entre imagen y semejanza. Esta se referiría a los dones sobrenaturales, aquélla a los naturales. Los modernos, p. ej., Hummelauer, se inclinan a ver en la unión de ambos términos una expresión enfática, que significaría imagen perfecta.

¿En qué consiste la semejanza del hombre con Dios? No en el cuerpo, sino en el espíritu, que es un soplo de Dios (2, 7), una centella del Espíritu divino. “Dios creó al hombre por puro amor, y le dio como destino no solamente una existencia natural, sino que, movido por su afecto paternal, le hizo partícipe de la misma vida divina. Dios dio la vida a la creatura humana, pero al mismo tiempo la ensalzó por encima de sí misma, incorporándola a la naturaleza divina (cf. II Pedro 1, 4).

Adán era, por medio de la gracia santificante, un verdadero hijo adoptivo de Dios y como tal también socio de la naturaleza divina. Y por cuanto esta “justitia originalis” había sido dada juntamente con la naturaleza, constituía un bien añadido a la naturaleza perfecta del hombre, y estaba destinada a ser transmitida a toda la humanidad” (Sheeben).

En el Nuevo Testamento se restauró esta grandiosa idea de la semejanza del hombre con Dios mediante nuestra inserción vital en Cristo. Léase sobre este insondable misterio el primer capítulo de la Carta de San Pablo a los Efesios, especialmente el v. 10. Sobre Cristo como imagen del Padre véase Colosenses 1, 15 y Hebreos 1, 3. De ahí que algunos vean en esta expresión del Génesis al Hijo, quien es “todo en todos” (Colosenses 3, 11).

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De #bottegadivina

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