Los dos hijos enviados a la viña
Un hombre tenía dos hijos, y, llegándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. El respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Y llegándose al segundo, le habló del mismo modo, y él respondió: Voy, señor; pero no fue.”¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Respondiéronle: El primero. Díceles Jesús: En verdad os digo que los publícanos y las meretrices os preceden en el reino de Dios. Mat 21:29-31
Los gentiles, habiendo dejado desde el principio a Dios y su justicia, y pasando a adorar los ídolos y al pecado, responden en su interior: No queremos hacer la voluntad de Dios.
Después cuando vino el Salvador, el pueblo gentil, habiendo hecho penitencia, trabajó en la viña de Dios, y enmendó con su trabajo la oposición que había presentado.
El segundo hijo es el pueblo judío que respondió a Moisés: «Haremos todo lo que nos mande el Señor» Pero no lo hizo y crucificó al salvador.
Pregunta por lo tanto el Señor: «¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: el primero.» Observa, por lo tanto, cómo se sentencian a sí mismos, diciendo que el primero de los hijos hizo la voluntad del padre (esto es, el pueblo gentil). Porque más vale no ofrecer a Dios obrar bien y hacerlo, que ofrecérselo y mentir. Es lo que sucede con los que conocen la verdad, pero se empeñan en tergiversarla. A quienes «Jesús les dice: En verdad os digo, que los publicanos y las rameras os irán delante al reino de Dios».
en los publicanos están representados todos los hombres pecadores y en la persona de las rameras todas las mujeres pecadoras. Pues la avaricia abunda en los hombres y la fornicación en las mujeres.
esta parábola se refiere a los pecadores y a los justos. Porque aquéllos se negaron a servir a su señor, obrando mal contra él pero después recibieron el bautismo de la penitencia, mientras que los pontífices y sacerdotes, que llevaban por delante la justicia de Dios y se jactaban de cumplir la Ley, no cumplieron la voluntad divina. manifestando que son mejores las gentes del pueblo, que los sacerdotes que hacen profesión de servir a Dios desde el principio. Pues las gentes del pueblo, una vez arrepentidas, se vuelven a Dios; mientras que los sacerdotes, como impenitentes, nunca dejan de ofender a Dios;




















