San Francisco contra la Pachamama

Si los modernistas se han atrevido a presentar a Jesús como el fundador de una guerrilla para tomarse el poder, que, cuando fue asesinado, sus seguidores dijeron que resucitó para justificar sus robos… Que no harán con San Francisco de Asís, a quien nos presentan como un hippie y un revolucionario. Vegano, Ecologista y debil?
Los humanistas, los protestantes, los “libertinos” y los ilustrados se burlaban de San Francisco, denigrándole como idiota, masoquista, alucinado, antisocial.
También lo presentan como un anti-eclesial, por los herejes pauperistas, que pretenden arruinar la iglesia, y le presentan incluso como un revolucionario socialista.
El Papa Benedicto XV advirtió: «Ese personaje de Asís, invención puramente modernista, que nos presentan como defensor de un ascetismo vago y vacío, no puede ser identificado con Francisco ni considerado un santo».
Francisco En la Segunda carta a los fieles escribe: «Los que aman las tinieblas más que la luz, negándose a observar los Mandamientos de Dios, son maldecidos por Él […].Así, el pecador pierde su alma y su cuerpo en su breve vida y termina en el infierno donde es atormentado eternamente».
Gustaba de presentarse como un “soldado de Cristo” y un “Cruzado del gran Rey». A su Orden la describió en términos militares como “el ejército de los caballeros de Dios”.
Su Primera Regla es que “los hermanos no lleven armas ofensivas, si no para defender a la Iglesia Romana, a la fe cristiana o a su tierra natal, o con el permiso de sus ministros “.
De hecho, participó en la Quinta Cruzada, proclamada en 1213 por el Papa Inocencio III, se presentó ante el sultán, a quien le dijo: “Cuando invaden las tierras que has usurpado, los cristianos actúan con justicia, porque blasfemas del Nombre de Cristo y te esfuerzas por alejar de la verdadera Religión a tantas personas como puedes. Si, por el contrario, quisieras conocer, confesar y adorar al Creador y Redentor del mundo, los cristianos te amarían como a ellos mismos”. El sultán, perplejo ante la sinceridad de Francisco, le pidió que orara para que Dios le aclarara cuál es el camino más seguro para la salvación. Lo que muchos interpretan como su conversión, pero la ley islámica no le permitió convertirse públicamente.
En respuesta permitió que los cristianos hasta hoy, podamos acceder a la iglesia del santo sepulcro, que sigue en manos de los musulmanes, porque los cristianos fueron insuficientes, para conseguir arrebatarles por las armas, los sagrados sitios a los Moros y perdieron las Cruzadas.
Francisco prohibió estrictamente a los tibios, «Si alguien, de palabra o con hechos, se aleja de la fe y de la vida católica, y si no se enmienda, sea expulsado totalmente de nuestra fraternidad». No os juntéis con Paganos.
«No debemos desear nada más, ni querer nada más, ni en nada más encontrar placer y deleite, si no en nuestro Creador, Redentor y Salvador, el único Dios verdadero, que es el sumo bien, y todo bien, y el único que es bueno».
Ve, en la obra de Dios, el reflejo de su grandeza, de allí que se conmoviera escuchando el canto de las aves, ve en la grandeza del sol un reflejo de Dios y en los colores de las flores su belleza, mientras dice, todos ellos dan gloria a dios con cada uno de sus actos, ¿cómo nosotros no le adoramos de igual manera?
En su Cántico de las criaturas no encontramos ni rastro de veneración idolátrica a la “madre naturaleza», sino que Francisco reafirma la bondad intrínseca de las realidades terrenales en tanto obras de Dios; “teofanías” que manifiestan la bondad divina y permiten al hombre contemplar, en la belleza creada, Al Creador.
El Santo gustaba de celebrar la Navidad con un gran almuerzo a base de carne y decía: «Cuando es Navidad, ¡no hay abstinencia que valga! Y si las paredes pudieran comer carne, ¡habría que dársela también a ellas!» Pero ayunaba los miércoles y viernes estrictamente.
Francisco ve su misión, más bien, como una restauración: no en vano el encargo del mismo Cristo había sido: “Restaura mi casa”.
San Francisco, prohibió a sus frailes cualquier injerencia en asuntos sociales o económicos: “¡Que los frailes no se inmiscuyan en cuestiones temporales!“. “No es lícito tomar las cosas de otros o distribuir a los necesitados la propiedad de otros“. Enseño Francisco Claramente.