El Principio de autoridad, se acepta por el solo hecho de ser considerado como cierto y no sujeto a debate, considera fuente de conocimiento de autoridad incuestionable, no solo a las Sagradas Escrituras reveladas por Dios, sino también algunos textos supervivientes de la Antigüedad clásica (como Aristóteles o platón)
No obstante, la Ilustración del siglo XVIII introdujo el método científico y los debates en torno al darwinismo, es decir que las cosas solo son ciertas si se pueden demostrar empíricamente, ej, un huevo tarda un minuto en agua hirviendo para ponerse duro. Este método no puede demostrar el amor, la felicidad ni el pensamiento, la música etc, porque no se pueden ver. Entonces según su lógica estas cosas no existen. Lo interesante es que el método científico se basa en teorías, o dogmas, como el de la evolución, que se ha dedicado a las falsificaciones, para demostrar lo que no existe, como el eslabón perdido. O el salto positivo y no degenerativo, es decir que la evolución es un mito.
El principio “Toda autoridad viene de Dios” proviene de Rom 13:1 “Toda persona esté sujeta a las potestades superiores: Porque no hay potestad que no provenga de Dios; y Dios es el que ha establecido las que hay en el mundo”.
Es decir que todo poder establecido, ha sido instituido por Dios, como bendición o como castigo por nuestras obras, así, vemos como Dios permite la esclavitud en Babilonia para la conversión de muchos.
Se pueden distinguir tres tipos de obediencia: la primera, suficiente para la salvación, obedece solo en las cosas obligatorias; el segundo, siendo perfecto, obedece en todo lo lícito; el tercero, estando desordenado, también obedece en las cosas ilícitas”.
Santa Catalina de Siena dirigió esta advertencia al Papa Gregorio XI: «La verdad divina exige que hagáis justicia sobre la abundancia de muchas iniquidades cometidas por los que se alimentan y pastan en el jardín de la Santa Iglesia. Ya que Él te ha dado autoridad y tú la has asumido, debes usar la Justicia y el poder del que habéis sido investido; y si no estáis dispuestos a usarlo, más os valdría renunciar a lo que habéis asumido; sería más honra a Dios y a la salvación de tu alma”.
Jesus nos propone una parábola en Luc 18:2 advirtiéndonos lo que sucede cuando el que tiene la autoridad no la ejerce o permite que la anarquía o leyes inicuas, sean promulgadas, diciendo: -Había en una ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. una viuda, acudía a él diciendo: «Hazme justicia ante mi adversario». Por mucho tiempo no le hizo caso; pero luego se dijo para sí: a esta viuda desagraviaré; para que, al fin, viniendo, no me acardenale los ojos, le haré justicia, para que no acabe por molerme. Otras traducciones dicen, para que no me arañe la cara.
Nótese que el juez ya hace un juicio sobre lo que merece. El que tiene autoridad y no la ejerce es más culpable que el impío. Quien justifica al malvado y quien condena al justo, ambos son abominables para el Señor. Pro 17:15
La biblia, como palabra de Dios, nos dice cuales son los juicios correctos; Sansón luego de desviar sus caminos, hace un juicio sobre lo que merecen los filisteos, así él muera impartiendo justicia.
Todos nosotros hemos pecado contra Dios (Romanos 3:23) y por lo tanto somos merecedores de la muerte eterna (Romanos 6:23). Si recibiéramos lo que merecemos, terminaríamos en el lago de fuego (Apocalipsis 20:14-15). Pero Dios nos ha dado la sanación , los sacramentos para reconciliarnos y conseguir, lo que no merecemos, sino por méritos del propio Dios, si le pedimos el perdón por medio de la confesión al justo Juez.