Mientras preparaba el color azul con lapizlazuli rallado, -había que usar los mejores materiales para el cuadro- Lucas Lucanus pensaba en la forma hermosísima de expresarse de esta magnífica señora.
Su amigo Pablo lo había llevado a entrevistarse con “La madre” como todos afectuosamente la llamaban.
Esta hermosísima mujer para quien no parecían pasar los años a pesar de su edad avanzada, les acababa de confiar una oración inspirada, que había compuesto espontáneamente muchos años atrás en la casa de su prima, ante un saludo también inspirado que había recibido por parte de Ésta.
Ella misma lo había animado a escribir la Historia que acababa de narrarle y tal vez por eso le había confiado cosas que ella guardaba en su corazón celosamente como el más grande tesoro.
Incluso el “lienzo” que estaba usando para el retrato, había sido la tapa de la mesa del comedor de cipres, que su esposo había hecho, luego de regresar de un larguísimo viaje, que amablemente se había ofrecido a contarles el día siguiente…
Y era que Don José además de ser un extraordinario constructor y artista en el arte de la talla, había participado en la construcción de la obra más extraordinaria que el mundo había visto hasta aquel tiempo, correspondiéndole la talla del cuerpo y alas de unos querubines que habrían de adornar el Tesoro Nacional, aparte del recubrimiento con cedro del Líbano, finamente tallado, que cubría toda la estructura interna de aquella colosal obra, las puertas que pesaban varias toneladas y narraban la historia desde el Génesis, tallas en bajo relieve y otros detalles artísticos de gran importancia.
La importancia de esa mesa y del cuadro que se estaba pintando, radica en las personas que la usaron durante 30 años, todos los días.
El cuadro la historia lo conocería como La Virgen Negra de Częstochowa.
Del cuadro original poco queda ya que la imagen fue retocada después de un serio daño hecho por expedicionarios husitas en 1430.
Un asaltante husita blandió su espada sobre la imagen y el infligió dos cortes profundos, el rostro de la Virgen María empezó a sangrar, con pánico los asustados husitas retrocedieron y cuando un asaltante envalentonado trató de infligir un tercer corte, cayó al piso y tembló en agonía hasta que murió.
Ha habido varios intentos de reparar los daños pero estos vuelven a reaparecer una y otra vez.
En el Cuadro La Virgen María el la «Hodegetria» («La que muestra el Camino»). La Virgen mira al observador, señalando con su mano derecha a Jesús como la fuente de la salvación.
El Niño extiende su mano derecha hacia el observador bendiciéndole, mientras sostiene un libro con los evangelios en su mano izquierda.
El icono muestra a Nuestra Señora con un manto adornado con flores de lis.
La presencia de la sagrada pintura salvó el templo de ser destruido por el fuego, pero las llamas hicieron reaccionar los pigmentos de la obra y la obra quedo oscurecida, por eso la virgen en la actualidad se ve de color oscuro .
Otra vez y ante la inminente invasión sueca en el siglo XVII, se dio otro milagro, el llamado Diluvio, que cambió el curso de la guerra y salvo a polonia de convertirse en una Colonia. En 1655 el ejército sueco invadió Polonia, que se encontraba debilitada por la guerra con los cosacos y Rusia y no fue capaz de detener a los suecos, quienes ocuparon casi todo el país.El punto de inflexión en la guerra se dio en la defensa del monasterio de Jasna Góra. Donde esta el cuadro de la Virgen, allí, un contingente no superior a los 300 hombres, que defendía el santuario, logra prevalecer sobre un ejercito invasor compuesto por 12,000 hombres, los suecos fueron derrotados, pero la guerra y la ocupación de casi todo el país por una inundación de tropas suecas causó grandes daños a la Mancomunidad, incluida la muerte de una parte significativa de la población debida a las hostilidades, al hambre y a las enfermedades; el saqueo de tesoros culturales polacos por el ejército sueco; y, finalmente, la pérdida de la soberanía polaca sobre Prusia.
Terminada la Primera Guerra Mundial, y Rusia estando ya bajo el control del comunismo, llevaba a cabo sus planes de conquista y de propagación de su tiranía. El día 14 de agosto de 1920, su ejército, había logrado establecerse a orillas del Río Vistula, y terminaba los preparativos para la invasión de la ciudad polaca de Varsovia. En su avance, los bolcheviques habían salido airosos en múltiples batallas, capturando importantes centros estratégicos. En la ciudad, a la sazón, tanto habitantes como defensores, acudieron como otras tantas veces, a su Madre del Cielo, a la que sacaron en procesión e imploraron su intervención.
Cuando la caída de la ciudad era inminente, un grupo de Ulanos (soldados a caballo del ejercito polaco), logra atravesar las lineas bolcheviques y destruir la estación de radio rusa, desbaratando su coordinación. Al mismo tiempo, de manera milagrosa, el ejercito polaco lograba sostener la arremetida directa de las fuerzas rusas y poco después, la imagen de la Virgen María hacía su aparición sobre las nubes de la asediada ciudad, lo que ocasionó que muchos soldados bolcheviques se replegasen, permitiendo al ejercito polaco, pasar de defensor a atacante. A este episodio se le conoce como “El Milagro del Vistula”.