Sobre el llamado Catecismo Holandés escribe el profesor Leo Elders:
“Los autores pensaban que ciertas fórmulas en las que la fe había sido expresada, dependen de situaciones históricas particulares y que por lo tanto ya no son obligatorias para nosotros que vivimos en el siglo XX. Las doctrinas omitidas son, entre otras, el dogma de la Virginidad de María, la existencias de los Ángeles, la del Purgatorio y la Transubstanciación, del misterio de la Santísima Trinidad, de la Persona de Cristo, de la Redención, se Niega la separación del alma humana del cuerpo en el momento de la muerte. A pesar de todo esto, el 4 de octubre de 1966, el Cardenal Alfrink aprobó el catecismo“.Un Catecismo nada menos que “con el objetivo de sustituir dentro de la Iglesia una ortodoxia por otra, una ortodoxia moderna por la ortodoxia tradicional”
El padre Jose Maria Iraburu, denuncia que el «Catecismo» contenía tantos errores y ambigüedades, que fue denunciado a Roma por católicos holandeses, y Pablo VI estableció para examinarlo una Comisión de Cardenales, que emitió una Declaración, el 15 de octubre de 1968, en la que se indicaba un gran número de correcciones y adiciones necesarias.
Como consecuencia del catecismo, holanda enfrentó el cierre de cientos de iglesias y un continuo éxodo de los fieles.
En una entrevista concedida a Radio Vaticano, Willem Jacobus Eijk Cardenal , Arzobispo de Utrecht y presidente de la conferencia episcopal holandesa, dijo que la Iglesia católica en los Países Bajos se enfrenta a un colapso .
«El número de católicos practicantes está disminuyendo muy rápidamente» , dijo. «En la década de 1950 el 90 por ciento de los católicos todavía iba a la iglesia todos los domingos. Ahora, es sólo el cinco por ciento.
Pablo VI escribió una carta al Secretario de Estado, dirigida a los obispos holandeses,que comienza del siguiente modo:
“Las declaraciones que se han publicado en estos días en Holanda sobre el celibato eclesiástico nos han provocado un profundo dolor y han provocado muchas cuestiones en nuestro espíritu: sobre los motivos de esta actitud tan grave, sobre las consecuencias entre los sacerdotes y los jóvenes que se preparan al sacerdocio y sobre las consecuencias perturbadoras en toda la Iglesia”.
Este «Catecismo» fue producido por el Instituto Superior de Catequesis en Nimega, institución jesuita, adscrita a su facultad teológica en Maastricht. El autor principal del «Nuevo Catecismo», (por sus ideas) fue quizás el Padre Piet Schoonenberg, SJ, profesor de teología dogmática en la Universidad de Nimega.
Entre los «romanos» se encontraba el redentorista holandés J. Visser, de la Curia Romana; entre los «holandeses» el dominico belga E. Schillebeeckx y los jesuítas holandeses P. Schoonenberg y W. Bless, quienes entre otras herejías, dijeron que la gracia suprema de la unión hipostática es la entrega de la humanidad de Cristo a otros hombres. Por esta razón no hay actividad sobrenatural de Dios en el hombre que no sea también completamente la actividad del hombre.
La consecuencia es, que lo que el hombre no está haciendo, Dios no lo hace, y esta idea impregna todo el «Catecismo holandés» como un hilo rojo. Por ejemplo, cuando un niño es bautizado, sin darse cuenta de lo que está sucediendo, no hay actividad del niño disponible para ser al mismo tiempo uno de Dios. En consecuencia, en los bautismos de infantes no ocurre nada, ciertamente nada que pueda llamarse sobrenatural. No puede haber ninguna cuestión de gracia santificante o carácter bautismal que el niño reciba, ni de ningún otro don sobrenatural. La única realidad es, que a través del bautismo, el niño se convierte en miembro de la Iglesia, “así como un pequeño becerro se une al rebaño”.
