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Historia

Navas de Tolosa

La batalla de las Navas de Tolosa, llamada en la historiografía árabe «batalla de Al-Iqāb» “batalla del castigo” (معركة العقاب) y en la cristiana también «batalla de Úbeda», enfrentó el 16 de julio de 1212 a un ejército aliado cristiano formado en gran parte por tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla, aragonesas de Pedro II de Aragón, navarras de Sancho VII de Navarra y voluntarios del Reino de León y del Reino de Portugal contra el ejército numéricamente superior del califa almohade Muhammad al-Nasir en las inmediaciones de la localidad jienense de Santa Elena. Se saldó con la victoria de las tropas cristianas y está considerada como una de las batallas más importantes de la Reconquista. Al Nasir había dicho que llevaría a sus caballos a abrevar hasta el Tíber en Roma, pero no contaba con la sangre Española…

Se apertrecho en los pasos de la Sierra morena, esperando degollar a todos los cristianos que cayeran pero no contaba con la intervención de Dios.

San isidro labrador, se presento humildemente y les mostro a los Cristianos un paso SECRETO POR EL CUAL PUDIERON acceder al campo de batalla.

Donde el ejército almohade del Miramamolín Al Nasir, el ultrarradical islámico que había jurado plantar la media luna en Roma, fue destrozado por los cristianos cerca de Despeñaperros.

Tras proclamar la yihad  contra los infieles, Al Nasir había cruzado con su ejército el estrecho de Gibraltar, resuelto a reconquistar para el Islam la España cristiana e invadir Europa.

El rey castellano, Alfonso VIII. Consciente de que en España al enemigo pocas veces lo tienes enfrente, hizo que el papa de Roma proclamase aquello, una cruzada contra los sarracenos, para evitar que, mientras guerreaba contra el moro, los reyes de Navarra y de León, le abandonasen. Se extendió una bula de indulgencia plenaria, se les unieron los obispos guerreros de todas las ciudades.

Alfonso de Castilla consiguió reunir en el campo de batalla a unos 27.000 hombres, entre los que se contaban algunos voluntarios extranjeros, sobre todo franceses, y los duros monjes soldados de las órdenes militares españolas. Núcleo principal eran las milicias castellanas y 8.500 catalanes y aragoneses traídos por el rey Pedro II de Aragón; que, como gentil caballero que era, acudió a socorrer a su vecino y colega. A última hora, a regañadientes y por no quedar mal, Sancho VII de Navarra se presentó con una reducida peña de doscientos jinetes -Alfonso IX de León se quedó en casa-.

Al Nasir alineó 60.000 guerreros 3 veces mas hombres, entre soldados norteafricanos, tropas andalusíes y un nutrido contingente de voluntarios fanáticos yihadistas, a la que el rey moro, colocó en primera fila para aterrorizar a los Cristianos

En el cerro de los Olivares, cerca de Santa Elena, los cristianos dieron el asalto ladera arriba bajo una lluvia de flechas de los temibles arcos almohades, intentando alcanzar el palenque fortificado donde Al Nasir, sentado sobre un escudo leía el Corán plantado en su famosa tienda roja. La vanguardia cristiana, mandada por el vasco Diego López de Haro, con jinetes e infantes castellanos, aragoneses y navarros, deshizo la primera línea enemiga y quedó frenada en sangriento combate con la segunda. Milicias como la de Madrid fueron casi aniquiladas tras luchar igual que leones.

Atacó entonces la segunda oleada, con los veteranos caballeros de las órdenes militares como núcleo duro, sin lograr romper tampoco la resistencia Islamica. La situación empezaba a ser crítica para los Cristianos que, imposibilitados de maniobrar, ya no peleaban por la victoria, sino por la vida. Junto a López de Haro, a quien sólo quedaban cuarenta jinetes de sus quinientos, los caballeros templarios, calatravos y santiaguistas, se batían como Lo que eran el ejercito de Dios, luchando hasta la muerte.

Fue entonces cuando Alfonso VII, visto el panorama, desenvainó la espada, hizo ondear su pendón, se puso al frente de la línea de reserva, tragó saliva y volviéndose al arzobispo Jiménez de Rada gritó: «Aquí, señor obispo, vos y yo moriremos». No señor, dijo el Obispo Rada, Aquí voz y yo Venceremos.

Luego, picando espuelas, cabalgó hacia el enemigo. Los reyes de Aragón y de Navarra, viendo a su colega, hicieron lo mismo. Con Valentía torera, ondearon sus pendones y fueron a la carga espada en mano. Tres reyes españoles cabalgando juntos por las lomas de Las Navas, con la exhausta infantería gritando de entusiasmo mientras abría sus filas para dejarles paso. Y el combate final en torno al palenque, con la huida de Al Nasir, el degüello y la victoria.

Rompiendo las cadenas que aun ondean en el escudo de Navarra y España. Al Nasir Huyó, El pendón del califa fue enviado al convento de las cistercienses, que aún lo custodian.

Los obispos entonces entonaron un Tedeum.

Era el principio del final de la invasión Islamica, la puerta del valle del Guadalquivir estaba abierta por primera vez en 5 siglos, era el año 1.212.

Por #bottegadivina

Bottega Divina es un Canal dedicado a aplicar la tradición moral Cristiana a situaciones críticas en la política y la sociedad. Abogamos y velamos por la aplicación de los principios fundamentales de la sociedad, como el derecho natural, en los ámbitos políticos y sociales.

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