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El Cielo Prometido

Entre el cielo y la tierra

El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha (CIC 1024).

“Por tanto, no queráis sentenciar antes de tiempo, suspended vuestro juicio hasta tanto que venga el Señor, el cual sacará a plena luz lo que está en los escondrijos de las tinieblas, y descubrirá en aquel día las intenciones de los corazones; y entonces cada cual será de Dios alabado según merezca”. 1Co 4:5

“Por consiguiente nada hay ahora digno de condenación en aquellos que están Reengendrados en Cristo Jesús, y que no siguen la carne”. Rom 8:1

“Vi al Señor sentado sobre su trono alto y sublime, y sus haldas henchían el templo. Había ante El serafines, Isa 6:1 Cuando vio al Señor sentado sobre Su trono, dijo, «Ay de mí… pues mis ojos han visto al Rey, Señor de los ejércitos.»

“Su trono llameaba como llamas de fuego, y las ruedas eran fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él, y le servían millares de millares y le asistían millones de millones» Dan 7:10

Dios no nos dijo todo lo que nos gustaría saber, pero nos ha dicho todo lo que necesitamos saber acerca del Cielo.

“Mas Jesús le respondió: En verdad os digo, que vosotros que me habéis seguido, el día de la resurrección universal, cuando el Hijo del hombre se sentará en el solio de su majestad, vosotros también os sentaréis sobre doce sillas, y juzgaréis las doce tribus de Israel”. Mat 19:28

Pablo «oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar» 2 Corintios 12:4.
«Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman» 1 Co 2, 9 (CIC 1027).

Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo (CIC 1023). Al ladrón en la cruz Jesús le dijo, «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43).

«Alegraos entonces y regocijaos, porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los cielos». Mat 5:12

“Pero dirá alguno: «¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida?»… Así será en la resurrección de los muertos: se siembra en corrupción, resucita en incorrupción;…Lo que tú siembras no revive si antes no muere; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Porque si hay un cuerpo natural, también lo hay espiritual”. 1Co 15:35-44

“Pero vosotros os habéis allegado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial y a las miríadas de ángeles, a la asamblea, a la congregación de los primogénitos, que están escritos en los cielos, y a Dios, Juez de todos, y a los espíritus de los justos perfectos, Heb 12:22

“Porque mi vivir es todo para servir a Cristo, y el morir también, y además es una ganancia mía, pues me lleva a él”. Flp 1:21 “Me siento apremiado por… el deseo que tengo de morir para estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”. Flp 1:23

En el cielo está “el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto, y las hojas del árbol sanan a las gentes”. Apo 22:2

El cielo es «estar con Cristo» (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven «en El», encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre Ap 2, 17. Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino (San Ambrosio, Luc. 10,121) CIC 10259. Jesús exhorta a «amontonar tesoros en el cielo» (Mt 6, 20; cf. 19, 21).

“Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará nuestro cuerpo vil en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas. Flp 3:20 -21

¿Cuál es la naturaleza de la recompensa que puede ser ganada o perdida? Muchos pasajes hablan de nuestra recompensa celestial en términos de la responsabilidad que se nos confiará cuando reinemos con Cristo en el nuevo cielo y en la nueva tierra. En la parábola de Jesús de los talentos, Él habló de recompensar a aquellos que habían sido fieles poniéndolos «sobre mucho» en Su reino (Mateo 25:21, 23). En otro lugar, Él habló de poner a algunos de nosotros en lugares de autoridad sobre ciudades en Su reino (Lucas 19: 17, 19). ¡Para aquellos que estuvieron al lado de Él en sus pruebas terrenales, Jesús les prometió colocarlos «en tronos juzgando a las doce tribus de Israel» en su reino futuro, además de sentarlos a su lado en su mesa (Lucas 22:28-30)! ¡No sólo serían dignos de que les sean confiadas responsabilidades mayores sino que serían capaces de disfrutar la comunión más íntima con Cristo!.Seamos conscientes de que mientras caminamos en este mundo estamos llamados a buscar «las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» (Col 3, 1)

La «corona de vida» es prometida a aquellos que perseveran bajo las pruebas (Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10), la «corona de justicia» a aquellos que aman su venida (2 Timoteo 4:8), una «corona incorruptible» para aquellos que tiene autocontrol (1 Corintios 9:25), la «corona de gozo» para aquellos que llevan a otros a Cristo (1 Tesalonicenses 2:19), y la «corona de gloria» para aquellos que sirven sin egoísmos como líderes espirituales (1 Pedro 5:2-4).

“Pues vemos ahora como por espejo, en enigma; pero entonces, faz a faz; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré así como también he sido conocido”. 1Co 13:12
“Carísimos, nosotros somos ya ahora hijos de Dios; mas lo que seremos algún día no aparece aún. Sabemos sí que cuando se manifestare claramente Jesucristo, seremos semejantes a él en la gloria, porque le veremos como él es”. 1Jn 3:2
“Y así es que todos nosotros, contemplando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen de Jesucristo, avanzándonos de claridad en claridad, como iluminados por el Espíritu del Señor”. 2Co 3:18

«En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; que si no fuese así, os lo hubiera yo dicho. Yo voy a preparar lugar para vosotros. Y cuando haya ido, y os haya preparado lugar, vendré otra vez, y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy, estéis también vosotros». Jua 14:2-3

“Y Dios enjugará de sus ojos todas las lágrimas; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni alarido, ni habrá más dolor, porque las cosas de antes son pasadas”. Apo 21:4

“ La ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, la cual tenía la claridad de Dios; cuya luz era semejante a una piedra preciosa, a piedra de jaspe, transparente como cristal. Y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados con toda suerte de piedras preciosas. El primer fundamento era de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de calcedonia o rubí, el cuarto de esmeralda, el quinto de sardónica, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de crisopraso o lapislázuli, el undécimo de jacinto, el duodécimo de amatista. Apo 21:10-20
“No entrará en esta ciudad cosa sucia, o contaminada, ni quien comete abominación y falsedad” Apo 21:27

Por #bottegadivina

Bottega Divina es un Canal dedicado a aplicar la tradición moral Cristiana a situaciones críticas en la política y la sociedad. Abogamos y velamos por la aplicación de los principios fundamentales de la sociedad, como el derecho natural, en los ámbitos políticos y sociales.

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