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Arte Sacro

Cristo de San Damian

 

Continuando con nuestro tributo a San Francisco cuya fiesta celebramos en octubre, veamos brevemente la iconografía en el Cristo de san Damian.
El Cristo de San Damián está vivo pues es el Cristo resucitado y glorioso que ha vencido a la muerte. El Cristo de Majestad
El paño de lino orlado de oro recuerda las vestiduras de los sacerdotes del Antiguo Testamento.
Expresa un gesto de acogida y parece abrazar a todo el universo.
Sus ojos no miran al espectador, sino que se dirigen al Padre, invitándonos también a nosotros a hacer lo mismo mediante la conversión.
Los 33 personajes que lo rodean representan la comunión de los santos de todos los tiempos.
Jesús, con los pies sobre fondo negro, parece que asciende del abismo.
La sangre de Cristo chorrea sobre los personajes que lo rodean, para indicar que han sido lavados y salvados por su Pasión.
La sangre de los pies cae sobre seis personajes apenas reconocibles, que podrían ser: San Juan Bautista, San Miguel, San Pablo y San Pedro, San Damián y San Rufino, patrón de Asís.
En cada extremo de los brazos transversales de la cruz hay tres ángeles que muestran a Cristo: son los mensajeros de la Buena Noticia.
Los personajes bajo los brazos de Jesús están todos en la luz, son hijos de la luz.
Tienen todos la misma estatura, pues son «hombres perfectos», que han alcanzado «plenamente la talla de Cristo» (Ef 4, 13).
Si se mira bien, sus rostros son como el de Cristo, pues en ellos ha sido restaurada la «imagen y semejanza de Dios» original.
Juan y María están en el puesto de honor, a la derecha de Cristo. El discípulo muestra y recoge la sangre del costado de Cristo. María manifiesta dolor, pero también serenidad y admiración por la resurrección y por el nuevo hijo que su Hijo le acaba de encomendar.

El manto blanco de la Virgen simboliza pureza, y las piedras preciosas que lo adornan son los dones del Espíritu Santo. El vestido rojo oscuro representa el amor. La túnica morada bajo el vestido recuerda que María es la nueva Arca de la Alianza (la del Antiguo Testamento estaba cubierta con un paño de ese color).
A la izquierda de Jesús están Maria Magdalena y María de Santiago. Junto a ellas, el Centurión confiesa la humanidad y divinidad de Cristo: «Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios».

Detrás del Centurión asoma el rostro de quien encargó el crucifijo y otras tres personas que evocan al Pueblo de Dios.
Bajo los personajes mayores, hay dos pequeños, uno a cada lado, que representan a los romanos y judíos que crucificaron a Jesús: el romano es un soldado con la lanza y la esponja.
A la izquierda de las piernas de Cristo se ve el gallo de Pedro, que recuerda nuestra debilidad e invita a la vigilancia. Pero también simboliza al sol naciente, Cristo, cuya luz se difunde por toda la tierra.
Sobre la tablilla con la inscripción «Rex iudeorum», en un círculo rojo, vemos a Cristo que sube al cielo, vestido de blanco, con estola dorada y una cruz luminosa en la mano, señal de victoria. El círculo expresa perfección y representa la plenitud de la gloria, donde lo reciben diez ángeles festivos.
La mano del Padre, en lo más alto del crucifijo, se encuentra en un semicírculo. La otra mitad no se puede ver, pues Dios Padre, es un misterio.

Por #bottegadivina

Bottega Divina es un Canal dedicado a aplicar la tradición moral Cristiana a situaciones críticas en la política y la sociedad. Abogamos y velamos por la aplicación de los principios fundamentales de la sociedad, como el derecho natural, en los ámbitos políticos y sociales.

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