Cervantes. Sin duda, fue un hombre equivocado desde la cuna a la tumba. Anduvo de acá para allá, en oficios de poca monta y sin hacer nada o casi nada de provecho. Anduvo de soldado ganando cuatro perras, y eso cuando recibía el salario, y ¿qué sacó? Quedarse manco e ir a parar de esclavo en el norte de África, donde le pagarían sus trabajos con palizas.
Vuelto por milagro a España, siguió con la misma tónica. Tuvo su oportunidad recaudando dinero para el estado, y parece que algo logró, el riesgo es connatural a la ganancia, pero lo hizo con tal torpeza que lo descubrieron y fue a parar al trullo.
¿Qué más se puede decir? Toda su vida fue por el estilo.
Se dedicó a la literatura otra mala elección, porque en aquellos tiempos nadie se hacía rico así… Y sí, no voy a negarlo, escribió alguna obra de mérito, El Quijote y todo eso… Está claro que el Quijote ha movido mucha pasta a lo largo de varios siglos, más de cuatro y más de cuarenta se habrán forrado con esa obra, pero a Cervantes apenas le sirvió de nada, siguió siempre en la pobreza o a un paso de la pobreza. Componer esos libros fue para él un esfuerzo absolutamente poco rentable, un despilfarro de recursos. Otros lo han aprovechado, sí, vale, pero eso no impide reconocer que Cervante fue un pringado, con una vida lamentablemente malograda que solo puede servir de modelo a tontos sin remedio.
Cuando se reconosció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán… y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud… Y peleó como valente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrescentó y le dio cuatro ducados más de su paga… De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano.
De ahí procede el apodo de el manco de Lepanto. La mano izquierda no le fue cortada, sino que se le anquilosó al perder el movimiento de la misma cuando un trozo de plomo le seccionó un nervio.