De Genezaret (Galilea) a Jerusalén.
El Ultimo viaje de Jesús
Alrededor del 13 de marzo, Jesús inició un viaje que terminaría el viernes 7 de abril otros dicen que el 3 de abril del año 33 en plena luna llena, este viaje se hacía en 4 días, pero en esta ocasión Jesús revelaba su poder de Mesías, así que se fue despacio, haciendo milagros espectaculares que más de 2 mil años después aun nos hacen estremecer, ya no les advertía con insistencia, como lo había hecho en 23 versículos anteriores que no revelaran su identidad, ahora llegaba a Jerusalén mostrando abiertamente quien es, Dios encarnado, todos los evangelistas nos cuentan lo mismo, Luc 18:31 nos narra que Jesús llamó aparte a los doce apóstoles, les dijo: Vamos a Jerusalén , donde se cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca del Hijo del hombre; será entregado en manos de los gentiles, y escarnecido, y azotado, y escupido; y después que le hubieren azotado, le darán la muerte: y al tercer día resucitará.
Pero ellos no comprendieron; Durante este viaje hizo curaciones, resurrecciones, y toda clase de milagros de manera que a Jerusalén llegaron noticias claras de la llegada del mesías, por eso el domingo de Ramos se le recibe como a Dios, el Mesías esperado.
Desde Cafarnaúm, Nazaret, el Mar de Galilea o Lago Tiberiades, se aprecia el monte Tabor; luego fueron pasando por Magdala y Nain hasta Jerusalén, son cerca de 150 kilómetros.
Hay que atravesar Samaria, una tierra montañosa donde se ubica el monte Gerizim, donde los samaritanos oran, aquí los Rabinos de Judá no eran muy bien recibidos, allí habla con la samaritana y todos lo reconocen como el Mesias…
Hay que pasar por Decápolis y Perea, donde algunas de las tribus de Israel Habitan, por la ruta del rio Jordán…
“Mirad que subimos a Jerusalén” nos dice Mc. 10, 33.
“Tomando aparte a los doce discípulos, les dijo por el camino: Mirad, subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten y le crucifiquen; pero al tercer día resucitará.» Nos relata Mat 20:17. Esto nos muestra la claridad diáfana del acontecimiento que Dios anuncia, escudriñad las escrituras, ellas hablan de Mi les dijo, lo mismo que sucederá y esta escrito en el apocalipsis claramente.
“Igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él”. Nos advierte Jua 3:14. Todo lo que va a pasar os lo he revelado
“Es llegada la hora en que el Hijo del hombre será glorificado. En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero, si muere, llevará mucho fruto.» Jua 12:23
Los príncipes, habían estado en el entierro de Lazaro, descendiente de familia monárquica y por ello príncipe entre los Judios, que llevaba 8 dias muerto, 4 dias en cámara ardiente y 4 dias enterrado, por lo que el sanedrín decide que entonces también hay que matarlo, ven venir a Dios y deciden que no lo aceptaran.
Jua 11:46 nos narra que muchos de los judíos creyeron en él.
Entonces los sumos sacerdotes y fariseos, dijeron: ¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros.
En esto uno de ellos llamado Caifás, que era el sumo sacerdote les dijo:
os conviene el que muera un solo hombre por el bien del pueblo, y no perezca toda la nación. Mas esto no lo dijo por iniciativa propia; sino que, como era el sumo sacerdote, sirvió de instrumento a Dios, y profetizó que Jesús había de morir por la nación,
Y así desde aquel día no pensaban sino en hallar medio de hacerle morir.
Los evangelios narran 27 milagros, en este viaje, de los cuales 14 son curaciones de distintas enfermedades, cinco exorcismos, tres resurrecciones, dos prodigios de tipo natural y tres signos extraordinarios. Su propia resurrección.
