Joaquín y Ana dejaron la casa paterna llenos de tierna emoción y piadosas resoluciones. María de Helí, la pequeña hija de Ana, como de seis o siete años entonces, los acompañó a su nueva morada y después regresó con los sirvientes y su abuelo Eliud, con quien permaneció.
Durante diecinueve años después del nacimiento de la primera hija, perseveraron los esposos en esa vida austera y en presencia de Dios; se abrazaban en deseo de la bendición prometida, y la tristeza invadía más y más sus almas. Hombres perversos venían a injuriarlos en su propia casa, diciéndoles; que debían ser malvados porque no tenían hijos; que la niña que estaba con el padre de Ana no les pertenecía; que Ana era estéril, y otras cosas de ese tenor. Estas palabras aumentaban la tristeza en los píos esposos.
Reinaba en su casa la estricta vida y costumbres de los Esenios. Eran muy piadosos, reservados, caritativos, sencillos y rectos. Cuando se encontraban juntos se sentaban en el suelo sobre tapetes, en rueda, y hablaban mucho de Dios con grandes esperanzas. La casa estaba situada en una colina entre el valle de Nazareth y el de Zabulón.
Como la casa era amplia, vivían y dormían en pequeñas habitaciones separadas, donde era posible verlos a menudo en oración, cada uno por su lado, con gran devoción y fervor. Ana, tenía la firme convicción interior que ella pertenecía a la familia dentro de la cual debía encarnarse el Redentor.
Joaquín, a pesar de ser pequeño y delgado, era de constitución robusta. Ana tampoco era grande y su complexión delicada.
Joaquín (ó Helí) y Ana los padres de la Virgen María, Abuelos de Jesús Nazaret y suegros de José de Nazaret, cuyo padre se llamaba Jacob y era el tercero entre seis hermanos.
Matat, fue el padre de Joaquín, abuelo de María y bisabuelo de Jesús de Nazareth.
El Abuelo de Ana se llamaba Estolano ( Garesha o Sarziri). Fue el Bisabuelo de María de Nazareth y el Tatarabuelo de Jesús de Nazareth. La Abuela de Ana era de Mara, y se llamaba Emorún ( La Esposa Excelsa de Estolano). Fue la bisabuela de María de Nazareth y Tatarabuela de Jesús de Nazareth. Ismeria fué la segunda hija de Estolano y Emorún. Ismeria se casó con Eliud, de la tribu de Leví, de condición noble y vivían en Séforis.
Ismeria e Eliud vieron a un ángel que escribía en la pared la letra “M”.
Por espacio de dieciocho años después de que nació su hija Sobe no pudieron tener más hijos, hasta que tuvieron a Ana. Sobe era la hermana mayor de Ana y Tía de la Virgen María.
“San Joaquín fue siempre varón justo y santo, ilustrado con especial gracia y luz de lo alto. Tenía inteligencia de muchos misterios de las Escrituras y profetas antiguos y con oración continua y fervorosa pedía a Dios el cumplimiento de sus promesas, y su fe y caridad penetraban los cielos.
Era humilde y puro, de costumbres santas y suma sinceridad, de gran peso y severidad y de incomparable compostura y honestidad.
Ana tenía casa en Belén, y era casta, humilde y hermosa y, desde su niñez, santa, compuesta y llena de virtudes.
“He visto la aparición del ángel a Joaquín. El ángel le mandó llevar las ofrendas al templo y le prometió que sería escuchada su oración. A pesar de que le dijo que fuera después a la puerta dorada en el templo. Joaquín sentíase temeroso de ir. Pero el ángel le dijo que los sacerdotes ya tenían aviso de su visita.
Esto sucedía en tiempo de la fiesta de los tabernáculos. Al cuarto día de fiesta dirigióse a Jerusalén. Luego vi que dos sacerdotes llevaron a Joaquín a través de las cámaras laterales, hasta el Sancta Sanctorum, ante el altar del incienso. Joaquín quedó solo delante del altar del incienso, porque los sacerdotes se alejaron.
Ví a Joaquín hincado de rodillas, con los brazos levantados, mientras se consumía el incienso. Permaneció encerrado en el templo toda la noche, rezando con gran devoción.
El ángel habló entonces: “Ana tendrá una Niña Inmaculada y de ella saldrá la salud del mundo. Lo que tendrá Ana no será de Joaquín sino que por medio de él, será un fruto de Dios y la culminación de la bendición dada a Abrahán.
“He visto que cuando se abrazaban Joaquín y Ana ( en el Templo de Jerusalén Bajo la puerta Dorada), estaban en éxtasis. Estaban rodeados de numerosos ángeles, que flotaban sobre ellos, sosteniendo una torre luminosa y recordando la torre de marfil, la torre de David y otros títulos de las letanías lauretanas.
Desapareció la Torre entre Joaquín y Ana: ambos estaban llenos de gloria y resplandor. Al mismo tiempo, el cielo se abrió sobre ellos y vi la alegría de los ángeles y de la Santísima Trinidad y la relación de todo esto con la concepción de María Santísima.
Cuando se abrazaron, rodeados por el resplandor, entendí que era la ‘concepción de María’ en ese instante, y que María fue concebida como hubiera sido la concepción de todos sin el pecado original”
Ana Catalina Emmerick