«Oráculo sobre Damasco. Mirad. Damasco dejará de ser ciudad, será un montón de ruinas». Isa 17:1
Nuestro Señor parece dar a entender cuán apropiada, cuán natural es la persecución de la Iglesia, al incluirla entre sus Bienaventuranzas:
“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el Reino de los Cielos”
La Iglesia comienza y termina en la persecución. Él la dejó en la persecución y la hallará en la persecución.
El profeta Daniel, que tantos vaticinios nos ha dejado acerca de los últimos tiempos, nos habla acerca de la gran persecución por venir.
“Habrá un tiempo de tribulación tal, cual nunca lo hubo hasta entonces, desde que existen las naciones y en aquel tiempo se salvará tu pueblo, todo aquel que haya sido hallado en el libro” “Entonces habrá una gran tribulación, cual no la hubo desde el inicio del mundo hasta entonces ni la habrá, y a menos que dichos días sean acortados, ninguna carne será salva; mas por razón de los elegidos, aquellos días serán acortados”
“Se levantará otro luego de ellos y (…) proferirá palabras contra el Altísimo, y hostigará a los santos del Altísimo e intentará cambiar los tiempos y la ley; y los santos serán entregados en sus manos durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” esto es, tres años y medio.
“Profanarán el santuario-ciudadela y abolirán el Sacrificio Perpetuo y pondrán allí la abominación de la desolación, y corromperán con halagos a los violadores de la Alianza, pero el pueblo que conoce a su Dios se mantendrá fuerte y hará proezas. Y los sabios de entre el pueblo enseñarán a muchos, aunque caerán bajo la espada, la llama, la cautividad y la expoliación, durante algún tiempo”
“Muchos serán purificados, y blanqueados y probados, más los inicuos seguirán obrando mal (…) y desde el tiempo en que el Sacrificio Perpetuo sea retirado y sea eregida la abominación de la desolación, transcurrirán mil doscientos noventa días” Dan 11, 12.
Habrá una gran tribulación, como no la hubo desde el comienzo del mundo” Mt 24, 21.
San Pablo habla del Anticristo como de uno “cuya venida está señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros y signos y prodigios engañosos, y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar porque no recibieron el amor de la Verdad, que los hubiera salvado. Por eso Dios les enviará un poder seductor que les hará creer en la mentira”
Y San Juan nos dice: “Realizó grandes prodigios, hasta llegar a hacer caer fuego del cielo a la vista de los hombres, y engañó a los habitantes de la tierra por medio de aquellos prodigios que Él tenía poder para realizar en presencia de la bestia” Ap 13, 13-14.
La última persecución será la más tremenda que cualquiera de las precedentes en estos cuatro aspectos: será en si misma más fiera y más horrenda; será seguida por una suspensión de las disposiciones ordinaria de la gracia: “el Sacrificio perenne”; será acompañada por un establecimiento abierto y blasfemo de la infidelidad, o de alguna enormidad en lo más sagrado de la Iglesia; por último, será seguida por la capacidad de obrar prodigios.
¡Bendito quien sea entonces un mártir de Cristo! Considero que los mártires de aquel tiempo serán mayores que todos los mártires, puesto que estos combatieron sólo contra hombres, mientras que aquellos en los tiempos del Anticristo combatirán contra Satanás en persona.
Que nadie diga en su interior en ese momento:
“¿Que hizo Cristo que sea mayor que esto? ¿Con que poder hace este hombre estas cosas? No podría hacerlas a menos que Dios se lo permitiese”. El Apóstol nos advierte diciéndonos de antemano: “Dios les enviará un poder seductor”, no para ser excusados sino con condenados; a saber, todos aquellos que no creyeron la Verdad, esto es, en el verdadero Cristo, sino se complacieron en la iniquidad, esto es, en el Anticristo (…) Por lo tanto ¡prepárate, oh hombre! Has escuchado las señales del Anticristo; no las guardes solamente para ti, sino más bien comunícalas generosamente a todos.
Tal vez… no se trate de una persecución sangrienta, sino de un tipo que involucre más bien astucia y sutileza, fundada no en milagros sino en maravillas naturales y poderes desarrollados por el ingenio humano, como el cambio de paradigmas confundiendo el mal y el bien de tal manera que sea difícil discernir lo correcto y así hasta los “buenos” apoyaran al demonio… “más aún: llega la hora en la que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios”. Jua 16:2
El Beato John Henry Newman, fue un presbítero anglicano convertido al catolicismo en 1845, más tarde fue elevado a la dignidad de cardenal por el papa León XIII y beatificado en 2010 en una ceremonia que presidió el Papa Benedicto XVI en el Reino Unido.