- Los evangelios narran las siguientes curaciones milagrosas obradas por Jesús:
- Sanó la fiebre de la suegra de Pedro, en su casa en Cafarnaúm, tomándola de la mano (Mc 1,29-31; Mt 5,14-15; Lc 4,38-39);
- Sanó a un leproso galileo mediante la palabra y el contacto de su mano (Mc 1,40-45; Mt 8,1-4; Lc 5,12-16);
- Sanó a un paralítico en Cafarnaúm que le fue presentado en una camilla y al que había perdonado sus pecados, ordenándole que se levantara y se fuera a su casa (Mc 2, 1-12; Mt 9,1-8; Lc 5,17-26);
- Sanó a un hombre con la mano seca en sábado en una sinagoga, mediante la palabra (Mc 3,1-6; Mt 12,9-14;Lc 6,6-11);
- Sanó a una mujer que padecía flujo de sangre, que sanó al tocar el vestido de Jesús (Mc 5,25-34; Mt 9,18-26; Lc 8,40-56);
- Sanó a un sordomudo en la Decápolis metiéndole los dedos en los oídos, escupiendo, tocándole la lengua y diciendo: «Effatá», que significa «ábrete» (Mc 7,31-37);
- Sanó a un ciego en Betsaida poniéndole saliva en los ojos e imponiéndole las manos (Mc 8,22-26);
- Sanó a Bartimeo, el ciego de Jericó (Mt 20,29-34; Mc 10,46-52;Lc 18,35-45);
- Sanó a distancia al criado del centurión de Cafarnaúm (Mt 8,5-13, Lc 7,1-10, Jn 4,43-54; Jn 4,43-54;[25]
- Sanó a una mujer que estaba encorvada y no podía enderezarse, mediante la palabra y la imposición de manos (Lc 13,10-17). Esta curación tuvo lugar también en sábado y en una sinagoga;
- Sanó a un hidrópico en sábado, en casa de uno de los principales fariseos (Lc 14, 1-6).
- Sanó a diez leprosos, que encontró de camino a Jerusalén, mediante la palabra (Lc 17,11-19).
- Sanó a un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo, en Jerusalén, en sábado (Jn 5,1-9).
- Sanó a un ciego de nacimiento untándolo con lodo y saliva, tras lo cual le ordenó lavarse en la piscina de Siloé (Jn 9,1-12).
- Realizó 5 exorcismos :
- Expulsó a un demonio en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1,21-28; Lc 4,31-37);
- a otro en la región de Gerasa (Mt 8,28-34; Mc 5,1-21; Lc 8,26-39);
- a otro que poseía a la hija de una mujer sirofenicia (Mt 15,21-28;Mc 7,24-30);
- a otro que atormentaba a un epiléptico (Mt 17,24-20; Mc 9,14-27; Lc 9,37-43);
- a un «demonio mudo» (Lc 11,14; Mt12,22).
- Obró tres resurrecciones:
- Resucitó una niña de doce años, la hija de Jairo (Mc 5,21-24, Mt 9,18-26, Lc 8,40-56). Jesús afirmó que la niña no estaba muerta, sino solo dormida (Mt 9,24;Mc 5,39;Lc 8,52).
- al hijo de la viuda de Naín (Lc 7,11-17).
- a Lázaro (Jn 11,1-44).
- En el mar Tiberiades mostro su autoridad:
- Jesús ordena a la tempestad que se calme y ésta obedece (Mt 8,23-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25).
- Jesús camina sobre las aguas (Mt 14,22-33; Mc 6,45-52; Jn 6,16-21).
- Realizó Tres signos extraordinarios:
- Multiplicación de los panes y los peces. Es el único de todos los milagros de Jesús que es registrado por todos los evangelios (Mc 6,32-44; Mt|14,13-21; Lc 9,10-17; Jn 6,1-13). Ocurre en dos ocasiones según los evangelios de Marcos (Mc 8,1-10) y Mateo (Mt 15,32-39);
- la pesca milagrosa (Lc 5,1-11; Jn 21,1-19);
- la conversión del agua en vino en las bodas de Caná (Jn 2,1-11).
Mateo
19,2 Le seguían numerosas muchedumbres, y allí los curaba. Se le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle, y le preguntaron: ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa?
El respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra? Dijo: “Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne.” De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre.
19,9 Y yo os digo que quien repudia a su mujer (salvo caso de fornicación) y se casa con otra, adultera.
Lucas
9,44 “Grabad en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.
9,51 “Estando para cumplirse los días de su ascensión, se dirigió resueltamente a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que en su camino entraron en una aldea de samaritanos para prepararle albergue. No fueron recibidos, porque iban a Jerusalén. Viéndolo los discípulos, Santiago y Juan dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que los consuma”?
10,1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir… mirad que os envío como corderos en medio de lobos…Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros…curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros.”… Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
10,17 Regresaron los 72 alegres, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. El les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño;
10,22 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar….
Y ¿quién es mi prójimo?
Enseña la Parábola del buen Samaritano, Dijo Jesús: “Vete y haz tú lo mismo”.
