El ángel del señor respetó las casas ungidas con sangre en Egipto. Pero si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la ternera sacrificada, esparcida sobre los inmundos, los santifica en orden a la purificación… ¿cuánto más la sangre de Cristo? , el cual por impulso del Espíritu Santo se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas de los pecados, para que tributemos un verdadero culto al Dios vivo? Heb 9:12,13
Somos ese pueblo que Cristo escogió para sí, y lo somos, porque así lo hemos escogido, escogemos acatar los mandamientos y los sacramentos, los que nos hace pueblo elegido, porque hacemos Su Voluntad. Somos el pueblo que más sabe de pestes, porque desde que fuimos rescatados de la esclavitud, Dios nos ha guiado y han sido muchos los mares rojos que hemos cruzado guiados por Su luz y son innumerables los desiertos que hemos cruzado, alimentados por el Maná de la Eucaristía y son muchas las rocas de las que ha brotado agua en la sequía, para calmar nuestra sed en este milenario camino de la Fe..
Sabemos lo qué es, la peste de pecado y lo que le hace al que no se convierte, porque tenemos el testimonio del diluvio del que solo salieron Noe y su familia y conocemos las consecuencias que los pecadores pagan porque sabemos que, de Sodoma, solo Lot y sus hijas se salvaron. La peste cae sobre los enemigos de Dios, como les pasó a los pueblos que expulsó, para dar la tierra prometida a su pueblo, que hoy eres tú, si acatas los mandamientos, los sacramentos y estas en gracia de Dios. Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás.
Tu alma, al morir irá al lugar que elijas hoy. Ten Fe en el señor y su madre santísima y cúbrete con su sangre preciosa y los sacramentales, que son las armas del laico y se feliz, Dios te Ama.