FARISEOS

Los fariseos, con el fin de asegurar el cumplimiento de la Ley, establecieron numerosos preceptos (248) y prohibiciones (365), no eran un movimiento dirigido por sacerdotes ni consagrados, sino por laicos, cuyo grupo dirigente lo constituían doctores de la Ley que No eran sacerdotes. Constituían la secta más prestigiosa en tiempo de Jesús. Según Flavio Josefo eran minoría, unos seis mil y sobrevivieron a la destrucción de los años 70 y 135, mientras que desaparecieron los saduceos, esenios y zelotas, barridos «por el ciclón de la destrucción romana» (E Duci), quedando del judaísmo solamente el fariseísmo. Los asesinos de Jesús.

«Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 5,20).

En la literatura ética, la disimulación viciosa de los sentimientos y comportamientos, con el fin de ostentar cualidades que no se poseen realmente, fingiendo y aparentando cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan y la falsa apariencia de virtud o devoción, es hipocresía.

Jesús comparó la conducta de los fariseos a la de los actores: hombres que simulaban o desempeñaban un papel. Los fariseos del tiempo de Jesús constituían un poderoso organismo de liderazgo y se consideraban más celosos y más justos que el resto de la sociedad judía.

Mateo 6:1-18 es el texto elemental que identifica la hipocresía.
Los hipócritas ofrendan con el propósito de ser vistos y admirados (v. 1); oran con el propósito de impresionar a los demás con sus voces y sus palabras (v. 5); hacen todo lo posible por verse miserables cuando ayunan para ser admirados por su sacrificio y compadecidos por su malestar (v. 16).

El mensaje de Jesús a los discípulos es sencillo: Si ustedes se comportan de esta manera, la admiración de los hombres será vuestra única recompensa, puesto que Yo No os miraré ni escucharé.

Los fariseos vinieron a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?» (Marcos 7:5). Él les respondió: «Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres» (Mar. 6-7).

El calificativo hipócrita aparece 17 veces en los evangelios, siempre en los labios de Jesús. Constituye una de las características del lenguaje del Mesías. Los «sepulcros blanqueados» (Mt 23,27), son los adversarios del Evangelio que representan la oposición más profunda a la vida eterna.

También los santos han abordado el fariseísmo, «Muchos llevan en este mundo una vida teatral, llevando en el corazón una cosa totalmente diferente de la que ostentan en el rostro… Muéstrate tal cual eres» (PG 31,16513).San Basilio

La hipocresía es un pecado opuesto directamente a la bondad divina (Summa Halensis, L. II, Ilp., Inq. 3, Tr. 8, sec. 1, q. 3, tít. 1. San Gregorio magno).

La hipocresía constituye un obstáculo a la verdadera santidad que Dios quiere comunicarnos.
La hipocresía constituye así una especie del vicio general de simulación, que se opone a la virtud de la veracidad, consistiendo en una «suerte de mentira en acción». La verdad exige una conformidad de las palabras y comportamientos con la convicción interior. El fingimiento le es contrario, así como la falsedad en palabras, constituyendo un pecado grave en la medida que se opone a la caridad; es decir, perjudica gravemente a otro, particularmente en la vida social. S. Tomás, Summa Teologica.

La cura contra la hipocresía o fariseismo, consiste en un desenvolvimiento armonioso de la personalidad cristiana, en un clima de espontaneidad y franqueza, de autenticidad y sinceridad, que se identifica con la veracidad, virtud por la que el hombre se manifiesta al exterior en palabras y hechos tal como es interiormente, según lo exigen las relaciones humanas (S. Tomás, Sum. Th. 2-2 8109 a3 ad3).