
El calendario lunar se rige por el ciclo de 29 y medio días, de la luna. Los egipcios optaron por el calendario solar, de 365 días y un cuarto, siendo así, los precursores directos del calendario moderno. El año solar es el tiempo de traslación de la tierra alrededor del sol y en este plazo, se suceden las cuatro estaciones. El Emperador Romano Julio César adaptó el calendario egipcio.
A este calendario se le llamo Calendario Juliano y tenía tantos errores que el Papa Gregorio solicitó un estudio, realizado en 1515 por Sacerdotes de la Universidad de Salamanca, y de allí surgió el actual calendario mundial.
Los primeros países en adoptar el calendario actual fueron España, Italia y Portugal en 1582. Sin embargo, Gran Bretaña y sus colonias protestantes no lo hicieron hasta 1752, poco antes de las revoluciones americana y francesa.
Las persecuciones de los primeros 3 siglos del cristianismo hicieron que todo fuera muy difícil, La fecha de la celebración es variable (entre marzo y abril según el año) ya que depende del calendario lunar, no antes del 22 de marzo y el 25 de abril como muy tarde. La luna parasceve o primera luna llena de primavera es la fecha de la crucifixión de Jesus. Por lo cual la fecha es móvil.
Ab Urbe condita (AUC) es una expresión latina que significa «desde la fundación de la Ciudad» (de Roma), que se sitúa conforme al cálculo de Marco Terencio Varrón en el tercer año de la sexta olimpiada, 753 a. C.,
El Viaje de Cristo inicia el año. A.U.C. de 782- Pascua, 782. (Cf. Lucas 17-22; Marcos 10, 14; Mateo 19-26; Juan 11, 12) Este último viaje lleva a Jesús hacia el norte desde Efrem, a través de Samaria; luego hacia el este a lo largo de la frontera de Galilea, hacia Perea; entonces hacia el sur a través de Perea; hacia el oeste a través del Jordán; a través de Jericó; Betania en el Monte de los Olivos; Betsaida y, finalmente, hacia Jersualén.
En Betania resucita a Lázaro. Esto precipita la decisión de los fariseos de darle muerte, y Caifás profetiza: «Conviene que muera uno solo por el pueblo…». Jesús visita Efraím: hay expectación por la próxima Pascua, ante la violencia del enfrentamiento entre Jesús y los fariseos. Jesús penetra en Samaria, (Feb o principios de marzo) donde cura a los diez leprosos, avisa sobre el Día del Hijo del Hombre y relata la parábola del juez inicuo y el caso del fariseo y el publicano. De vuelta en Perea, es consultado sobre el divorcio y afirma que el matrimonio es indisoluble («Que el hombre no separe lo que Dios ha unido»). Sigue la bendición de los niños: («Dejad que los niños vengan a mí») y el episodio de el joven rico, que da ocasión para prevenir contra el peligro de las riquezas y prometer el premio de la abnegación. Sigue la parábola de los obreros de la última hora, un nuevo anuncio de la Pasión y la petición de los dos Zebedeos. Al entrar en Jericó (Mar 30) cura a un ciego y come en casa de Zaqueo, jefe de publicanos: («El Hijo del Hombre vino a salvar lo que estaba perdido»). Sigue la parábola de los talentos confiados. En Betania, María unge sus cabellos con perfume lo que ocasiona el escándalo de muchos y la aprobación de Jesús.
El domingo anterior a la Pascua (Domingo de Ramos), Jesús entra triunfalmente en Jerusalén, montado en un asno, entre aclamaciones del pueblo. En el templo, realiza una segunda limpieza; los sacerdotes le piden que contenga el entusiasmo de la gente, y Jesús responde: «Si estos callan, hablarán las piedras». Al atardecer, retorna a Betania, a casa de Lázaro.
El día siguiente (Lunes Santo) vuelve a Jerusalén; al pasar, maldice a la higuera estéril y esa noche retorna a Betania.
En la mañana siguiente (Martes Santo) encuentran la Higuera seca. En el templo de Jerusalén enseña y disputa con los sacerdotes. Relata la parábola del hijo obediente y la parábola de los viñadores asesinos. Los fariseos y saduceos lo interrogan: ¿Se ha de pagar tributo al César?, ¿De quién será mujer en la Resurrección?, ¿Cuál es el Primer Mandamiento?. Ante el endurecimiento de los fariseos, Jesús pronuncia su última y durísima admonición a los fariseos («¡Hipócritas, sepulcros blanqueados!…»).
