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Altar

La palabra «altar»  deriva de las palabras latinas Altare, que significa podio y adolere a adorar, es decir, a la adoración, honor y ofrecimiento de sacrificios.

La celebración del sacrificio en las catacumbas, sobre los sepulcros de mármol de los mártires, acostumbró, al empleo de los altares de piedra; el Concilio de Epone (Francia) decretó en el año 509 la prohibición de consagrar con el crisma cualquier altar que no estuviera construido de piedra.

El altar es el Lugar dispuesto para ofrendar el sacrificio incruento de la misa, que el Mesías, celebró el jueves santo, “haced esto en conmemoración mía”, que la Iglesia católica, conserva como depósito de la Fe, el ara o piedra consagrada para la celebración por el sacerdote del santo sacrificio de la misa, representa el cuerpo de Cristo. Así, él es al mismo tiempo, sacerdote, víctima y altar.

Su base rectangular encierra el cuerpo de un mártir, o sus reliquias. Todos los altares deben ser ungidos como fue ungido el cuerpo de Cristo con mirra y aloes, y ser consagrada por un obispo, para su posterior uso.

El retablo, cuadro o figura escultórica de índole religiosa que se coloca encima, llegó a constituir una de las primitivas manifestaciones del arte cristiano. Algunos retablos figuran entre las más famosas obras de arte.

En el Antiguo Testamento, los sacrificios eran ofrendas que se hacían a Dios en reconocimiento de su soberanía y en agradecimiento por los dones recibidos, mediante la destrucción total o parcial de la víctima sobre un altar.

En el altar del Calvario, Jesús, Sumo Sacerdote, hizo la ofrenda de alabanza y acción de gracias más grata a Dios que puede concebirse. Fue tan perfecto este Sacrificio de Cristo, que no puede pensarse otro mayor, mientras los ojos de todos los presentes se fijan en él, esta es la razón por la cual la misa, se celebro siempre mirando a oriente, mirando la cruz, mirando la víctima, el Dios vivo que se ofreció, a si mismo, como ofrenda al padre para la salvación de los creyentes, que acepten que Jesús, es Dios y estén en Su Gracia. Haced esto en Conmemoración Mia.

«Jesucristo en verdad es sacerdote, pero sacerdote para nosotros, no para sí, al ofrecer al Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en nombre del género humano. Igualmente, Él es víctima, pero para nosotros, al ofrecerse a sí mismo en vez del hombre sujeto a la culpa. Pues bien, aquello del apóstol: tened en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo, exige a todos los cristianos que reproduzcan en sí, en cuanto al hombre es posible, aquel sentimiento que tenía el divino Redentor cuando se ofrecía en sacrificio, es decir, que imiten su humildad y eleven a la Suma Majestad de Dios la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias. Exige, además, que de alguna manera adopten la condición de víctima, abnegándose a sí mismos según los preceptos del Evangelio, entregándose voluntaria y gustosamente a la penitencia, detestando y confesando cada uno sus propios pecados»

El que me ame que tome su cruz y me siga, estos son los sacramentos.

Por #bottegadivina

Bottega Divina es un Canal dedicado a aplicar la tradición moral Cristiana a situaciones críticas en la política y la sociedad. Abogamos y velamos por la aplicación de los principios fundamentales de la sociedad, como el derecho natural, en los ámbitos políticos y sociales.

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