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Pilar

Virgen del Pilar

El 2 de enero del año 40 d.C. la Virgen vino a Zaragoza para animar a Santiago (que estaba intentando convertir a los hispanos al Cristianismo, con bastante poco éxito) y trajo una columna de piedra a la que todos llamamos “el Pilar”, que sigue hoy exactamente en el mismo lugar en que lo dejó.

La columna evoca la solidez de la Iglesia como si se tratara de un edificio, siempre perseguida, pero siempre en pie, manteniendo la esperanza del que, como dice también el himno, “se abraza a su Pilar”. Las columnas garantizan la solidez y resistencia de la edificación, sea arquitectónica o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que une entre si los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la Iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de Pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.

Los textos empleados en la Liturgia Eucarística del Pilar redundan en estas ideas. En la primera lectura, 1 Crónicas 15, se recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, la presencia de Dios en medio de su pueblo a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1, 12-14) y el evangelio (Lc. 11, 272-28) nos hablan también de la presencia de la Virgen en medio de la iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, “esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo”. Durante la oración colecta se pide por intercesión de Nuestra Señora obtener “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor”, así como en la oración de las ofrendas, donde se muestra el deseo de “permanecer firmes en la fe”.

La Antífona de entrada habla de María como “la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto”, y en el salmo responsorial se recuerda “el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado”. En el aleluya: “afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca una cántico nuevo”. También evoca la columna de la Flagelación.

santiago

El 24 de marzo de 1596 Felipe II, en honor a la Virgen y en reconocimiento a su gran devoción, donó a la basílica dos ángeles de plata que hoy en día acompañaban a la sagrada imagen en la Santa Capilla. Se pueden ver a ambos lados del Camarín.

En el siglo XVIII se decidió cubrir aquel forro de bronce con otro de plata, mucho más adecuado, que se colocó en 1739. Hay dos, uno que cubre toda la parte de la columna que sobresale por encima del suelo del camarín para los días en los que la Virgen no lleva manto, y otro que se coloca el resto de los días y que llega más o menos a media altura.

En el año 1990, el Instituto del Patrimonio Histórico Español restauró la imagen por iniciativa de propio Cabildo.
Cada día, la imagen de la Virgen del Pilar luce un manto diferente que la viste y adorna, rodeando el pilar. Muchos de estos mantos son ofrendas que la gente ha ido haciendo y hace a su virgen para manifestar su amor y su devoción, así como por acción de gracias. Solo hay tres días de cada mes en que la imagen no aparece vestida con un manto, y son los días 2,12 y 20. El motivo es porque en cada uno de ellos se conmemora un acontecimiento especial: la fiesta de la Venida de la Virgen (2 de enero), la fiesta del Pilar (12 de octubre) y la fiesta de la Coronación Canónica (20 de mayo de 1905).

A principios del siglo XVII las peticiones de mantos para los enfermos eran tan abundantes que se crearon las “medidas de la Virgen“, las famosas cintas, cuya función era precisamente esa, suplir al manto a la hora de la muerte. Las cintas miden 36’5 cm, exactamente la altura de la imagen de la Virgen. La primera noticia que tenemos de ellas es de 1621, en un documento en el que los Jurados de Zaragoza prohíben a mercaderes y ciudadanos la comercialización de esas medidas, reservando ese derecho exclusivamente al Cabildo zaragozano bajo pena de 60 sueldos jaqueses.

Una vez al año la Virgen luce un manto de lo más especial, hecho de millones de flores llevadas por cientos de miles de personas sobre el cual se coloca la cruz de Lorena, un símbolo de la “cruzada” contra la tuberculosis.

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De #bottegadivina

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