Según Schoonenberg, no puede haber ninguna cuestión de carácter sobrenatural en el alma, porque sería recibido sin el poder del hombre. La conclusión, dibujada también por Schillebeeckx, es que el sacerdocio es solo una función, no es algo ontológicamente sobrenatural. Por lo tanto, la ordenación sacerdotal no es necesaria para celebrar la Eucaristía.
Ante lo que Pablo sexto diría: “Y nosotros, llamados a seguir a Jesús, ¿Podemos habernos convertido en incapaces de aceptar la ley, comprobada por una experiencia tan larga, de abandonar todo, la familia y las redes, para seguirle a El y llevar la Buena nueva del Salvador? ¿Quién mejor que los pastores que sepan consagrarse irrevocablemente y sin reservas al servicio exclusivo del Evangelios podrá transmitir con plenitud de gracia y de fuerza a los hombres de nuestro tiempo este mensaje liberador? Es por esto que, considerando todo ante Dios, ante Cristo, ante la Iglesia, y ante el mundo, Nos sentimos en el deber de reafirmar claramente lo que tantas veces hemos declarado y repetido, esto es, la conexión entre el sacerdocio y el celibato, establecido en la Iglesia Latina desde hace siglos, que constituye para ella un bien sumamente precioso e insustituible”.
Después de recordar Pablo VI que el número de los que no consiguen vivir su sacerdocio célibe es una pequeña minoría en comparación con la inmensa mayoría, y que hacia ellos la Iglesia es misericordiosa a la vez que cuidadosa a la hora de considerar su petición de dejar el sacerdocio, el Papa recuerda que el hecho de haber una contestación general en contra del celibato, quiere decir que hace falta más que nunca “animar de todos modos posibles a la gran muchedumbre de sacerdotes que han sido fieles a sus compromisos, hacia los cuales se dirige con un afecto muy especial nuestro pensamiento y bendición”.
La Comisión de Cardenales encargada por el papa pablo VI, estableció una lista de doctrinas que debían ser incluidas en dicho texto, (catecismo) la modificación de errores y ambigüedades que versaban sobre:
La existencia de ángeles y demonios, creación inmediata del alma, pecado original, Adán y Eva, poligenismo, concepción virginal de Jesús, virginidad perpetua de María, satisfacción expiatoria ofrecida por Cristo en el sacrificio de la cruz, perpetuación del sacrificio en la Eucaristía, real Presencia eucarística, transubstanciación, infalibilidad de la Iglesia, sacerdocio ministerial y sacerdocio común, autoridad en la Iglesia, Primado romano, conocimiento de la Trinidad, conciencia divina de Jesús, bautismo, sacramento de la penitencia, milagros, muerte y resurrección, juicio y purgatorio, universalidad de las leyes morales, indisolubilidad del matrimonio, regulación de los nacimientos, pecados graves y leves, estado matrimonial.
Pablo VI escribió una carta el 2 de febrero al secretario de estado.
Casi todos las herejías que se predican hoy en la Iglesia provienen de ese mal llamado «catecismo holandés»:
«Los errores y ambigüedades señalados por la Comisión versan sobre: existencia de ángeles y demonios, creación inmediata del alma, pecado original, Adán y Eva, poligenismo, concepción virginal de Jesús, virginidad perpetua de María, satisfacción expiatoria ofrecida por Cristo en el sacrificio de la cruz, perpetuación del sacrificio en la Eucaristía, real Presencia eucarística, transubstanciación, infalibilidad de la Iglesia, sacerdocio ministerial y sacerdocio común, autoridad en la Iglesia, Primado romano, conocimiento de la Trinidad, conciencia divina de Jesús, bautismo, sacramento de la penitencia, milagros, muerte y resurrección, juicio y purgatorio, universalidad de las leyes morales, indisolubilidad del matrimonio, regulación de los nacimientos, pecados graves y leves, estado matrimonial.