Enseñanza a María y Marta… “María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.
Enseña el Padre nuestro… 11,2
11,9 Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe
11,14 expulsa un demonio que era mudo;
11,23 El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.
11,27 Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él dijo: Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan. Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación.
11,35 Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.
11,41 Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.
11,42 Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello.
11,45 Uno de los legistas le respondió: ¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!
11,46 Pero él dijo: ¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos! …se pediran cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo.
12,1 En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
12,4 Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
12,5 Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése.
12,9 Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios…al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
12,11 Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis… Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.
12,16 Les dijo la parábola del rico que acapara.
12,21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.
12,22 Dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis… Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso.
12,31 Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura… porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
12,45 Pero si aquel siervo se dice en su corazón: «Mi señor tarda en venir», y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse…vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.
12,47 Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes;
12,49 He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!
12,50 Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!.
12,56 ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?
12,57 ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
12,58 Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel.
12,59 Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
13,5 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.
13,6 Les dijo la parábola de la higuera en su viña.
13,11 y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
13,14 Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado.
13,15 Replicóle el Señor: ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?
¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
13,19 Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.
13,22 Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.
13,23 Uno le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? El les dijo:
13,24 Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán… Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.
13,31 En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.
13,32 Y él les dijo: Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado…¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido!
13,35 Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
14,2 Había allí, delante de él, un hombre hidrópico.Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado, o no?
14,8 Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú… Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado…Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;
14,18 Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: «He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses. Y otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses… Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.»
14,26 Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.
14,33 Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.Buena es la sal; mas si también la sal se desvirtúa, ¿con qué se la sazonará? No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran afuera. El que tenga oídos para oír, que oiga.
15,4 ¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?
15,7 Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.
15,10 Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
15,11 Dijo la parábola del hijo prodigo.
15,31 Pero él le dijo: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;
16,1 Dijo la parábola del administrador astuto
16,13 Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
16,17 Más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que no que caiga un ápice de la Ley.
16,18 Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio.
16,19 Parábola rico Epulón.
17,1 Dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen!
17,3 Cuidaos de vosotros mismos. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», le perdonarás.
17,6 El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: «Arráncate y plántate en el mar», y os habría obedecido.
17,10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.
17,11 Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia (los sanó)
17,15 Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
17,20 Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y os dirán: «Vedlo aquí, vedlo allá.» No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.
17,25 Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación. Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
17,30 Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.
17,33 Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
18,1 Les decía una parábola (del Juez inicuo) para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.
18,7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?
18,8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?
18,9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano….
18,11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: «¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.
18,14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.
18,15 Le presentaban también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les reñían. Mas Jesús llamó a los niños, diciendo: Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.
18,18 Uno de los principales le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna? Le dijo Jesús: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.
18,20 Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre. El dijo: Todo eso lo he guardado desde mi juventud. Oyendo esto Jesús, le dijo: Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.
18,27 Respondió: Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.
18,28 Dijo entonces Pedro: Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido. El les dijo: Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, quedará sin recibir mucho más al presente y, en el mundo venidero, vida eterna.
18,31 Tomando consigo a los Doce, les dijo: Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron para el Hijo del hombre;pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido; y después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará.
Estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. y empezó a gritar, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
¿Qué quieres que te haga? El dijo: ¡Señor, que vea! Jesús le dijo: Ve. Tu fe te ha salvado. 18,43
19,2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico… cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa…Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo…. pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.
19,11 Estando la gente escuchando estas cosas, añadió la parábola de las diez minas y les dijo: «Negociad hasta que vuelva.»
19,22 Dícele: «Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.»
19,26 «Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.»
Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén.
19,29 Al acercarse a Betfagé y Betania, en el monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: Id a la aldea de enfrente, y, entrando en ella, hallaréis un pollino atado, que todavía no ha sido montado por nadie; desatadlo y traedlo.»
Lo llevaron a Jesús, y, echando sus mantos sobre el pollino, montaron a Jesús.
19,36 Según El iba, extendían sus vestidos en el camino. Cuando ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, comenzó la muchedumbre de los discípulos a alabar alegres a Dios a grandes voces por todos los milagros que habían visto, diciendo: ¡Bendito el que viene, el Rey, en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
Algunos fariseos de entre la muchedumbre le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. El contestó y dijo: Os digo que, si ellos callasen, gritarían las piedras.
