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Reconciliacion Merecida

Dice el Catecismo Mayor, en el núm. 50 que, El hombre «es una criatura racional compuesta de alma y cuerpo» la «más noble que Dios ha puesto sobre la tierra» «libre en sus acciones», «creado a imagen y semejanza de Dios»

El hombre fue creado en el orden natural elevado al orden sobrenatural, y con ello ordenado a la visión beatífica, que es su fin último.

La parte más noble del hombre es su alma, «porque es sustancia espiritual dotada de entendimiento y de voluntad, capaz de conocer a Dios y de poseerle eternamente» y porque «el alma humana no muere jamás; la fe y la misma razón prueban que es inmortal. »

El fin último del hombre consiste en la visión de Dios y en la «divinización» san Agustín dice: «Señor, nos has hecho para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti». La existencia del deseo natural de ver a Dios autoriza la certidumbre de que de hecho estamos elevados al orden sobrenatural y destinados a la visión beatífica. Santo Tomás habla del desiderium naturale visionis Dei en toda una serie de textos.

El hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios.

La inclinación hacia la perfección suprema y particular no es una abstracción, sino que mora a la unión con Dios en sí mismo. No puede ser satisfecha sino con el ser infinito, es decir Dios.

El hombre, tras su Caída de la gracia, se encuentra en estado de enemistad personal y social con Dios; esto repercute en su relación con la sociedad, con la familia y con su prójimo; privado del orden sobrenatural al que fue elevado gratuitamente al ser creado, vive acuciado por las fuerzas del mal, y aunque su libertad sobrevive, está a merced del pecado, necesitado del auxilio de un Salvador sin el cual no puede hacer nada, por eso Dios nos da el sacramento de la confesión. Jn, 15, 5

El hombre pierde la vida sobrenatural con el pecado original, que le hace inmundo e hijo de la ira a ojos de Dios. Es enemigo de Dios.

Como Dios quiere que todos se salven, el hombre, si aplica los méritos de Cristo mediante el santo bautismo y la santa confesión, recibe la gracia de la amistad con Dios.

Muchos rechazan la gracia de la amistad divina.

Luego muchos se condenarán siendo enemigos de Cristo. Pero la herejía moderna dice que todos somos salvos, o todos somos hijos de Dios, así que muchos se condenan por su tibieza.

«No se trata ya del antiguo error que ponía en la naturaleza humana cierto derecho al orden sobrenatural. Se ha ido mucho más adelante: hasta afirmar que nuestra santísima religión, lo mismo en Cristo que en nosotros, es un fruto propio y espontáneo de la naturaleza. Nada, en verdad, más propio para destruir todo el orden sobrenatural.» (SAN PIO X, Pascendi, n. 8, 8 de septiembre de 1907)

«Otros desvirtúan el concepto del carácter gratuito del orden sobrenatural, pues defienden que Dios no puede crear seres inteligentes sin ordenarlos y llevarlos a la visión beatífica.» (PÍO XII, Humani generis, n. 20, 12 de agosto de 1950)

Con el pecado mortal el hombre pierde la gracia santificante y no hay realidad natural que pueda devolvérsela. La gracia santificante se recibe por el bautismo y se recupera por la confesión. El que no accede a ella se condena.

Por #bottegadivina

Bottega Divina es un Canal dedicado a aplicar la tradición moral Cristiana a situaciones críticas en la política y la sociedad. Abogamos y velamos por la aplicación de los principios fundamentales de la sociedad, como el derecho natural, en los ámbitos políticos y sociales.

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