El Talmud declara maldita la “casa de Anás”, rica e inescrupulosa, junto con “los líderes corruptos del sacerdocio”, cuya presencia manchó el santuario, se lamenta con estas palabras: “¡Ay de mí por la casa de Janín [Anás], ay de mí por sus cuchicheos o calumnias”.
Se cree que este pesar se debía a “sus confabulaciones para planear persecuciones”.
Caifás se casó con la hija de Anás, ambas familias eran ricas y pertenecían a la aristocracia (Juan 18:13). Ambos pertenecían a la poderosa secta de los saduceos (Hechos 5:17) quienes no creían en la resurrección (Hechos 23:8).
“Estáis equivocados, porque no sabéis ni de las Escrituras ni del poder de Dios. En cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no leísteis lo que se os habló por Dios, diciendo, ‘Yo soy el Dios de Abraham y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? El es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos».
”Como lidiar con un Mesías que resucita a Lázaro y a otros, en contravía con sus creencias? “Desde aquel día (resurrección de Lazaro) entraron en consejo para matarlo (a Jesús)” (Juan 11:49-53) “Los sacerdotes principales ahora entraron en consejo para matar también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos… ponían la fe en Jesús.” (Juan 12:10, 11.)
Anás era un hombre de influencia, a juzgar por el hecho de que su hijo Eleazar, su yerno José Caifás (Juan 18,13) y otros cuatro hijos, Jonatán (el Juan de Hch. 4,6 donde se lee ionathas) Teófilo, Matías, Anás II (Ananos), obtuvieron la dignidad de sumos sacerdotes.
En la Divina Comedia Anás y Caifás, son castigados de la misma forma: están crucificados en la tierra, en la fosa de los hipócritas, pisados por los otros condenados, que llevan una capa de plomo. (Infierno XXIII, vv. 110-126).
El sumo sacerdocio fue un cargo hereditario y vitalicio, de los descendientes de Aaron, pero los Asmoneos lo usurparon en el siglo segundo antes de nuestra era.
Herodes el Grande apoyado por los Romanos, nombraba y destituía a los sumos sacerdotes, mostrando así que era él quien controlaba ese puesto. Roma controlaba la provincia y se aseguraba el cobro de los impuestos.
Anas controlaba el impuesto del templo y el cambio de moneda, Jesus los expulsó del templo acusándolos de convertirlo en una “cueva de salteadores” (Lucas 19:45, 46).
“Y le dijo el sumo sacerdote: Yo te Conjuro de parte de Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo o Mesías, el Hijo de Dios. Le respondió Jesús: Tú lo has dicho. Y aun os declaro, que veréis después a este Hijo del hombre, que tenéis delante, sentado a la diestra de la majestad de Dios, venir sobre las nubes del cielo”. Mat 26:63
Caifás estaba entre los sacerdotes que gritaron: “¡Al madero con él! Crucifícale!” (Juan 19:4-6)
Caifás se negó a aceptar las pruebas de que Jesús había resucitado. Encarceló y quiso matar a Pedro y a Juan, y más tarde a Esteban. También autorizó a Saulo para que arrestara a cualquier cristiano que encontrara en Damasco (Mateo 28:11-13; Hechos 4:1-17; 6:8–7:60; 9:1, 2). Sin embargo, alrededor del año 36, Caifás fue destituido por Vitelio, el gobernador romano de Siria. Al tiempo que Pilatos era también destituido. Caifás murió asesinado, en la toma de Jerusalén por los romanos.
Matías, el nieto de Anas, Hijo de Teófilo, fue nombrado por Agrippa II sumo sacerdote en el 65, sustituyendo a Jesús de Gamala. Fue el último sumo sacerdote antes de la destrucción del templo y la destrucción de Jerusalén que Jesús había profetizado. Todos los libros de los saduceos fueron quemados.
En el 66, los rebeldes se hacen con el control del templo, eligen por sorteo, renovando una antigua costumbre, a Fani, hijo de Samuel, de la aldea de Aftia, que no sólo no descendía de sumos sacerdotes, ni de la tribu de Aaron, sino que por su incultura ni siquiera sabía con claridad qué era el sumo sacerdocio (BJ IV, 152-157)