Así que estuvo cerca, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: “días vendrán sobre ti, y te rodearán de trincheras tus enemigos, y te cercarán, y te estrecharán por todas partes, y te abatirán al suelo a ti y a los hijos que tienes dentro, y no dejarán en ti piedra sobre piedra por no haber conocido el tiempo de tu visitación”.
19,45 Entrando en el templo, comenzó a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones.»
19,47 Enseñaba cada día en el templo; pero los príncipes de los sacerdotes y los escribas, así como los primates del pueblo, buscaban prenderle,» y no sabían qué hacer, porque el pueblo todo estaba pendiente de El escuchándole.
20,1 Aconteció uno de aquellos días que, enseñando El al pueblo en el templo y evangelizándolo, se presentaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas con los ancianos, y le dirigieron la palabra, diciendo: Dinos con qué poder haces estas cosas o quién te ha dado ese poder.
20,9 Y comenzó a decir al pueblo la parábola de los viñadores Homicidas:
Este es el heredero; matémosle y será nuestra la heredad.»
Los escribas y príncipes de los sacerdotes quisieron echarle mano en aquella hora, porque conocieron que a ellos iba dirigida aquella parábola; pero temieron al pueblo.»
20,20 Quedándose al acecho, enviaron espías, que se presentaron como hombres justos, para cogerle en algo, de manera que pudieran entregarle a la autoridad y poder del gobernador.Le preguntaron diciendo: Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud y no tienes miramientos, sino que enseñas según la verdad los caminos de Dios.
20,22 ¿Nos es lícito a nosotros pagar tributo al Cesar? Pues dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
20,26 No pudiendo cogerle por nada delante del pueblo y maravillados de su respuesta, callaron.
20,35 Pero los juzgados dignos de tener parte en aquel siglo y en la resurrección de los muertos, ni tomarán mujeres ni maridos, porque ya no pueden morir y son semejantes a los ángeles e hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Pues que han de resucitar los muertos, el mismo Moisés lo da a entender en el pasaje de la zarza, cuando dice: “El Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.”
20,38 Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para El todos viven.
20,45 Oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: Guardaos de los escribas, que gustan de ir vestidos de largas túnicas y buscan los saludos en las plazas y los primeros asientos en las sinagogas, mientras devoran las casas de las viudas y hacen ostentación de largas oraciones. Estos tendrán un juicio más severo.
21,1 Levantando la vista, vio ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio, y vio también a una viuda pobre que echaba dos ochavos,y dijo: En verdad os digo que esta pobre viuda ha echado más que todos los otros, porque los demás echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobraba, mientras que ésta echó de su indigencia todo lo que tenía para el sustento.
Luc 21:5 Hablándole algunos del templo, que estaba edificado con hermosas piedras y adornado de exvotos, dijo: De todo esto que veis, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruido.
Le preguntaron diciendo: Maestro, ¿y cuándo sucederá y cuál es la señal de que estas cosas comiencen a suceder? … Cuando oyereis hablar de guerras y revueltas, no os aterréis; porque es preciso que sucedan estas cosas primero, pero no vendrá luego el fin.»
21,10 Entonces les decía: Se levantará nación contra nación y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos lugares, hambres, pestes, espantos y grandes señales del cielo.Pero antes de todas estas cosas pondrán sobre vosotros las manos y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y metiéndoos en prisión, conduciéndoos ante los reyes y gobernadores por amor de mi nombre.
21,16 Seréis entregados aun por los padres, por los hermanos, por los parientes y por los amigos, y harán morir a muchos de vosotros, y seréis aborrecidos de todos a causa de mi nombre.
21,25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra perturbación de las naciones, aterradas por los bramidos del mar y la agitación de las olas, exhalando los hombres sus almas por el terror y el ansia de lo que viene sobre la tierra, pues las columnas de los cielos se conmoverán.
21,27 Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y majestad grandes. Cuando estas cosas comenzaren a suceder, cobrad ánimo y levantad vuestras cabezas, porque se acerca vuestra redención.
21:29 Y les dijo una parábola: Ved la higuera y todos los árboles;» cuando echan ya brotes, viéndolos, conocéis por ellos que se acerca el verano. Así también vosotros, cuando veáis estas cosas, conoced que está cerca el reino de Dios.
21,33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Estad atentos, no sea que se emboten vuestros corazones por la crápula, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y de repente venga sobre vosotros aquel día como un lazo; porque vendrá sobre todos los moradores de la tierra.»
21,37 Enseñaba durante el día en el templo, y por la noche salía para pasarla en el monte llamado de los Olivos.
