
San Francisco Javier (1506-1552) fue un sacerdote jesuita navarro, considerado uno de los mayores misioneros cristianos de la historia. Nació el 7 de abril de 1506 en el Castillo de Javier, Navarra, en una familia noble. Estudió en la Universidad de París, donde conoció a San Ignacio de Loyola y fue uno de los primeros en unirse a la Compañía de Jesús en 1534.
En 1540, fue enviado como misionero al Lejano Oriente. Evangelizó en la India, Sri Lanka, Indonesia y Japón, adaptándose a las culturas locales y difundiendo el cristianismo con dedicación. Fue pionero en introducir la fe cristiana en Japón y soñaba con llevar el evangelio a China, pero murió el 3 de diciembre de 1552 en la isla de Shangchuan, cerca de la costa china, antes de poder realizar su misión.
Los feroces Badagas del sur de la India, cuando San Francisco estaba como misionero en oriente, Malasia y las Molucas, cruzaron las montañas, devastando el Travancore. El Maharajá, mal preparado para hacer frente a ese peligro, llamó a San Francisco Javier.
El apóstol se unió al improvisado ejército, colocándose en primera fila. Tomo su cristo:
“El Padre Francisco, asegurando el Crucifijo, caminó hacia el enemigo… y gritó en voz alta:
“En nombre de Dios de los ejércitos, el terrible, yo os ordeno que paréis”.
Los Badagas, aterrorizados, pararon, comenzaron a retroceder. Y se pusieron en Fuga gritando “Gigante”. La iglesia reconoce “veinticuatro resurrecciones jurídicamente probadas y ochenta y ocho milagros admirables operados en vida por Francisco Javier”.
En otra ocasión, el barco en que viajaba en medio de una tormenta estaba a punto de naufragar… El padre Francisco puso el cristo en el mar y las aguas inmediatamente se calmaron… un cangrejo devolvería el cristo enredado en sus pinzas al Santo en una playa poco después…
En el Castillo de Javier en Navarra, hay un Cristo sereno y victorioso que ha hecho del árbol de la cruz el asiento de su triunfo definitivo. En términos bíblicos podría decirse que el Cristo de Javier es un Cristo joánico, una imagen en la que se han unido inextricablemente las dos vertientes de un único misterio de vida y de amor, es una talla de nogal de tamaño natural. Tiene una suave sonrisa. Fue encontrado en el hueco de un muro: estaba descolgado, con los brazos caídos, sujetos a la espalda por una cadena. Estaba escondido allí desde el tiempo de los moros.
En 1552, -está documentado- la madera empezó a sangrar al mismo tiempo que Francisco de Javier moría en el otro lado del mundo, en China donde el patrono de los misioneros murió a sus 46 dando la vida por los demás. Su cuerpo incorrupto se venera ahora en Goa, India.



