El Apóstol Santiago, hermano de San Juan, viajó a España a predicar el evangelio (año 40 d.C.), y una noche la Virgen María se le apareció en un pilar, estando en profunda oración junto a sus discípulos a orillas del río Ebro, la Santísima Virgen María se manifestó, acompañada por un coro de ángeles, (ella aún vivía en Palestina).La Virgen le habló al Apóstol pidiéndole que se le edificase ahí una iglesia con el altar en derredor al pilar y expresó: “Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda”, “Santa María del Pilar”. Es el primer templo del mundo dedicado a la Virgen.
Después de predicar en España, Santiago regresó a Jerusalén. Fue ejecutado por Herodes Agripas alrededor del año 44 d.C. siendo el primer apóstol mártir, luego del suceso sus discípulos tomaron su cuerpo y lo llevaron a España para su entierro, el lugar fue llamado Compostela (campo estrellado).
El joven Miguel Juan Pellicer de 19 años cayó de un carreta, cargada de trigo, y una rueda le aplastó la pierna derecha, ingresa en el Hospital Real el 3 de agosto de 1637, según consta en el Libro de Registro, que aún se conserva, se le amputa la pierna «cuatro dedos más debajo de la rodilla». Operación realizada por el cirujano D. Juan Estanga, siendo enterrada por el practicante Juan Lorenzo García, en el cementerio del hospital, dentro de un hoyo «como un palmo de hondo». Se le dio de alta en el hospital, se le colocó una pierna de madera y se le proporcionó una muleta en la primavera de 1638, en Zaragoza.
Tras su convalecencia, fue mendigo en la puerta del templo de Nuestra Señora del Pilar. Cada día, Pellicer untaba el muñón de su pierna con el aceite de las lámparas que ardían ante la Virgen del Pilar mientras pedía limosna a la puerta del templo.
Vuelto a casa de sus padres, en Calanda, a primeros de marzo de 1640, el día 29 de ese mes, habiéndose acostado en la misma habitación de sus padres, lo encontraron ellos dormido media hora más tarde, con dos piernas, notándose en la restituida las mismas señales de un grano y unas cicatrices que tenía antes de su amputación.
El día 2 de abril, cinco días después del milagro, concretamente el Lunes Santo, D. Miguel Andreu, notario de Mazaleón, levanta acta notarial de «tan impresionante hecho». El original de esta Acta Notarial, con todo el protocolo del año 1640, se conserva en el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza.
El Cabildo de Zaragoza remitió al Conde-Duque de Olivares la información del hecho para que, a su vez, la pusiera en conocimiento del rey Felipe IV.
Declaran en dicho proceso: Facultativos y sanitarios (5 personas), entre ellos el cirujano que le amputó la pierna, familiares y vecinos (5 personas), autoridades locales (4 personas), autoridades eclesiásticas (4 personas), personajes diversos (6 personas, destacando a dos mesoneros de Calanda y de Zaragoza).
La archidiócesis aragonesa reconoce el hecho como «milagro» el día 27 de abril de 1641. En el otoño de este mismo año viaja a Madrid para ser presentado al Rey Felipe IV, el cual, le besa la pierna milagrosamente restaurada la pierna.
El acta notarial del proceso de 1641 fue traducida a diversas lenguas, entre ellas la latina, que dos años después fue remitida al papa Urbano VIII.
Sentencia afirmativa de curación milagrosa, pronunció el Arzobispo D. Pedro Apaolaza, asesorado por nueve teólogos y canonistas, el 27 de abril de 1641