Tras el episodio del óbolo de la viuda y el pedido de los gentiles de ver al Señor, sucede el anuncio de su Pasión y la voz del Cielo («Si el grano de trigo no muere, no da fruto…»).
Jesús pronuncia entonces el Sermón Parusíaco, sobre la destrucción de Jerusalén, el fin del mundo y el retorno de Cristo. Continúa su enseñanza en el templo con la parábola de las diez vírgenes, la parábola de los talentos y el discurso sobre el juicio final («Tuve hambre y no me disteis de comer…»).
Los Pontífices planean hacerlo desaparecer y el día siguiente (Miércoles Santo) Judas se ofrece a entregarlo a cambio de treinta monedas de plata.
Mientras se encuentra en la parte norte de la gira, cura a diez leprosos; poco después, contesta las preguntas hechas por los fariseos respecto al reino de Dios. Urge entonces sobre la necesidad de la oración incesante a través de la parábola del juez inicuo; pertenece a este momento también la parábola del Fariseo y del Publicano, el discurso sobre el matrimonio, sobre la actitud de la Iglesia hacia los niños, sobre el uso correcto de las riquezas ilustrada por la historia del joven rico, y la parábola de los trabajadores de la viña. Después de iniciado Su camino hacia Jerusalén, predice Su Pasión por tercera vez; Santiago y Juan revelan su ambición, pero aprenden la verdad sobre la grandeza de la Iglesia.
En Jericó, Jesús sana dos ciegos, y recibe el arrepentimiento de Zaqueo el publicano; propone aquí la parábola de los talentos confiados a los sirvientes por su amo. Seis días antes de la pascua encontramos a Jesús en Betania en el Monte de los Olivos, como huésped de Simón el leproso; María unge Sus pies, y los discípulos, instigados por Judas, se indignan por este aparente desperdicio de perfume.
Una inmensa multitud se junta en Betania, no solamente para ver a Jesús sino también a Lázaro; de aquí que los sacerdotes piensen también en matar a Lázaro. Al siguiente día Jesús entra triunfalmente en Jerusalén y es recibido por los gritos de Hosana de toda clase de gente. Por la tarde, se encuentra con una delegación de gentiles en el patio del Templo. El día lunes Jesús maldice a la higuera estéril, y durante la mañana expulsa a los compradores y vendedores del Templo. El martes, los discípulos se maravillan cómo de repente se ha secado la higuera y esto hace que el Maestro les instruya sobre la eficacia de la fe. Jesús responde a las preguntas de los enemigos respecto a Su autoridad; propone entonces la parábola de los dos hijos, de los viñadores infieles y de los invitados a la boda.
Sigue luego una triple trampa: los políticos preguntan si es legal pagar tributo al César; los saduceos le preguntan sobre esposa de quién es una mujer, después de la resurrección, quien ha tenido varios esposos; los téologos judíos proponen la pregunta: ¿cuál es el primer mandamiento, el gran mandamiento de la ley?; Jesús propone entonces Su última pregunta a los judíos: Mateo 22 42 ¿Qué os parece de Cristo? ¿De quién es hijo? Dijéronle ellos: De David.
Les replicó: Pues ¿cómo David, en espíritu, le llama Señor, diciendo:
“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, mientras pongo a tus enemigos por escabel de tus pies”? Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo? Y nadie podía responderle palabra, +Juan 8 42 Díjoles Jesús: Si Dios fuera vuestro padre, me amarías a mí; porque yo he salido y vengo de Dios, pues Yo no he venido de mí mismo, antes es El quien me ha enviado.’¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis oír mi palabra. Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba en él. Cuando habla la mentira, habla de lo suyo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira. Pero a mí, porque os digo la verdad, no me creéis.
Esto es seguido por las recriminaciones contra escribas y fariseos, y por la denuncia contra Jerusalén. Las últimas palabras de Cristo en el Templo fueron expresiones de elogio hacia la viuda pobre que ofreció dos óvolos a pesar de su pobreza. Jesús terminó ese día pronunciando las profecías sobre la destrucción de Jerusalén, Su segunda venida, y el juicio futuro; estas profecías son interrumpidas por la parábola de las diez vírgenes y de los talentos. Jesús predice nuevamente Su Pasión el día miércoles; probablemente fue el mismo día en que Judas llegó a un acuerdo con los judíos para traicionarle.