Hizo, pues; Dios dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que presidiese al día; y la lumbrera menor, para presidir la noche; e hizo las estrellas. Gén 1:16
Hay mas de 60 versículos en la biblia que hablan de las estrellas
Pero hay unas estrellas en particular delicadas, Apo12:4 nos relata la caída de lucifer quien con su cola había arrastrando la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó a la tierra;
Lucifer ‘portador de luz’ es una forma poética de llamar al lucero, o la estrella de la mañana, haciendo referencia al brillo del planeta Venus al amanecer, además de dar nombre a varias figuras del folclore.
Apocalipsis 22 16 dice Yo Jesús envié a mi ángel a daros testimonio de estas cosas sobre las Iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella esplendorosa y matutina.” Jesús ES la luz del mundo.
OH lumbre de Oriente sol de eternos rayos, decimos en la novena de Navidad.
La Estrella de Ishtar o de Inanna es un símbolo mesopotámico de la diosa sumeria y semítica oriental Ishtar, un hexagrama o estrella de seis u ocho puntas, el búho es otro de sus símbolos. Ishtar, conocida con muchos nombres en todas las mitologías del mundo, venus, afrodita, Lilith etc, se asocia con el planeta Venus, que también se conoce como la estrella de la mañana, a veces se muestra junto a la luna creciente, que era el símbolo de Sin, dios de la Luna,
Las pirámides de Egipto, inspiradas por nimrod que hizo la torre de babel y esposo de ishtar quien se hizo adorar como Baal, se construyeron en base a la posición espacial que ocupaba en ese entonces el norte polar, que hoy ocupa la estrella polaris, pero que, en aquel entonces, era la constelación de Draco, el dragón y en particular hacia la estrella conocida como el ojo del Dragón.
Hch 7:42, advierte, Dios se apartó de ellos y los entregó al culto del ejército celeste, según que está escrito en el libro de los profetas. “¿Acaso me habéis ofrecido víctimas y sacrificios durante cuarenta años en el desierto, casa de Israel? Antes os trajisteis la tienda de Moloc y el astro del dios Refán, las imágenes que os hicisteis para adorarlas. Frase inspirada en
Amos 5 25 que añade. Antes bien, llevasteis a vuestro dios Moloc – Sikkut, vuestro rey, y a Quiyún, vuestras imágenes, la estrella de vuestro dios Saturno.
“Sikkut es el nombre del dios asirio Adar-Malek-Saturno. Sakkut, dios babilónico equivalente a Ninurta, Quiyún o Keván, nombre de un dios del panteón asirio. Todos ellos ángeles caidos, asociados con estrellas que han caído.
Isa 14:12 Nos relata ¿Cómo caíste del cielo, ¡oh lucero!, tú que tanto brillabas por la mañana? ¿Cómo fuiste precipitado por tierra, tú que has sido la ruina de las naciones? Tú que decías en tu corazón: Escalaré el cielo; sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono, me sentaré sobre el Monte del testamento.
Astro brillante, o Lucero, Lucifer, es llamado el rey de Babilonia, que en algún momento fue nimrod o Baal por su orgullo y arrogancia diabólica. Este nombre, es usado aquí por única vez en la Escritura. En sentido espiritual, el nombre de Lucifer o Luzbel ha sido aplicado a Satanás o algún príncipe de los demonios. Como vemos en. Lucas 10, 18; Apocalipsis 12, 9. Dice al respecto San Jerónimo: “Lucifer, que nació a la mañana, cayó del cielo, y el que fue hartado con los deleites del paraíso, mereció oír: «Si te levantares cual águila, ahí te derribaré, dice el Señor» (Abdías versículo 4). Porque había dicho en su corazón: «Colocaré mi asiento por encima de las estrellas y seré semejante al Altísimo.» El mismo Doctor Máximo pinta la actividad de Lucifer, diciendo: “El diablo no anda en pos de hombres infieles, no asecha a los de afuera… se empeña en robar las almas de la Iglesia… El demonio quiere derribar a hombres como Job, y, echado a perder Judas, pide poder zarandear a los apóstoles.” . De ahí que en la época que precederá a la caída de la Babilonia mundial, el Anticristo u hombre de pecado vendrá con el poder de Satanás (II Tesalonicenses 2, 9) y querrá asimismo «poner su asiento en el Templo de Dios, dando a entender que es Dios»” (II Tesalonicenses 2, 4).