21,38 Todo el pueblo madrugaba para escucharle en el templo.
22,1 Estaba cerca la fiesta de los Ácimos, que se llama la Pascua. Los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo quitarle de en medio, porque temían al pueblo. Entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce, y fue a tratar con los príncipes de los sacerdotes y los oficiales sobre la manera de entregárselo. Ellos se alegraron, y convinieron con él en darle dinero. Puestos de acuerdo, buscaba ocasión para entregárselo sin ruido.
22,7 Llegó, pues, el día de los Ácimos, en que habían de sacrificar la Pascua, y envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparadnos la Pascua para que la comanos…
Ab Urbe condita (AUC) es una expresión latina que significa «desde la fundación de la Ciudad» (de Roma), que se sitúa conforme al cálculo de Marco Terencio Varrón en el tercer año de la sexta olimpiada, 753 a. C.,
El Noveno Viaje de Cristo inicia el año. A.U.C. de 782- Pascua, 782. (Cf. Lucas 17-22; Marcos 10, 14; Mateo 19-26; Juan 11, 12) Este último viaje lleva a Jesús hacia el norte desde Efrem, a través de Samaria; luego hacia el este a lo largo de la frontera de Galilea, hacia Perea; entonces hacia el sur a través de Perea; hacia el oeste a través del Jordán; a través de Jericó; Betania en el Monte de los Olivos; Betsaida y, finalmente, hacia Jersualén. Mientras se encuentra en la parte norte de la gira, cura a diez leprosos; poco después, contesta las preguntas hechas por los fariseos respecto al reino de Dios. Urge entonces sobre la necesidad de la oración incesante a través de la parábola del juez inicuo; pertenece a este momento también la parábola del Fariseo y del Publicano, el discurso sobre el matrimonio, sobre la actitud de la Iglesia hacia los niños, sobre el uso correcto de las riquezas ilustrada por la historia del joven rico, y la parábola de los trabajadores de la viña. Después de iniciado Su camino hacia Jerusalén, predice Su Pasión por tercera vez; Santiago y Juan revelan su ambición, pero aprenden la verdad sobre la grandeza de la Iglesia.
En Jericó, Jesús sana dos ciegos, y recibe el arrepentimiento de Zaqueo el publicano; propone aquí la parábola de los talentos confiados a los sirvientes por su amo. Seis días antes de la pascua encontramos a Jesús en Betania en el Monte de los Olivos, como huésped de Simón el leproso; María unge Sus pies, y los discípulos, instigados por Judas, se indignan por este aparente desperdicio de perfume.
Una inmensa multitud se junta en Betania, no solamente para ver a Jesús sino también a Lázaro; de aquí que los sacerdotes piensen también en matar a Lázaro. Al siguiente día Jesús entra triunfalmente en Jerusalén y es recibido por los gritos de Hosana de toda clase de gente. Por la tarde, se encuentra con una delegación de gentiles en el patio del Templo. El día lunes Jesús maldice a la higuera estéril, y durante la mañana expulsa a los compradores y vendedores del Templo. El martes, los discípulos se maravillan cómo de repente se ha secado la higuera y esto hace que el Maestro les instruya sobre la eficacia de la fe. Jesús responde a las preguntas de los enemigos respecto a Su autoridad; propone entonces la parábola de los dos hijos, de los viñadores infieles y de los invitados a la boda.
Sigue luego una triple trampa: los políticos preguntan si es legal pagar tributo al César; los saduceos le preguntan sobre esposa de quién es una mujer, después de la resurrección, quien ha tenido varios esposos; los téologos judíos proponen la pregunta: ¿cuál es el primer mandamiento, el gran mandamiento de la ley?; Jesús propone entonces Su última pregunta a los judíos: «¿Qué os parece de Cristo? ¿De quién es hijo?» Esto es seguido por las recriminaciones contra escribas y fariseos, y por la denuncia contra Jerusalén. Las últimas palabras de Cristo en el Templo fueron expresiones de elogio hacia la viuda pobre que ofreció dos óvolos a pesar de su pobreza. Jesús terminó ese día pronunciando las profecías sobre la destrucción de Jerusalén, Su segunda venida, y el juicio futuro; estas profecías son interrumpidas por la parábola de las diez vírgenes y de los talentos. Jesús predice nuevamente Su Pasión el día miércoles; probablemente fue el mismo día en que Judas llegó a un acuerdo con los judíos para traicionarLe.