«Pero es preciso que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, moderado, hospitalario, capaz de enseñar; «no dado al vino ni pendenciero, sino ecuánime, pacífico, no codicioso; «que sepa gobernar bien su propia casa, que tenga los hijos en sujeción, con toda honestidad; «pues quien no sabe gobernar su casa, ¿cómo […]
Día: 27 de septiembre de 2013
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