Carlos Habsburgo el ultimo emperador de Austria y Rey apostólico de Hungría asciende al trono el 21 de noviembre de 1916, hasta suuerte en 1922.
El 3 de octubre de 2004 el Papa Juan Pablo II lo beatificó. Su camino a los altares esta allanado por un milagro obrado en una mujer de la Florida.
El primero y último emperadores, Santos, y muchos también en el intermedio.
El imperio Romano Germanico, que fundó Carlomagno es definitivamente desmembrado en la segunda guerra mundial, luego de la cual Austria, capital del imperio, que ahora se conocía como Austro-Hungaro, fue dividida en cuatro partes, Francia, Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética.
La parte soviética cubría la llamada baja Austria, donde hay pozos de petróleo, agricultura e industrias; en ella estaba localizada la ciudad de Viena. Los rusos tenían como objetivo anexarla a su imperio, en 1950, quisieron apoderarse del gobierno de toda Austria.
La «Cruzada Reparadora del Santo Rosario», con la virgen de Fátima, obtuvo un auténtico milagro en mayo de 1955: la retirada de las tropas rusas del territorio austriaco.
En setiembre de 1948 había iniciado el padre Petrus, un capuchino de Viena, los Actos de Devoción Reparadora con misas, predicaciones, confesiones, bendición de enfermos y recitación del rosario.
“La paz es un don de Dios y no obra de políticos, y los dones de Dios se obtienen con oraciones”, a esta rogativa se le denominó Asaltos de Oración.
Se hicieron procesiones con la Virgen de Fátima los días 13 de cada mes, fueron 8 años de rogativas.
En 1955, más de 500 mil austriacos participaban de aquel inmenso clamor de oraciones, mientras el comunismo agudizaba sus métodos de persecución religiosa.
El 24 de marzo de 1955 los gobernantes soviéticos invitaron a los austriacos a una conferencia en Moscú. Antes de partir, el primer ministro Julius Raab pidió al sacerdote: “Por favor rece, y haga que sus fieles recen más que nunca”.
En el mes de abril, sorpresivamente, el régimen de Moscú anunció la determinación de que retiraría todas sus tropas. El 15 de mayo los representantes de las cuatro potencias ocupantes firmaron en Viena el Tratado de Independencia definitiva del país. Austria se liberaba de la ocupación soviética.
El primer ministro reconoció el milagro con estas palabras: “Hoy, nosotros, que tenemos el corazón lleno de fe, aclamamos al Cielo con gozosa oración: ¡Somos libres, oh María, te lo agradecemos!”