
“Pocas personas de nuestra generación han encarnado con tanta transparencia el rostro manso y humilde de Jesucristo” Walter Kasper hablando sobre Roger
No os unáis en yunta desigual con los infieles” ¿Qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué comunidad entre la luz y las tinieblas? 2 Corintios 6:14
Vivir la unidad de las distintas Iglesias sin tomar en cuenta las distintas visiones de la “verdad” y hacer tangible la unidad en la práctica, para lograr la unidad prescindiendo de los absolutos, es el principio general del movimiento ecuménico, que ha logrado entre otras cosas, que muchos católicos abracen una «nueva» evangelización.
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) agrupa a iglesias, denominaciones y comunidades de iglesias en más de 110 países y territorios de todo el mundo que representan más de 560 millones de cristianos, incluidas la mayoría de las iglesias ortodoxas, gran cantidad de iglesias anglicanas, bautistas, luteranas, metodistas y reformadas, así como muchas iglesias unidas e independientes. Con 1.280.000 millones de católicos, el cristianismo unido ecuménico sería la primera religión del mundo.
El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos con la Comisión luterano-católico romana y el Grupo de trabajo ecuménico de teólogos protestantes y católicos de Alemania, tras 50 años de diálogo, han emitido en manera conjunta la “Declaración Iglesia, ministerio y Eucaristía”, un documento ecuménico que marca un camino hacia una mayor unidad visible entre ambas partes.
La obispa, presidenta de la Iglesia evangélica luterana en Estados Unidos, Elizabeth A. Eaton, describe la declaración como “Una Muestra sin precedentes, que muestra el fruto del diálogo católico-luterano en todo el mundo”. No en vano en el año 2017 en el 5 centenario de las tesis luteranas, Francisco participó en Lund y Malmö de la conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma Protestante.
A partir de Pío XII, se predicó la solidaridad humana, un nuevo ecumenismo se promovió en simposios, poniendo por encima de la mente y la razón, el corazón y el sentimiento, surgieron varios movimientos eclesiales, como el movimiento de los Focolares, un movimiento eclesial católico, fundado por Chiara Lubich, caracterizado por su diálogo para que todos seamos uno, precursor tanto de los “carismáticos” como de las “comunidades de base”, que propagarían la “teología de la liberación” en Hispanoamérica, que llamó a sustituir el capitalismo y a promover un verdadero «socialismo»
La comunidad de Sant’Egidio, fundada por Andrea Riccardi en Roma en 1968, a la luz del Concilio Vaticano II, se caracteriza por promover encuentros internacionales de oración por la paz con carácter ecuménico y su lucha contra el VIH/sida.
La comunidad de Taizé, comunidad cenobítica, fundada en 1940 por el protestante Roger Schutz en la localidad de Taizé (Borgoña), el obispo Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos encargado del ecumenismo, fue quien presidió en 2005 la misa de exequias, del asesinado hermano Roger.
Otros movimientos cristianos son, Confraternidad de Doctrina Cristiana, el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos, el movimiento Renew, los Cursillos de Cristiandad, el Camino Neocatecumenal, Regnum Christi, Comunión y Liberación, Miles Jesu, Wicca Gea, y Life Teen.
El patriarca cardenal Sfeir, del rito maronita católico, que acepta sacerdotes casados, habla sobre el celibato y su conveniencia.
“hay que reconocer que si el matrimonio de los sacerdotes resuelve un problema, también crea otros graves”,
“un sacerdote casado tiene el deber de ocuparse de su esposa y de sus hijos, de asegurarles una buena educación, de garantizarles el porvenir”.
“Otra dificultad para un sacerdote casado puede ser la de no entenderse con sus parroquianos. A pesar de ello, su obispo no puede trasladarlo debido a la imposibilidad de que su familia se desplace con él”.
Pío XII hablaba de “falsas opiniones», de herejías modernistas y dificultades de juicio, que convirtieron el modernismo en algo más informal, más amigable, más de andar por casa, y no por cualquier casa, sino por la Casa del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15). Y para esto nada mejor que una filosofía y teología, kantiana, antitomista, antiescolástica, emocional y testimonialista.
El testimonialismo ha eclipsado la apologética. El conocimiento de Dios no debe destruirse en pos de las emociones, ni ser pulverizado en sentimientos, “enamoramientos sobrenaturales», sensiblerías humanas. Las emociones, sin el freno de la razón, sin el control de la gracia, sin el imperio de la ascética, tiranizan la vida cristiana y la hacen empatizar con el pecado. Porque la sensibilidad humana está caída.