“El conde de Chanteleine” de Julio Verne, relata la persecución que sufrieron los católicos durante la Revolución Francesa, denuncia uno de los genocidios católicos más dramáticos de la época moderna: el de un pueblo, La Vendeé, región que hizo frente a la ideología de la Revolución Francesa para defender su fe.
El genocidio de La Vendée dejó más de 150 mil muertos entre los años 1793 y 1794, los católicos eran obligados a renunciar a su fe con la amenaza de morir cruelmente. Tal es así que se realizaron despiadados ahogamientos masivos de mujeres, así como quema de niños en hornos de pan.
La Vendee forjó un ejército católico consagrado al Corazón de Jesús, cuyo símbolo llevaban en el pecho durante las batallas. Rezaban el rosario en cada combate, luchando contra la persecución y el odio del gobierno por los católicos inocentes que morían masacrados por profesar su fe.
“Reynald Secher, nacido en 1955 originario de la Vendée, fue a buscar una documentación que muchos consideraban ya perdida, pues los archivos públicos han sido destruidos con la esperanza de que desaparecieran todas las pruebas de la masacre realizada por los ejércitos revolucionarios enviados desde París, Secher descubrió que mucho material estaba a salvo, conservado a escondidas por particulares.
Diez mil, de cincuenta mil casas, el 20 % de los edificios de la Vendée, fueron demolidas, el ganado fue masacrado, y los cultivos devastados. El general Carrier, responsable en jefe de la operación, arengaba a sus soldados: No hay que dejar vivo a un solo católico”.
el general jacobino Westermann escribía triunfalmente a París, al Comité de Salud Pública: +¡La Vendée ya no existe, Ha muerto bajo nuestra espada, con sus mujeres y niños. Acabo de enterrar a un pueblo entero en las ciénagas y los bosques de Savenay, he aplastado a los niños bajo los cascos de los caballos y masacrado a las mujeres, que así no parirán más bandoleros. No tengo que lamentar ni un prisionero. Los he exterminado a todos. Desde París elogiaron la diligencia en “purgar completamente el suelo de la libertad de esta raza maldita”.
Secher da por primera vez cifras exactas: en dieciocho meses, en un territorio de 10,000 kilómetros cuadrados, asesinaron 120,000 personas, el 15 % de la población total, con las pieles curtidas de los habitantes de la Vendée se hicieron botas para los oficiales. Centenares de cadáveres fueron hervidos para extraer grasa y jabón.
“Los sacerdotes y religiosos hubieron de refugiarse en la clandestinidad, como en tiempos de las catacumbas, y más de 40.000 fueron deportados o guillotinados, embarcados con destino a la Guayana.
El 8 de junio de 1793, entronizaron meretrices como expresion de la diosa Razón a quien Robespierre proclamó la “Religión del Ser Supremo”, narra Hans Graf, fueron violadas las monjas; cuerpos vivos de muchachas soportaron el descuartizamiento; se formaron hileras con los niños para ahogarlos en estanques y pantanos; mujeres embarazadas y aldeas enteras perecieron por beber agua que había sido envenenada, observa Jean Meyer que fue una decidida intención de extirpar las creencias sin reparar en medios.”








































