Doctrina Moral de Jesus
“Os anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó; lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros, y esta comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo” 1 Jn.1,2-3.
Nunca nadie ha dicho nada que se le pueda comparar, ningún hombre nunca podrá superar la palabra de Dios en el Sermón de la Montaña, porque en Él descansa la garantía de la palabra de Jesús, al proclamarlo, Jesús se presenta a sí mismo como el mensajero divino en el que se cumple la profecía.
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a anunciar la libertad a los presos, a dar la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19)
El Sermón de la Montaña lleva la Ley a su perfección, es la síntesis del mensaje evangélico de Jesús, como programa de vida para el cristiano y camino para alcanzar la felicidad del hombre, en esta vida y en la otra.
Las nueve bienaventuranzas son la promesa del cielo que Dios da, a quienes cumplen su palabra, es una fórmula de felicitación, y supone por tanto la constatación de una felicidad ya realizada o, al menos, en vías de realización.
Son palabras de sentido trascendente, que solo Dios puede dar porque contienen promesas que solo Dios puede cumplir.
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos.
«Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí.
Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros». Mateo 5,3-12